Capítulo 20: Reflexiones

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Siempre fui un chico "común."

Disciplinado cuando se trataba de la natación. Las chicas no me llovían y no lo hacen ahora. Las chicas en mi clase que están interesadas en mí es muy probable que sea por todo menos mi cara o personalidad.

Fui un chico común con una vida cotidiana. Al menos así fue hasta que me enteré de la muerte de Abby. Aquello me destrozó en maneras en la que no sabía que podía. Me sentía triste, enojado, culpable. Miles de emociones al mismo tiempo.

Necesitaba algo o a alguien para desahogarme. Mi madre estaba igual de destrozada que yo, no podía acudir a ella.

Mis abuelos perdonaron a mi madre luego de mi nacimiento. A pesar de eso, nuestra relación como familia no era tan estrecha. La muerte de Abby logró que los visitáramos más seguido, aunque no lo suficiente.

Abby era la bebita de mis abuelos, la consentida de papá. La muerte prematura de Abby le arrebató cualquier chispa de alegría a mi abuelo.

Todo se dividió en el antes y después de la muerte de Abby. La melancolía, el dolor y la rabia eran parte del pan de cada día en la casa Royss.

Mi madre se apoyaba en mi padre, mi abuelo en mi abuela, Sofie en su mejor amiga y en sus libros. Yo no tenía a nadie.

Eso era lo que cegado por el dolor pensaba. Necesité a alguien en quien apoyarme sin sentirme una carga y eso fue lo que encontré en Alex Rawson.

Alex ayudó de la mejor y la peor forma. Logró ayudarme a adormilar mis emociones negativas a través del alcohol y sexo. Alex me llevó a fiestas todos los fines de semana. Los únicos que notaron el repentino cambio de mi comportamiento fueron los miembros del equipo RG y Olivia. Mis tiempos bajaron de manera drástica, algo que traería largas conversaciones con el entrenador. Aquello no me importó. Por primera vez la natación paso a segundo plano en mi vida.

Lo que me trajo de vuelta a la realidad fue el infarto de mi abuelo en el primer cumpleaños de Abby en el que ella no estuvo.

El sonido de la puerta hace que aparte la vista del techo blanco que generó en mí, pensamientos que generan lágrimas. Suspiro en mi mente.

Me siento como un idiota. Soy el idiota que debe apartar rápidamente una lagrima en su mejilla.

—Michael, ¿Estás despierto? —inquiere Calvin en un murmullo.

La habitación está completamente a oscuras.

Debería estar dormido.

Sábado, 7 de julio de 2018.

M E G A N

—Oye, cuéntanos cómo te fue—Olivia intenta subir de manera pícara su ceja fallando en el intento.

Ante mi silencio ella continua.

—Supongo que excelente, tu hora de llegar lo dijo todo—guiña un ojo.

Sería un gran momento de tregua para nosotras si aquella cita no hubiera sido solo una fachada para hablar con mi primo segundo sobre mi plan.

—Nos contara después—responde Debby por mí—. Recuerda. Día de competencia, es día de disciplina.

Un momento.

—¿Esa frase te la dijo mi tío?

—Cuando teníamos unos doce años, luego de eso no la dijo más.

Esa frase es repetida constantemente por mi padre. Mi tío la cambió un poco. La frase de mi padre es "Recuerda que todos los días son días de competencias. Todos los días son de disciplina."

¡¿ELLA ES MI ENTRENADORA?!Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora