Capítulo 1

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La clase transcurría con normalidad. Los estudiantes se encontraban terminando los ejercicios que el profesor Stark había puesto con anterioridad, aunque lo hacían carentes de la atención necesaria, pues se encontraban pensando en los cinco minutos que faltaban para que sonará la campana, poniendo fin a la clase y anunciando el fin del día escolar.

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Cuando faltaban dos minutos para que la campana marcará el fin de la clase y todos se encontraban empacando sus pertenencias, el castaño, sabiendo de la estampida colectiva que se venía, tomó la palabra, antes de que el desastre comenzará.

—se que todos están emocionados por largarse de aquí. Personalmente, yo también lo estoy, pero debo pedirle al señor Rogers que se quede al final de la clase— anunció, ganándose varios jadeos de sorpresa a coro.

Steven Rogers, el chico delgado y nerd de la clase, levantó la vista de sus deberes y, fijando su vista en el castaño a través de sus gruesos lentes, tragó saliva.

Era de conocimiento popular que Steve era el chico nerd de último año en el instituto, sus notas siempre habían sido motivo de comentarios y reconocimientos por parte de la junta académica y directiva. Pero también era de conocimiento general, que desde hacía dos años, justamente con la llegada de Anthony Stark a la docencia de las matemáticas, el rendimiento académico de Steve en esa área había disminuido considerablemente, hasta llegar a niveles críticos.

—por supuesto, señor Stark— respondió el rubio con algo similar al temor, sabiendo para que era requerido.

En seguida, el sonido de la campana se dejó escuchar, causando que la mayoría del alumnado abandonará el aula de clase, y algunos de los que pasaban cerca a Steve lo miraban con pena, lastima o burla, sabiendo de antemano lo que le esperaba en aquel salón de clase... Ellos no tenían no idea.

Y Steve se encontraba sentado en su asiento, algo tembloroso, debido a que el día que menos espero había llegado; el día en que la preocupación y la decepción del profesor Stark llegará hasta el punto de tener que hacerle un llamado directo de atención.

Una vez el aula de clase estaba completamente vacía, el castaño, con la calma que únicamente él podía tener, se puso de pie y avanzó hasta la puerta, cerrándola con seguro.

—ven aquí, Rogers— pidió el castaño, regresando hasta su escritorio y apoyándose contra la mesa. —tu y yo tenemos un par de cosas de las cuales hablar— agregó, mirando fijamente al rubio que se acercaba tembloroso a su escritorio.

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Profesor StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora