26: Celos, celos y más celos.

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-¡Felicidades Rin! – exclamo Kagome pero borro su sonrisa al ver la expresión preocupante de Rin – Que... ¿Acaso no es una buena noticia?

-Lo es, sí... lo es – susurro con la mirada perdida entre el largo del césped.

-¿Qué pasa Rin? ¿Acaso no lo buscaste? – Kagome puso su mano sobre el hombro de la otra azabache.

-Yo sí quiero, desde hace tiempo de hecho... pero, Sesshomaru aún no.

-¿No lo hablaron? Llevan casados cinco años.

-Él dice que no está preparado, me lo dice siempre que sale el tema. Estoy preocupado porque se moleste.

-Y no tiene razón para molestarse. Al bebé no lo hiciste tú sola, para hacer esto se necesita de dos y el participo mucho más que tú – dijo lo último con ironía logrando sacarle una sonrisa a Rin.

-Quiero a este bebé.

-Y él bebé te quiere a ti, ni lo dudes – Daichi se estiro y empezó a jugar con la mano de Rin – Sesshomaru dice que no está preparado, pero Inuyasha tampoco lo estaba además... él ni siquiera pudo planearlo o lo supo desde el primer momento a él... simplemente solo le llegó como un regalo inesperado. Es un gran padre pero aún le falta mucho por aprender.

-Tus palabras me tranquilizan.

-Y así debes de estar, no tienes por qué estar preocupada. Sesshomaru aunque en el pasado dijo no, estoy segura que cuando le digas la noticia lo querrá como nunca antes lo hizo.

-Creo que tienes mucha razón, gracias Kag – Rin se giró y la abrazo dejando a Daichi entre el medio.

-Bababaaa baaa.

-Sí Daichi, tendrás un primo – le murmuro Rin al pequeño tomándolo de sus manitos.

-¿De cuánto?

-tres meses.

-¿Y te enteraste?

-Hace un mes.

-Uau. Llevas mucho tiempo guardándolo.

-De hecho sí, bastante. No se lo dije a nadie... bueno, tú ahora lo sabes.

-Y me alegro ser la primera – sonrió – Se te antoja una leche calentita con unos bizcochuelos que preparé anoche.

-Ay por favor, sí, sí – y ambas se carcajearon poniéndose de pie y empezando a caminar hacia el interior de la casa.

-¡Oigan ya paren de discutir! ¡Inuyasha, sí Koga quiere ir ira! Nadie se lo puede prohibir – al entrar los gritos se escucharon, pero bueno, para Kagome y todos en la casa ya era costumbre.

-¡Pero él solo quiere ir para molestar! ¡Quiero pasar estos días con mi familia!

-¡Él es tú familia!

-¡Él no cuenta, no lo veo casi nunca!

-¡Y cuando se ven se comportan como dos animales salvajes! ¡Ya basta! – ambas azabaches llegaron al comedor, la mesa ya estaba puesta con la leche vertida en una lechera, los bizcochuelos cortados en cuadrado y el termo con el agua caliente.

-Buenos días – saludo Inu No sentado en la mesa junto con Sesshomaru ignorando la discusión a unos metros y desayunando en completa tranquilidad.

-Buenos días – saludaron ambas y tomaron asiento al frente de los dos hombres. Kagome sentó a Daichi en la silla de él y le dio un pedazo de fruta cortada que estaba en el centro de la mesa.

-Veo que te acostumbras querida – le sonrió Inu No al frente de ella.

-Sí, en la empresa es casi lo mismo cuando Izayoi está de visita – hizo comillas con sus dedos haciéndolo reír.

-¡Se sientan y desayunan tranquilos porque si no ninguno de los dos irá! – y aquel fue el último grito de la discusión, Izayoi una vez más ponía orden. Inuyasha y Koga se sentaron a la par de Inu no y Sesshomaru uno al lado del otro con la mirada clavada al frente ambos con el ceño fruncido.

-Me agotaron – Izayoi se sentó al lado de Inu No.

-Ya, ya... tú solo, come – Inu No le metió sin avisar un trozo de bizcochuelo en la boca.

-Terminamos de desayunar y salimos en una hora a más tardar – aviso Izayoi con la boca llena – Y ustedes... se comportan – mascullo y miro fulminante a su hijo menor y sobrino.

°°°

-¿Por qué se comporta como un chiquilín señor? ¿No es ese el trabajo de Daichi? – pregunto irónicamente sentada en la esquina de la cama en la habitación de su jefe, tenía a Daichi sentado sobre sus piernas, ya había preparado sus cosas para salir e Inuyasha ya había preparado las cosas de su hijo, solo faltaba él.

-No te hagas la inocente. Sabes que discutía con él por ti – reprocho Inuyasha sacándose su camiseta blanca y poniéndose ahora una musculosa azul dejando a la vista sus bien formados bíceps.

-Y le repito. No sé porque, no somos nada... no hay porque ponerse así señor.

-¿Qué harías si me ves a mí con otra mujer?

-Ah... nada, digo... estoy acostumbrada a verlo con mujeres – Kagome se encogió de hombros fingiendo desinterés e indiferencia ante lo que dijo su jefe.

-Hace mucho no estoy con nadie, tú eres la única en meses y meses Kagome.

-¿Enserio? – Kagome lo miro con ternura y alegría.

-Enserio, no te mentiría a ti.

-Aww – Kagome se puso de pie con Daichi recargado en su cintura siendo sostenido por un brazo. Se acercó al peli plata y se elevó en puntitas para darle un beso – Usted también, en este mes es el único – le sonrió.

-¿Cómo que en este mes? ¿Acaso...?

-Solo era broma señor – se carcajeo Kagome ante la broma echa e Inuyasha suspiro aliviado.

-Ba ba ba ba baaaaaaaaaa – exclamo Daichi.

-Daichi, es PA-PÁ – dijo Kagome al pequeño.

-Ba ba.

-Bueno, cerca – y le dio un sonoro beso en la mejilla al pequeño, Inuyasha sonrió embobado y también acercó su mejilla a Kagome -Dios, que mimado señor – y Kagome le brindo también un beso en la mejilla a su jefe.

-Ahora a ti – y sin dejarla responder le dio un beso suave y pausado en la mejilla.

-Inuyasha...

-Bravo, dijiste mi nombre. Te mereces un premio por eso – y entonces la beso con euforia en los labios y Kagome correspondió en cuanto lo sintió.

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¡Nos leemos!

ᴘᴀᴅʀᴇ ꜱᴏʟᴛᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora