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El astro rey hizo su trabajo de reloj despertador golpeando con sus delicados rayos mi cara; abrí los ojos y la luz me los lastimó; había olvidado cerrar las cortinas de mi ventana.

Me levanté agradeciendo que fuese sabado y no un fastidioso día entre semana, la escuela tenía sus límites, y yo los amaba. Me estiré un poco para intentar eliminar la pereza pero la verdad es que no sirvió de mucho. Abrí la llave del agua caliente y me desvestí para introducirme a la ducha; no tardé más de diez minutos en bañarme, pero antes de volverme a vestir oí cómo el timbre sonaba sin cesar. Tomé de un jalón la toalla y la enredé alrededor de mi cuerpo. Con mucho cuidado pisaba para no resbalar puesto que mis pies y todo mi cuerpo aun estaban completamente mojados. Logré llegar hasta la puerta, casi podía deducir quién estaba del otro lado tan desesperado por que le abriera.

-Christian...-lo fulminé con la mirada al abrir la puerta.

-¿Porqué tardaste tanto en...-me miró con detenimiento

-¡oh!-expresó

-Lo siento.

-Podrías ser más paciente. No te haría mal-dije con voz mordáz.

-Y tú menos tardada, tampoco te haría daño-repuso del mismo modo.

-¿Quieres callarte y pasar? Hace frío y por si no lo has notado; estoy mojada, desnuda y sólo una toalla me abriga-gesticulé con mi cabeza para indicarle que se metiera. Chris puso los ojos en blanco y se introdujo a la casa; antes de cerrar la puerta pude visualizar a Justin en la acera de enfrente; vi en su rostro una expresión algo perpleja; pero en sus ojos, que me miraban desconcertados, aunque estuvieran a una distancia retirada, podía identificar un profundo resentimiento y… ¿dolor? Cerré la puerta despacio, sin que Justin despegara de mí su vista, no dejó de mirarme sino hasta que la blanca madera se interpuso entre sus ojos miel y yo. Giré la cabeza lentamente y me encontré con la mirada acusadora de Chris; quien con ojos acusadores, sonreía de manera maliciosa.

-¿Qué?-demandé saber.

-Nada-dijo y su sonrisa se ensanchó.

-Christian…

-Nada, nada-repitió e hizo un intento por reprimir aquella sonrisa

-Anda, ve a vestirte.

-¿A dónde vamos?-pregunté con recelo.

-A desayunar-hizo ademán como si fuese obvio.Reí y sacudí la cabeza.

-¡Anda, ve! Si no estás lista en quince minutos, pagarás tu-advirtió divertido. Puse los ojos en blanco y subí corriendo escaleras arriba hacía mi habitación. Salimos de casa y mi vista se ocupó en buscar a alguien en la acera de enfrente, ni siquiera sé porqué lo hacía, pero mis ojos parecían tan desesperados por encontrarle; sin embargo no vi ni rastro. Chris me miró del mismo modo en que lo había hecho antes.

-¿Qué?-volví al juego.

-Nada-rió.

-¡Christian!-mascullé frustrada.

-¿Qué?-preguntó haciéndose el inocente.

-Sea lo que sea que estás pensando, será mejor que me lo digas-advertí.

-Te lo diré, sólo deja que lleguemos a McDonald’s ¿de acuerdo? Refunfuñé en voz baja. Llegamos a dicho lugar y nos sentamos en la misma mesa de siempre. Chris puso una bandeja delante de mí que contenía un plato con tres Hot-cakes y un vaso de café; mientras que él se sentó enfrente mío con su propia bandeja. De pronto, tuve una visita al pasado; cuando Chris y yo hacíamos esto por diversión solamente, extrañaba eso. Sonreí ante aquel recuerdo.

-Gracias Chris.

-De nada-me sonrió.

-Bueno, y… ¿me dirás?-musité.

-Antes déjame preguntarte una cosa-dijo mientras intentaba abrir un sobrecito de catsup.

-Dime.

-¿Qué ha pasado con Drew?-inquirió.

