Parte 20

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Al despertar, de lo primero que se percato fue de que uno de sus dedos pasaban por sus cabellos y le enviaban escalofríos por las columna.

Inmediatamente una sonrisa salio de su boca al darse cuenta de que muy probablemente quien le regalaba las caricias era su Ari.

Sus parpados revolotearon un par de veces y al abrirlos por completo, se encontró a Aristoteles sentado a su lado en la cama, efectivamente con la mano sobre su cabeza.

Sintió un calor instalarse en su pecho al ver la sonrisa que le regalo Ari al verlo despertar.

"¿Dormiste bien?" respondió Aristoteles sin detener las caricias sobre su cabello.

"Si señor, muchas gracias por dejarme descansar." Respondió Temo e inconscientemente cerro sus ojos y movió su cabeza, como acariciándose a el mismo con la mano de su poseedor.

"No hay porque agradecer, pequeño." Murmuro Ari, enternecido al ver la reacción del menor.

Su sonrisa se fue borrando de su rostro al recordar de lo que debía hablar con su esclavo.

"¿Como siguió su dolor de cabeza?" Pregunto Temo al abrir los ojos y ver la seriedad en el rostro de su poseedor.

"Oh, bien, ya se me quito. Gracias por las pastillas." Respondió Ari recuperando un poco la sonrisa. "Te traje el almuerzo, ¿tienes hambre?" 

Temo frunció su ceño un poco; se suponía que era el quien debía atender a Aristoteles, no al contrario. A pesar de esto, asintió pequeño y se acomodo hasta quedar sentado.

"Pero antes, necesito hablarte de algo." Hablo Ari y Temo se congelo en el lugar al escuchar la seriedad en la voz de su dueño. "Necesito decirte algo, pero primero necesito dejarte en claro algunas cositas, ¿prometes no asustarte antes de que termine de hablar?" 

Temo lo miro directo a los ojos y después de dudarlo, asintió.  Aristoteles se movió hasta quedar sentado frente al menor y le tomo las manos.

"¿Recuerdas cuando dije que nunca te devolvería y que siempre te protegería?" pregunto Ari y Temo asintió. "Necesito que recuerdes eso siempre. Nunca te devolveré ni permitiré que te quiten de mi lado o que te lastimen." 

Temo se relajo al ver la genuinidad en el rostro del mayor y sonrió un poco, pero su sonrisa cayo al escuchar las siguientes palabras de Aristoteles.

"Bueno, esta mañana llamaron del C.A.E." Empezó a decir Ari y Temo apretó de manera casi dolorosa el agarre en las manos de su dueño.

"Debemos ir esta tarde para justificar que todo va bien y saldremos de allí tan pronto terminemos." Temo solo asintió al escucharlo y Aristoteles no pudo aguantarse mas "¿Que opinas?"

"Sabia que lo llamarían, señor" Dijo Temo con los ojos aguados y Ari lo miro confundido. "Es parte del protocolo después de una devolución. A mi segundo poseedor lo llamaron para lo mismo... P-pero odio ese lugar, Señor..."

"Lo se, pequeño" Murmuro Ari y jalo a Temo para envolverlo en un abrazo. "Lamento tener que llevarte de nuevo a ese lugar, pero si no vamos, tratarían de llevarte y jamas permitiré eso." 

Temo asintió contra su pecho y luego se separo muy despacio. Se quedo con la mirada baja al darse cuenta de que salir era sinónimo de contacto con personas en compañía de su nuevo y diferente dueño...

"Señor." Dijo Temo alzando la mirada y Ari se sobresalto al ver la seriedad en su rostro; de pronto no se veía tan joven. "¿Me permite decirle algo?"

"Por supuesto, sabes que no debes pedir permiso."

"Señor, cuando estemos afuera, no puede tratarme así" Dijo Temo y Ari frunció su ceño. "Afuera tiene que recordar que yo soy solo un esclavo-"

"No, pequeño, no importa la gente-"

"No quiero que le hagan daño, Señor, por favor" Interrumpió Temo a Ari y lo vio directo a los ojos.

A pesar de estar muy en desacuerdo, Aristoteles sabia que Temo tenia razón. Si lo trataba afuera de la misma manera que lo trataba allí, los pondría a ambos en peligro.

A la vez, sintió su corazón inflarse por ver la confianza que le tenia el ojimiel como para decirle algo así.

"Bien." Murmuro Ari y Temo le sonrió. "Pero no creas que te andaré tratando como una mierda."

"Se que no sera asi." Respondió Temo con una amplia sonrisa y Ari se relajo al verlo volver a su pequeño. "Mi Ari es bueno y jamas me haría daño, eso lo se muy bien."

Una brillante sonrisa se asomo en Emilio y le volvió a tomar las manos al ojimiel, atrayendolas hacia su boca y dejando un beso en cada mano.

"Exacto, pequeño. Tu Ari jamas te hará daño."



















Liberame - Aristemo ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora