Con el señor Sesshomaru para siempre. PARTE 2

21. Festín en el palacio.

Tras regresar al palacio, Sesshomaru autorizó que sus soldados tomaran un descanso de dos días antes de volver a sus entrenamientos y dar el próximo ataque a las tres regiones circundantes a los dominios del demonio Mayor. Insistieron tanto en una celebración que Sesshomaru no tuvo más opción que dar su aprobación, le fastidiaba tanta persistencia por parte de ellos. Después de todo, merecían un festejo. Bingo con mucho gusto se ofreció a organizar todo.

Por la noche, un gran banquete digno de un ejército victorioso. Bebidas embriagantes, sin duda las mejores, elaboradas por Yakurodokusen. Música, bailes en los que se rehusó a participar y... ¿¿Demostraciones afectivas entre su ejército?? Era suficiente, no tenía por qué ser testigo de esas escenas tan patéticas.

Se puso de pie indicando a Aki que estuviera pendiente de cualquier disturbio. Se dirigió a su habitación. Era imposible disfrutar de la belleza de la luna con tanto ruido. Se despojo de sus prendas y se dispuso a descansar. Tocaron a su puerta. ¿Quien demonios era? Seguramente Keiko, pero ella no tocaría. Sintió curiosidad, fue a abrir.

Sesshomaru: ¿Que haces aquí?

Fuji: ¿Puedo pasar? (Sesshomaru se hace a un lado permitiéndole entrar). Disculpa por seguirte.

Sesshomaru: ¿Que quieres?

Fuji: Sabes lo que quiero Sesshomaru. (Se acerca a él y besa sus labios).

Sesshomaru: (La aparta) ¿Que crees que haces? Estás ebria.

Fuji: Tal vez, pero soy consciente de lo que hago aquí y de lo que quiero de ti.

Sesshomaru: ¿Ah si? Y puedo saber... ¿que quieres de mi?

Fuji: Lo sabes mi querido Sesshomaru... (Se acerca a él mientras se despoja poco a poco de sus ropas). Sé que nunca caminaré a tu lado de la mano, ni busco título alguno Sesshomaru... Sólo quiero que satisfagas tus deseos conmigo... (Toma las manos del poderoso demonio y las coloca sobre su cuerpo) No tienes una maldita idea de como te extrañé y cómo añoraba tu regreso... Quiero sentir tus manos sobre mi, tu cuerpo encima mío, quiero ser tuya esta noche.

La observó, su rostro suplicante, su cuello, sus pechos, deslizó sus manos por su cintura, sus caderas, en un rápido movimiento la volteó dejándola de espaldas contra él.

Sesshomaru: ¿Estás segura de lo que dices Fuji?

Fuji: Si Sesshomaru, muero de ganas por volver a temblar entre tus brazos como una presa agonizante.

Sesshomaru: (Toma su barbilla y la atrae a su rostro) Estas consciente que esto es únicamente para calmar nuestros instintos, y que no quiero que entren estúpidos sentimientos en este juego, ¿Verdad?

Fuji: Lo se Sesshomaru, siempre he aceptado tus condiciones.

Rasguña, muerde, estruja su cuerpo. La encamina hacia un escritorio cercano, la recuesta boca abajo, su trasero queda expuesto para él. La embiste con rudeza una y otra vez, el dolor y el placer la hacen arañar la madera de aquél escritorio. Una vez culminado aquél acto, a la mujer le cuesta incorporarse. Él se viste rápidamente, ella unos minutos después. Se acerca a depositar un beso en sus labios como muestra de agradecimiento. Él no lo impide. Fuji esta por marcharse cuando él la llama.

Sesshomaru: Fuji.

Fuji: ¿Si?

Sesshomaru: No quiero un alboroto por esto.

Fuji: Lo sé, no te preocupes.

Sesshomaru: Vuelve al festejo y trae aquí un barril de licor.

Fuji: ¡Si! Enseguida.

Así lo hace, vuelve a los pocos minutos con un barril de licor, Sesshomaru le indica que se retire, ahora desea estar solo. De cierta forma se reprocha a sí mismo el haber accedido a estar con aquella mujer. Recuerda como es que llegó a involucrarse con esas dos y le parece patético. Pero en fin... Al menos sabía, que Fuji no le armaría todo un drama como Keiko ya lo había hecho en varias ocasiones, no sólo ahora, sino desde hace cientos de años. Aunque... Tal vez se equivocaba.

Luego de un rato se escuchó un murmullo en los pasillos del palacio. Con la vista un poco nublada ya, maldijo aquel alboroto, maldijo a Aki, fue el único encargo que le dio: estar pendiente de cualquier disturbio y solucionarlo. Maldijo nuevamente a todos, tomó a Bakusaiga y salió a investigar por si mismo lo que ocurría.

Gran parte de los soldados estaban dentro del palacio. Gritaban como locos. Animaban a que se continuará una pelea. Apostaban y bebían emocionados.

Sesshomaru: ¡Jaken!

Jaken: (Nervioso) Ay amo bonito pensé que ya estaba dormidito.

Sesshomaru: ¿Que diablos pasa aquí?

Jaken: Bueno, estás muchachas se están peleando.... Por usted.

Sesshomaru: ¿Qué?

Da un salto y se sitúa justo en el centro de aquel círculo de soldados, las dos mujeres pelean con sus espadas. Al verlo se detienen un instante, esta semidesnudo, la parte de arriba de su cuerpo está descubierta, todas las mujeres presentes lo ven con deseo, Fuji y Keiko bajan la cabeza. Saben que él se molestará y ese enojó provocado por ellas mismas costará caro.

Sesshomaru: ¿Que creen que hacen?

Fuji: Disculpeme señor Sesshomaru, yo sólo me defendía.

Keiko: ¿Ahora yo soy la mala de la historia? Maldita mujerzuela, maldita ofrecida.

Fuji: (Salen lágrimas de sus ojos) Te juro que no le dije nada Sesshomaru.

Keiko: ¡¡No te hagas la víctima!! Te dije que Sesshomaru es mío. (Va corriendo a atacarla pero Sesshomaru detiene el ataque).

Sesshomaru: No soy propiedad de nadie y mucho menos lo sería de alguna de ustedes.

Escudera 1: ¡¡¡Entonces se mío bombón!!!

Sesshomaru: (enojado por ese comentario) Grrrr. ¡¡¡Larguénse todos de aquí!!! ¡¡Se acabó su festejo y su descanso!! Mañana los quiero a todos entrenando porque partiremos al día siguiente.

Aki: Todo por culpa de los celos de Keiko.

Bingo: ¡¡¡Mejor peleen por mi nenas!!!

Keiko/Fuji: ¡¡Cállate!!

Tras aquel problema, Sesshomaru y todos se retiraron a descansar. Al día siguiente, muy temprano, retomaron sus labores. Sesshomaru les indico a sus colaboradores más cercanos el próximo plan de ataque. Keiko le pidió a Bingo que ocupara su lugar. Luego de tres meses regresaron victoriosos, esta vez nadie hablo sobre festejo alguno.

Sesshomaru deseaba volver a la aldea, se sentía un poco apenado con Rin. Sin embargo, faltaban 3 meses para el cumpleaños de la niña, consideró que lo mejor era esperar para entonces.