-¿A qué te refieres?

-No sé, tú dime. ¿Ya no has soñado con el?

-No-dije mientras picoteaba con mi tenedor uno de los Hot-cakes en mi plato.

-Hum…

-¿Ya me vas a decir?-pregunté inquieta. Chris me miró y enterró sus ojos cafés en los míos.

-¿Y qué hay con Justin? Parpadeé repetidas veces ante el asombro que me había causado su pregunta.

-¿Qué? ¿Él qué tiene que ver?

-Sólo contesta mi pregunta-dijo sin apartar sus acusadores ojos cafés de mí.

-Es un odioso-bufé y fruncí el ceño. Los labios de Chris esbozaron una sonrisa que se fue ensanchando poco a poco hasta volverse burlona.

-¡¿Quieres dejar de hacer eso?!-le reproché al ver su flamante sonrisa.

-¿Es que no te has dado cuenta _____?-preguntó incrédulo.

-¿Cuenta de qué? 

-¿Es que no te has dado cuenta _____?-preguntó incrédulo.

-¿Cuenta de qué?

-De que cada vez que oyes el nombre de Justin, tus ojos brillan con luz propia, ¡y ni se diga cuando lo miras! ¡Dios! Podría iluminar todo un día con la resplandeciente luz que tus ojos desprenden… ¡Jamás los había visto brillar tanto!

-Exageras Christian… Justin es un odioso, y seguro lo único que me ves en mis ojos es el resplandor del odio que le tengo.

-Tú no odias a Justin-negó con seguridad.

-¿Y tú cómo sabes que no?

-_____, aveces creo que te conozco más de lo que tú misma te conoces; no odias a nadie, y mucho menos a Justin. Si lo odiaras, no quisieras ni hablar de el; pero veo que es todo lo contrario-sonrió

-No lo odias-volvió a decir más seguro de lo que parecía antes. En ese momento tenía dos pensamientos en mi cabeza; uno me decía que quizá Chris estuviera jugando a la psicología y metiéndome en la cabeza cosas que desarmaban todo mi ejército de rencores hacía Justin; y otro me sugería que tal vez, sólo tal vez; Chris tenía razón, ¿y si en verdad no odiaba a Justin? ¿Y si mis ojos hablaban por mí cosas de las que yo ni siquiera estaba enterada? Lo pensé por un minuto, lo primero me parecía más lógico. Llegué a casa pasadas de las cuatro de la tarde. Debo admitir que la mañana con Chris era más que un grato recuerdo de los pasados, era como traerlo a la vida de nuevo.Tuve toda la mañana para pensarlo; Chris tenía razón, al menos en una cosa; no odiaba a Justin; era imposible odiar a alguien a quien casi no conozco; pero eso sí, admitámoslo; ya se había ganado un lugar en el baúl de los rencores. No lo odiaba, pero no por eso iba a ser amable con él,

¿quería hostilidad? La iba a tener.Decidí ponerme a estudiar, tenía que pasar los apuntes que Leslie me había prestado. Coloqué todos mis cuadernos en un notorio desorden sobre la mesa y me senté apartando el cuaderno de Economía de Leslie y el mío. Abrí el cuaderno de ella en la última de sus notas, parecía como si estuviera leyendo algo escrito por Lola; era increíble el parecido que había entre sus caligrafías; sólo con la diferencia de que Leslie apuntaba cada cosa en un color diferente de pluma; eran apuntes muy coloridos, propios de una chica como Leslie. Rosa, azul turquesa, verde limón, morado… parecía un arco iris impreso en puño y letra. Apenas tomé mi bolígrafo, el timbre sonó; me detuve instantáneamente y me paré de la silla con desgano para dirigirme a la puerta de la misma manera. Con movimientos desinteresados giré la perilla de la blanca madera y una vez que ésta se abrió, mis ojos se abrieron de par en par al visualizar a la persona que estaba parada en el umbral de mi puerta.

¿Justin?

Simplemente no quiero extrañarte esta noche (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora