Parte Cuatro

4.8K 478 451
                                    

Otro día igual.

Nada interesante que pueda remover algún sentimiento en mi inerte corazón.

Y ahora si puedo confirmar que es como si estuviera muerto en vida y sinceramente, no me gusta en lo absoluto este sentimiento de extrema inconformidad.

Se siente un vacío hondo calando en tu interior, que no puedes llenar con nada. Las ganas de realizar cosas futuras se esfuman con el movimiento imparcial del viento. La admiración del entorno ha desaparecido y mi existencia es insólitamente amarga. El cantar de los pájaros ya no causan en mí lo mismo que causaban antes, las personas son iguales entre sí y carecen de verdadero interés, los colores, los olores, las formas... Todo es igual, es lo mismo, nada importante ni relevante para mi enigmática persona.

¿Así es ser un humano?

¿Así es sentir y pensar como ellos?

Pues bien, no quiero sentirlo más.

Prefiero mi vida anterior.

Porque aunque yo no era relevante para el mundo, el mundo si era relevante para mí.

¿A esto se le llama amor?

¿Estar triste y sufrir?

Mi castaño favorito ha causado un revuelto total en mí y en verdad, no sé qué hacer con todos estos sentimientos confusos que solo van dirigidos, única y exclusivamente a él. Ahora, siento que todo –por su culpa o por la mía, no lo sé- lo veo carente de hermosura, cuando antes solía ser diferente. La vida me parece amarga, tonta, sin sentido y... No sé qué pensar. Ya no encuentro las palabras adecuadas para describir cosas, las palabras suficientes para llenar este vacío que ahora estoy presenciando y la verdad, tampoco tengo las ganas para buscarlas.

El día culminó en un parpadeo.

No me di cuenta de nada y bueno, eso no podría importarme menos ahora.

La noche ha caído y con ella, mi otra miseria.

Salgo de mi vitrina sin fuerzas, quito la ropa que cubre mi cuerpo esta vez, voy al baño y me doy cuenta de que he caído en la misma monotonía de todo ser humano. Siempre haciendo lo mismo, sin disfrutar nada en especial.

Observo en mi reflejo mis cabellos negros cayendo por mi rostro, lágrimas –que ahora se han convertido en mis amigas- mojando mis mejillas, esa falta de brillo en mis orbes esmeraldas apagadas, la palidez mortal de mi piel, el desinterés por expresión que cargo en mis inusuales facciones.

Y sí, patético es la única palabra que me califica en estos míseros momentos.

Tras un profundo suspiro salido por entre mis labios que empaña ligeramente el cristal del espejo, mis pies desnudos en contacto con el frío suelo me llevan hasta el laboratorio de mi dueño. Entro y cierro la puerta tras de mí mientras me recargo en ella para dejarme caer al suelo sentado. Escucho la lluvia caer y entre la oscuridad de esta habitación puedo sentir el escalofriante ambiente que me rodea sin más. Abrazo mis piernas flexionadas contra mi pecho y con la yema de mis dedos acaricio sutilmente mis rodillas, en un vago y hasta absurdo intento de hacerme sentir un poco mejor.

No sé qué hago en el laboratorio de mi dueño.

Quizás espero a Adham.

Quizás no.

La verdad es absurdo estar aquí, pero me gusta la oscuridad y el ambiente de este enigmático lugar, cuando antes no me gustaba entrar aquí porque me parecía una falta de privacidad contra mi dueño. Pero, bah que importa. Además ¿Qué puedo hacer allá afuera? Si no tengo fuerzas ni ganas de nada. Mis ojos tratan de observar mi entorno, que aunque esta oscuro puedo deslumbrar algunas pequeñas cosas y me doy cuenta de que represento a este lugar como cuando tienes una venda en los ojos, que cubren de tu visión las cosas que en verdad importan, dejándote sumido en la oscuridad de tu negación. Y siendo consciente de esto ¿Por qué no cambio? ¿Por qué entre más pasan los minutos me hundo más en mi propio sufrimiento? ¿Por qué no quiero detenerlo? ¿Por qué quiero continuar hundiéndome?

Human-Doll; frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora