Capítulo 3

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Aquella tarde el centro comercial estaba a rebosar. Ambos adultos se internaron en una de las tiendas más caras de la zona. Kouyou mandó sentar a Mori enfrente de los probadores y ella se metió en uno con una veintena de vestidos.

—Todo sea por esta cita… —se dio ánimos la mujer.

Se probó el primer vestido y abrió la cortinilla para que Mori le diese su opinión. El médico simplemente ladeó la cabeza hacia un lado confuso.

—Este no te gusta, por lo que se ve.

Cerró y se probó otro. Repitió el mismo proceso varias veces, sin recibir palabra de Mori, hasta que en uno de los vestidos percibió una reacción.

—¿Te gusta? —preguntó algo esperanzada.

—Ahh, bueno… Solo me imaginaba que a Elise le quedaría bien ese —sonrió inocentemente.

Si le metía la percha en la boca terminaría antes aquel sufrimiento.

—¡Tienes que mirar si me queda bien a mí! ¡Para eso te he traído!

—Lo siento, lo siento… Por ahora, ninguno me gusta.

La percha se le quedaba pequeña.

Cerró furibunda la cortina. ¡¿Pero este hombre siempre dice lo que piensa?! ¿Conoce la palabra “censura” o “mentira piadosa”?

Se probó el último con la esperanza de que este sí que le gustara, pero al abrir la cortinilla…

—¿Ōgai?

No estaba en la silla.

La mujer lo buscó y se lo encontró en el pasillo de vestidos de niñas.

—¡Hola, Kouyou! Ya que estabas probándote algo, he decidido hacer lo mismo con Elise-chan y…

El Demonio Dorado se materializó a su lado y a los pocos segundos volvía a estar sentado en la silla del principio.

Detrás de unos maniquís, los dos espías seguían con su misión.

—Ya puedes guardar a Rashōmon, el peligro ha pasado —le ordenó Chuuya.

Akutagawa suspiró y devolvió a su forma original el abrigo.

—Por ahora, solo hemos sacado en claro que Ozaki-san quiere salir con el jefe y que el jefe no lo sabe.

—Dales tiempo, chico… ¡Cuidado, que vienen!

Ambos se metieron de cabeza en el puesto de la ropa interior de mujeres para no ser vistos. Los zapatos de Kouyou resonaban en todo el establecimiento y Mori la seguía a una distancia prudencial. Cuando la mujer se giró bufando hacia su acompañante, lo encontró mirando una bufanda verde y roja.

—¿Te gusta?

Mori se rascó la cabeza algo avergonzado.

—Siempre me gustó este tejido y este estampado.

—Pues cómpralo.

—No tengo el dinero suficiente ahora mismo.

Lo dejó en la percha y salieron del lugar, rumbo a tomarse un chocolate caliente. Por ahora, la cita no podía ir a peor, pero todo estaba por ver…

En cuanto a los dos jóvenes espías…

—¡En serio agente: mi amigo es un pervertido sin perdón! Intenté detenerlo, lo juro —se excusaba Chuuya con un guardia del centro comercial.

Una mujer los había pillado dentro del puesto de ropa interior femenina y habían sido detenidos por los agentes de seguridad.

Mientras Chuuya daba razones para exculparlo a él, Akutagawa pensaba que no le pagaban lo suficiente para sufrir todo aquello.

BSD || Cómo tener una cita perfecta [KouMori]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt