36 | "𝐓𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐚 𝐭𝐢"

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Entramos a la fiesta, la música estaba a tope, lo único que podía ver eran adolescentes bailando alocadamente y luces de colores por todo el club.

Mire a Brenda quien estaba distraída observando a las personas de su alrededor.

—Voy a buscar algo para tomar, ¿quieren que les traiga un trago?— pregunto Tyler y las dos asentimos. —Okey, vuelvo en unos segundos.

—¡Esto es genial!— hablo mi amiga mirando todo el lugar. —recuérdame porque nunca vinimos aquí antes.

—Hum, somos menores de edad y nuestro padres no nos permiten salir pero por algún extraño motivó rompimos las reglas.— hablé riendo. —Por favor no olvide que tu estas en mi casa y yo en la tuya.

—Okey.— dijo nerviosa.

Lo que acabábamos de hacer era una locura.

Los padres de Brenda habían salido de la ciudad y mi madre trabajaba hasta el mediodía, nadie sabía que estábamos aquí y debía mantenerse así.

Creo, que todos pasamos por esa etapa en la que tienes que mentir para cometer un pecadito diminuto, o bueno, no tanto. La cuestión es que siempre hay momentos en los que tienes que huir de la realidad en la que vives, para sentirte libre y tener un poco de diversión, aunque no de la forma en la que mi amiga y yo acabamos de hacer.

Hay muchos pensamientos negativos en mi cabeza dando vueltas, como por ejemplo:

"Si mi madre se entera que no estoy en casa de Brenda me matara"

"Si la mamá de Brenda, llama a mi mamá para hablar o preguntar por ella, nos descubrirán"

"¿y si algo malo nos pasa y nuestros padres no saben que estamos aquí?"

"¿Que tal si me embriago y no recuerdo nada al otro día?" (eso seria horrible).

Okey, no te pongas dramática, Carter, respira y mantén la calma.

Dios, en cuanto algo salga mal, no volveré a salir sin permiso en mi vida.

Tyler llego con unos tragos de tequila y en el preciso momento que lo tuvimos en nuestras manos, lo bebimos como si fuese agua, una mala decisión -como la que habíamos tomado desde un principio- mi garganta ardió y pude ver que le paso lo mismo a mi amiga, gracias a su gesto de desagrado y su negación continua.

—Okey, okey, okey.— hablo sacudiendo sus brazos. —Quiero otro.— se marcho hacia la barra y la mire aterrada.

—¡Brenda, espera!—traté de detenerla.

—No te preocupes, no creo que consiga algo si es menor de edad.— me giño un ojo y suspire aliviada. —¿Quieres bailar, conmigo?— asentí.

Antes de ir a la pista algo llamó mi atención, era un lugar que provenía adentro del club pero algo diferente a lo demás. Se veía como una sala pequeña, con cortinas de color azul, estaba algo oscuro en esa parte.

—¿Qué es ese lugar?—pregunté curiosa.

—Es un reservado.

—¿Para qué?— no entendía porque había un salón aparte, si la fiesta era aquí.

—Es para las personas que van a tener un poco más de intimidad. Te lo mostraría, pero seria inapropiado.—
habló regalándome su perfecta sonrisa.

—Entiendo, ¿bailamos?

Asintió y caminamos entre medio de la gente, nos colocamos en el lado sur de la pista de baile, la que daba justo en frente de la barra. Me pareció buena idea, porque podría ver a Brenda de cerca y controlar sus tragos que por alguna razón había conseguido, estaba hablando con una chica de vestido rojo, era de nuestra edad y parecían conocerse bien, así que no me preocupe.

Comencé a moverme tímidamente al ritmo de la música, al principio movía solo mis pies, pero poco a poco fui sacándome la vergüenza, ya que casi nadie bailaba muy bien que digamos o eso queria creer.

Me sentía observada, incómoda, como si alguien estuviera mirándome.

Luego de unos minutos, mis pasos se envolvieron con la canción, mis caderas se movían sensualmente, como si estuviera seduciendo a alguien invisible. Por momentos cerraba mis ojos para profundizar de alguna forma mis movimientos. Tyler se pego a mis caderas, sus manos tocaban mi cintura y eso me gustaba, nadie me había tocado de esa forma y no me desagradaba para nada.

—Bailas bien Carter, tienes unas caderas preciosas.— susurró a mi oído, a lo que sólo sonreí.

—Chicos, les traje más tequila.— habló Brenda acercándose a nosotros y los tres tomamos nuestros tragos. —Esa de ahí,— señaló a la chica de la barra. —es Gina va a la preparatoria con nosotros, es la hija del dueño del club.

—Oh Wow, no lo sabía.— dije devolviéndole el vaso. —Tengo que ir al baño, vuelvo en unos minutos.

(…)

Después de 15 minutos haciendo fila, salí del baño aliviada. Camine en dirección a la pista de baile pero alguien me detuvo y tapó mis ojos dejándome sin visión, con su otra mano tapo mi boca y me hizo caminar hasta un lugar para luego detenernos. Mi cuerpo fue apoyado en contra de una pared fría, mi rostro estaba en la misma al igual que mis manos.

El pánico entró y empecé a respirar rápidamente. Sabía que no era buena idea venir después de todo.

—Voy a sacar mi mano de tu boca pero no intentes gritar.— susurró y asentí, me sentía aterrada. Pude notar, por como hablaba arrastrando las palabras, que el chico estaba borracho. —Ahora sacaré mi mano de tus ojos pero no puedes voltearte.— volví a asentir.

De alguna forma su voz se me hacía conocida pero podría ser cualquier persona, lo único que sabía era que provenía de un chico.

Retiro su mano de mis ojos y lo primero que visualice fue un color azul tenue proveniente de los focos en el techo y me di cuenta, que me encontraba en el salón reservado.

—¿Quien eres?, ¿que quieres?— me temblaba la voz, sentía que me iba a dar un paro cardíaco en cualquier momento.

Maldita sea la hora en la que había decidido ir.

—¿Que es lo que quiero?— se burló. —Te quiero a ti.

Sus palabras provocaron que mi piel se erizara y la humedad de sus labios en mi cuello, hicieron que mis piernas temblaran.

Odiame, Amame. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora