Capítulo 6: Noches reversibles

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Creía que Petyr se iba a ir sin ella, pero estaba equivocada. Son las doce y diez de la noche cuando el rubio aparece de nuevo en la habitación y le da a Alessia una chaqueta negra.

—Es de una enfermera, intenta no ensuciarla que hay que devolverla. Y ponte el gorro, lo último que queremos es que te reconozcan —informa volviendo a salir. Alessia le sigue esta vez, en silencio y unos pasos por detrás de él.

La parte "visible" del hospital está a esas horas abarrotada de gente. El tufo a enfermedad marea momentáneamente a Alessia. La niña se obliga a no detenerse al ver a un niño que llora desconsolado con la mano cubierta por un vendaje ensangrentado.

—¿Qué le ha pasado? —musita acercándose a Petyr, que no aminora el ritmo.

—No lo sé, pero no me gusta nada el panorama de esta noche. No tendrías que haber venido. Pero bueno, no iba a poder convencerte de lo contrario. La verdad es que el número de pacientes está aumentando a un ritmo que da miedo.

Ella no dice nada más. Salen a la calle y el viento baila un vals con el pelo de Alessia. Petyr saca de su bolsillo las llaves del coche, pulsa el botón y las luces del vehículo se encienden. Entran y el hombre arranca el motor, mira por los espejos y emprende la marcha. Alessia se recuesta contra el asiento y mira al frente, que está totalmente a oscuras salvando el tramo que iluminan las luces.

—Esta zona digamos que es más segura, no suele haber tantos crímenes porque está mejor vigilada. Vamos a tardar un poco en llegar, puedes dormir si quieres. Te despertaré cuando estemos cerca.

—Estoy bien, no te preocupes. Y gracias por traerme, de verdad —contesta Alessia con total sinceridad.

—¿Tenía elección? —pregunta él, y los labios se le abren dejando ver unos dientes perfectamente alineados que se ríen. Alessia desearía que los suyos fuesen así, pero el no haber llevado aparato ha provocado que estén algo torcidos, lo suficiente para tratar de mantener la boca cerrada siempre que sonríe. Así le dijo su madre que debía ser. Qué idiota.

—No —responde ella. Petyr toquetea unos botones de la pantalla táctil del coche y enciende la música, que está directamente conectada a su móvil según puede comprobar Alessia. Inmediatamente, una voz masculina muy dulce comienza a sonar.

Wish I could tell you about the noise

But I didn't hear a thing

She said, "It must have been the wind, must have been the wind"

Ambos escuchan la canción sin decir nada, cada uno inmerso en sus propios pensamientos.


Es la una y media de la madrugada y Petyr mira de reojo a Alessia, que finalmente se ha rendido en la batalla contra Morfeo y duerme con la cabeza apoyada en el respaldo del asiento. El rubio trata de conducir con suavidad para no despertarla. Faltan unos cuarenta minutos para llegar a su casa, pero el ambiente viene cargado desde hace un rato. A pesar de la hora que es, hay una cantidad ingente de personas por la calle. Todas ellas tienen en común que parecen idas y recuerdan en cierta medida a los zombies de las películas de terror, con la diferencia de que estos no están muertos. De momento. A Petyr le preocupa otra cosa. El código ya se ha actualizado y las calles están repletas, cuando deberían de haber quedado vacías. Eso les da veinticuatro horas completas para hacer lo que les plazca sin ningún tipo de repercusión hasta que se vuelva a actualizar el código, puesto que la policía no va a llegar hasta esta zona. Desde hace unas semanas, con la proliferación de dementes, se les ha dado órdenes de vigilar exclusivamente los alrededores del hospital y los barrios más ricos.

Petyr se ve obligado de repente a dar un frenazo cuando las luces alcanzan a alumbrar a un transeúnte que prácticamente se ha tirado a la carretera. Alessia abre los ojos, confusa. La persona que Petyr ha estado a punto de atropellar es un chaval de unos veinte años con los ojos cercados por el color rojo. Lleva una navaja en la mano y la camiseta blanca empapada en sangre. El rubio reconoce inmediatamente que el chico debe de haber consumido algún tipo de droga y lleva la mano a la palanca de marchas, esperando un movimiento por su parte.

—Petyr, ¿quién...? —Alessia no llega a terminar la pregunta. El desconocido corre hacia ellos y se tira sobre el capó, estrellándose contra el cristal del coche provocando que la niña ahogue un grito y que Petyr meta la marcha atrás inmediatamente. El coche retrocede con rapidez haciendo que el individuo resbale y caiga, Petyr comprueba que no hay nadie tras él y pega un volantazo para cambiar de sentido, invadiendo momentáneamente el carril de sentido contrario para colocarse en el contiguo.

—¿Qué está pasando?

—No lo sé —reconoce él. Acelera. Busca otro camino para llegar a la casa de Alessia.

—El código no ha funcionado —musita la niña.

—No es eso. Imagino que no habrá cometido ningún pecado hasta ahora más allá de drogarse, y creo que esa acción no la recoge el código.

—¿Tú has visto la navaja? ¿Y la camiseta?

—Sí, lo he visto. No tiene por qué haber matado a nadie él. O igual lo ha hecho después de medianoche...

—Petyr, tenía un dos rojo en la muñeca, lo he visto cuando estaba sobre el cristal.

—Eso es imposible, estaría muerto.

—Pues yo lo he visto.

—Te lo habrás imaginado, el código nunca ha fallado —responde él sin dejar de mirar al frente. Alessia se calla al ver los nudillos blancos del hombre apretarse sobre el volante del coche. Está nervioso. Él también sabe que algo no va bien. La peliazul suspira y se apoya nuevamente contra el respaldo del asiento. Esta vez no se duerme en lo que queda de camino hasta su casa.


Una vez allí, Petyr aparca el coche justo frente a la puerta. Pone los seguros y le pide a Alessia que abra la guantera y le dé un estuche azul que hay dentro. De él extrae una llave de tensión y ganzúas de diversos tamaños y tipos. Alessia le mira en silencio. Él coge todo en una mano y la mira a los ojos. "Me voy a arrepentir si te dejo salir de este coche". "Tengo que hacerlo". Con la mirada se lo dicen todo. Petyr no aparta la mirada cuando suspira y aprieta los dientes.

—Deberías quedarte —. Su consejo se lo lleva el aire. Tamborilea los dedos de la mano contra el estuche, mira hacia abajo. —No te separes de mí en ningún momento, esto es muy importante. Si ves algo raro avísame, y si quieres volver al coche avísame también.

Alessia asiente y Petyr le pide que espere un momento. Él sale del vehículo y lo cierra por si acaso, se acerca a la vivienda y al cabo de un rato consigue forzar la cerradura. Se acerca al coche por el lado de Alessia y él mismo le abre la puerta una vez que ha comprobado que no hay nadie por los alrededores. La peliazul sale y observa a Petyr detenidamente unos segundos antes de posar sus ojos en su casa. Su antigua casa. La que nunca fue su hogar.

El Código [Watty Awards 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora