Codicioso

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Ya habían pasado un par de días, faltaba solo un día para la tan ansiada competencia física.
Cuando Usa dio el aviso de esta a los cuatro latinos ni uno llegó a imaginarse jamás de que esa competencia se iba a popularizar dentro del hotel, incluso dentro del resort.
Eran ocho parejas las que competían pero era mucho mayor el público que iba a ir a apoyarlas.
A pesar de tener una apuesta con el norteamericano con amenaza de por medio, el mexicano no estaba para nada preocupado, seis de las ocho parejas eran países que no necesitaban el dinero, de hecho ni siquiera eran tan buenas en deportes, simplemente se habían apuntado por diversión.
La verdadera amenaza para México eran casualmente sus dos amigos Argentina y Chile, los cuáles era muy competitivos y se morían por ganar. Los había observando entrenar y no eran malos que el pequeño latino se esperaba, si no que eran bastante fuertes, veloces y ágiles.
Aún así, confiaba fielmente en su compañero ruso, ambos habían entrenado juntos de manera muy dura durante esos días, claramente no volvieron a tener una pelea en el ring como habían hecho antes pero sí que habían entrenado demasiado.
El día antes de la competencia, México se la pasó casi todo el día en el gimnasio, para seguir fortaleciéndose. El latino era muy ágil, flexible y extremadamente rápido la única cosa que se le dificultaba era a la hora de hacer ejercicios de fuerza, algo comprensible debido a la delgada contextura del mexicano, por eso se pasaba horas en el gimnasio levantando pesas, pero sin mucho éxito. Por eso, al ver al argentino con el chileno entrenando también casi todo el día, le llegaba a preocupar un poco. Solo esperaba que en la competencia no hubieran muchas pruebas relacionadas con levantar cosas.

El ruso llegó bastante tarde al entrenamiento, al igual que los seis equipos restantes, los cuáles habían entrenado una mierda, incluso habían unos que era primera vez que lo hacían.
Rusia no estaba para nada preocupado, de hecho estaba muy relajado, esto se lo tomaba como una entretención, ya que esté desconocía por completo la apuesta que había hecho su querido México con Usa.

El mexicano al ver llegar al ruso al gimnasio no pudo evitar sentir una gran alegría, no solo porque tenían que entrenar juntos, si no también porque el simple hecho de verlo lo ponía feliz de inmediato.

—Bebesito!—Gritó México.
—No me llames así.—Dijo Rusia riéndose.
—Pero es nuestra canción, se supone que tú también me tienes que llamar así..—Dijo México mientras le dedicaba una tierna sonrisa al más alto.

El ruso después de esa fiesta confirmó nuevamente que odia el reggaetón, pero con la sonrisa tan adorable del latino no se podía negar a nada.

— Bebesito.—Dijo Rusia de manera suave.
—Te besaría ahora mismo pero hay muchas personas aquí.—Respondió México.
—¿Y qué hacías?—Preguntó Rusia.
—Levantaba pesas.—Dijo el mexicano.
—México, ya hablamos de esto, te puedes lastimar.—Dijo el ruso de manera preocupada.
—Es que eso es lo único que me cuesta, levantar cosas...—Dijo el mexicano.
—¿Y porqué no prácticas en lo que eres más bueno?, así vas a poder destacar en esa área.—Dijo Rusia.

México volteó a mirar a sus dos amigos, los cuáles estaban corriendo juntos en las corredoras mientras se morían de la risa.

—Creo que tienes razón.—Dijo México mirando hacia otro lado.
—Simplemente no quiero verte mal, después de entrenar te voy a invitar a comer algo.—Dijo Rusia mientras acariciaba ligeramente los pequeños hombros del mexicano.
—Rusia no es necesario..—Dijo México.
—Quiero hacerlo, además uno no puede competir si no está bien alimentado, ¿No?—Dijo el ruso.

El latino sonrió ligeramente a modo de afirmación mientras el euro asiático le devolvía la sonrisa.

Ambos empezaron a entrenar juntos, México empezó a hacer yoga en una colchoneta no muy lejos del ruso, como a él tanto le gustaba, en cambio Rusia estaba haciendo flexiones de brazos en una barra, se notaba que era realmente fuerte, era capaz de llegar totalmente hasta arriba.