Introducción

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Harry se despertó pronto por la mañana. De inmediato bostezó, y se fijó en el calendario que había colgado en la pared. Cada día tachaba un número en ese calendario viendo como poco a poco se acercaba el día de su regreso al sitio que consideraba su verdadero hogar, Hogwarts. Ya solo quedaba una semana para que aquel suplicio terminara, y este año se aseguraría de que sus tíos desistieran de intentar encerrarle para que no se juntara, como les llamaban ellos, con esos bichos raros que hacían magia constantemente.

Antes de empezar el día decidió mirar sus libros durante un rato. Gracias a que los gemelos Weasley le habían regalado un candado encantado que aunque parecía cerrado no lo estaba, Harry tenía libre acceso a su baúl. Cuando llevaba un cuarto de hora ensimismado en los libros, oyó unos fuertes golpes en su puerta y salió a hacer de elfo doméstico como siempre le había tocado hacer. Preparó un copioso desayuno del cual solo probó una pequeña porción mientras veía como sus tíos se hinchaban a comer. No sabía cómo alguien podía llegar a comer tanto y llegar a estar tan gordo pero su tío y su sobrino aumentaban de tamaño a cada año que pasaba. Ni siquiera las clases de lucha que servían para atormentar a Harry hacían que Dudley perdiera esa nariz de cerdo que le habría hecho un excelente conjunto con la cola que una vez le puso Hagrid.

Tras ese copioso almuerzo fregó los platos de todos los presentes y se dirigió al piso de arriba donde estaba la jaula de Hedwig. Cuando llegó allí, se sorprendió de ver la pequeña lechuza de Sirius que ahora era propiedad de Ron comiendo nerviosamente la comida de Hedwig, mientras esta última indiferente esperaba en el alfeizar de la ventana con la pata levantada mostrando dos cartas en ella. Harry cogió las cartas que le entregaba Hedwig y tras dejarlas a un lado se encargó de sacar a Pig de la jaula mientras este le picoteaba sin piedad. Recogió la carta que este tenía, junto a dos pequeños paquetes. Después lo dejó de nuevo en la jaula para que compartiera la comida con una indignada Hedwig.

- Lo siento Hedwig. –se disculpó Harry- Sabes que no tengo ningún otro recipiente para la comida y como mis tíos se enteren de que tengo a otra lechuza en el cuarto me matan.

Tras examinar las cartas vio que las dos primeras eran de sus mejores amigos. En ellas le hacía la estúpida pregunta de cómo le estaba yendo el verano y describiendo sus viajes, el primero a Rumanía a visitar a su hermano Charlie y el segundo en Japón. Hermione le explicaba detalladamente todas las criaturas mágicas que había encontrado por allí y cuan diferentes eran de las de Londres en una extensa carta. Terminaba citándolo en el callejón Diagon en 3 días. Harry se las ingeniaría para ir fuera como fuera.

La última carta, para su sorpresa era de Sirius. Seguramente le había pedido a Ron la lechuza para comunicarse con él. En ella decía:

"Querido Harry,

Supongo que estarás pasando uno de los peores veranos desde que ingresaste a Hogwarts puesto que tus amigos no están en Londres. Siento tener que dejarte en casa de tus tíos. Ojala todo fuera diferente y te pudieras venir a vivir conmigo sin ocultarnos de la justicia constantemente.

Como eso no lo puedo hacer he decidido darte algo que quizás pueda serte útil. La primera caja contiene una poción para tus tíos. Cuando quieras irte pónsela en la bebida y durante dos días tendrán alucinaciones creyendo que estas en la casa. Sé que cada año te intentan impedir que te vayas así que esto te será de gran ayuda. Y el segundo paquete, bueno siento haber tardado tanto pero no te he podido escribir antes. Este es tu regalo de cumpleaños. Úsalo igual que lo usamos tu padre y yo cuando éramos alumnos, sin incumplir las normas y con moderación."

La carta no traía firma alguna por si era interceptada por el camino. Harry abrió el paquete más grande y de su interior sacó una botellita con un líquido transparente. Era perfecto. Con eso podría irse al callejón Diagon sin ningún problema. Ya solo le faltaba encontrar un medio de transporte para ir hasta allí, aunque tenía una ligera idea de cuál usaría. Guardó la botellita con cuidado en su chaqueta y abrió el segundo paquete. Este contenía un anillo dorado con una piedra roja en el centro. Junto a este había una nota.

Almas Reencarnadas [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora