Capítulo 11: En camino (parte I)

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Galopeo

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Galopeo. Polvo esparcido. No deja mirar atrás, no hay tiempo para repensar.
Así iban. Con la mirada al frente, guiándose por una brújula interna y depositando su suerte en las manos de quién sabe. Aconsejados por Ar, cruzarían Hor a pie, intentando no llamar la atención.
Germanus sentía alivio a medida que se alejaba de Rasgh, y poco a poco comenzaba a recuperar su gracia habitual. Fhender se encontraba a su derecha, siguiéndole el paso. Había aprendido a dominar al Gaper, después de tantas caídas, podía decirse que era un experto. La velocidad del animal era menos de la media que podía alcanzar; esto se debía a que el joven debía procurar la seguridad del nuevo integrante, su mascota. Pese a algunas quejas, Fhender los había convencido de que era vital no abandonarlo; específicamente había manifestado que sin este no viajaría. El joven comenzaba a sentir un gran aprecio y apego; realmente no podría haberlo dejado a su suerte, abandonado.
Zies y Aphela, habían elegido continuar su camino con Orwen, recorriendo los reinos al sur de Rasgh y Noinor; acompañados por otros Vahianer llegarían al mismo destino que Fhender. Tuk'Hum.
El plan estaba puesto sobre la mesa. Las voces ya se habían esparcido.

Oriana calculaba que tardarían alrededor de dos días en llegar a Hor. Se fundamentaba en la velocidad de galopeo y en los descansos que necesitarían.
A diferencia de los demás, la guerrera no se encontraba de buenos ánimos. Había espetado solo las palabras necesarias y su rostro permanecía inexpresivo. Por momentos el joven la creía pensativa, dudando de la travesía; pero se equivocaba.

Para salir de Rasgh, debían atravesar una ciudad llamada P'hek, donde habían invertido una gran suma en ropas de abrigo. Si algo sabían de Hor, era que el frio del reino, podía matarlos en unas horas si no tomaban las precauciones adecuadas.

Bori aprovechaba cada momento para hablar con Fhender. Desde que se habían conocido tenían buen trato; pero después de lo sucedido con Engar, habían desarrollado un vínculo muy parecido a lo que el joven llamaría amistad. Quizá lo veía así, por la poca diferencia de edad que llevaban; además encontraba constantemente en Bori, similitudes que le hacían recordar a Leo. En cambio, Oriana y Germanus, se mantenían más rígidos con sus emociones, tomando el papel de líder y maestro a la vez.

El ruido de los Gapers al hacer estallar sus pies contra la tierra, no era ensordecedor como el de un galope; pero no permitía la interacción entre los jinetes. El sol los encontraba con su extremo esplendor, acariciándoles las espaladas. Extrañarían la calidez de los reinos del centro. Un grupo, pasaría un extremo clima invernal; y el otro, un desértico verano.

El camino parecía no tener fin, el joven intentaba ver más allá sin obtener resultados. La mirada vagaba de rostro en rostro y sus piernas ya comenzaban a pedirle un descanso. Se sorprendía al notar el temprano desarrollo de su mascota. Kog le juraba que unos cuantos mercaderes habían ofrecido grandes sumas por esta; aunque ninguno le podía especificar a qué especie pertenecía.
El nuevo pelaje se tornaba de un anaranjado intenso como los rayos del sol y de su boca, comenzaban a emerger, gruesos y puntiagudos, sus primeros dientes. Casi sin darse cuenta, el animal resultaba pesado a los brazos y ya no cabía en el zurrón.
Fhender dejó correr un recuerdo sobre su última charla con Ar, justo antes de subir al Gaper.

Fhender: La rebelión de los Vahianer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora