Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
— Alguien las tiene, Stella. Alguien tiene mis alas — dice mi padre entre dientes, dando a notar su gran molestia.
– Te recuerdo que mis alas también, padre — voltee los ojos frustrada.
Se escuchan las risas malvada de Maze y es ahí cuando mi padre voltea.
— Hola, Sergei. El agua no está agradable, ¿cierto? — el hombre que había sido previamente seducido por Maze, apenas y estaba llenando sus pulmones de aire después de ser ahogado por unos segundos.
— Sigo protestando, ¿Por qué no fui yo la que hizo lo que Maze hizo? — me cruce de brazos mientras que mi padre me lanzó una mirada asesina y yo solo le sonreí de vuelta.
— ¿Que haces? — apenas pregunta el hombre.
— ¿No es obvio? Voy a torturarte brutalmente hasta que me des lo que quiero. Mis alas, ¿Dónde están mis alas? — aumenta el tono de voz de mi padre.
Maze hala mucho más del cabello del hombre.
— ¿Qué alas? No sé de qué hablas — grita desesperado mientras que mi padre le hace una seña a Maze.
Maze vuelve a hundir al hombre en el agua y cuando lo saca del agua me agacho y colocó una daga en su cuello mientras que con mi otra mano lo sostengo y sonrió maliciosamente.
— Como puedes ver no jugaré tu juego, ¿intentamos esto otra vez? Mis alas, por favor — dice mi padre aún más enojado.
— Escúchame, ¿por qué robaría tus alas? Ni siquiera se quien eres – se desespera el hombre y me acerco mas a él para aplastar la daga aun más.
— Soy Lucifer Morningstar. Y tu idiota, eres Sergei Bok, un conocido contrabandista — Maze lo vuelve a hundir en el agua.
— ¿Y si lo golpeamos un poco? — Sonreímos con malicia.
— Me temo decir qué talvés esta vez la solución no sea la violencia — dice de repente.
— ¿De qué hablas? — la cara de Maze cambia completamente y yo miro con los ojos entrecerrados a mi padre.
— Ya hemos torturado a cinco hombres y no obtenemos información sobre las alas, creo que es momento de buscar ayudar profesional — dice levantándose mientras que la morena sigue ahogando a Sergei.
— Voy a la comisaría — tomó sus llaves.
— Uhhh, te acompaño — corrí hacia él provocando que me lanzara una mirada frustrada, tan solo tomé su brazo y le sonreí.