1. Impacto

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Todo era un completo y rotundo desastre.

Habernos mudado a Londres no mejoraría mi matrimonio.

Eso—Suspiré para mi misma— ya lo sabía yo de antemano.

Pero tenía que intentar encontrar la forma de volver a ser feliz con mi marido, y que mejor manera que un empezar de cero.

O al menos eso era lo que yo me decía a mi misma para no sentirme lamentablemente mal del todo.

Era sorprendentemente horrible ver como las cosas, en cuestión de meses, cambiaban tanto. Hace un par de semanas, estaba en España y ahora vivo en Londres. Sigo sin ser feliz y creo que nunca lo seré.

Independientemente de eso; llevaba una semana viviendo en este nuevo país. No había tenido tiempo de conocerlo del todo.

Pero la verdad era... que debía sacar la basura, nadie lo haría por mí, ya que mi marido no se encontraba en casa y no volvería hasta dentro de una semana. Aún tenía un montón de papeleo que solucionar con la empresa farmacéutica para la que trabajaba.

Y yo me pregunto: ¿Por qué no lo solucionó en España antes de venirnos aquí?

No sé si algún día conoceremos la verdadera respuesta.

Pero la respuesta que él me dio, después de una larga discusión, fue: ¡Lo solucione!, la empresa perdió la documentación y debíamos mudarnos de forma inmediata... Kelly, eso es nuestro nuevo comienzo, sin errores ¿Vale? Mañana tomaré el primer vuelo a Madrid, tengo que solucionar el papeleo y una vez resuelto volveré y así podremos ser felices aquí.

Me pasé una mano por la cara para aclarar las ideas y desear que todo esto no estuviera pasando. Eran cerca de las nueve de la noche y estábamos a mediados- finales de Abril. No hacía mucho frío en la calle, pero aun así me puse mi abrigo rosa palo con capucha, por si al cielo se le ocurría llover. Guardé en los bolsillos del abrigo las llaves de casa y el móvil. Fui a la cocina y saque la bolsa de basura del cubo y me dispuse a salir.

No es por nada, pero en el poco tiempo que llevaba aquí, odiaba sacar la basura, porque los contenedores estaban al otro lado en una de las zonas del parque Hampstead Heath.

La casa que nos había asignado a través de la empresa de mi marido, era fantástica y estaba en un barrio bastante agradable y algo exclusivo. Aun así me sentía vacía...

De todas formas, emprendí mi marcha, pude comprobar que efectivamente hacia algo de frío, cuando estuve entrando en el parque comenzó a sonar mi teléfono. Lo saqué del bolsillo de mi abrigo y conteste a mi mejor amiga.

—Hola Mónica, ¿Qué tal todo?—Le respondí de forma alegre, no quería que notara lo infeliz que era.

—Kelly, por tu tono de voz, sé que no estás feliz... bueno quien podría estarlo después de lo que Joseph te hizo— Suspiré y negué con la cabeza, aún así, seguí caminando en dirección a los contenedores de basura.

—Mónica, cielo... no me gustaría hablar de ello ahora ¿Vale?

—Solo quería saber si estabas bien, perdona si te ha molestado mi comentario.

—Tranquila, es solo que ahora no me apetece hablar del tema. Y sí, estoy bien... bueno ahora mismo voy a tirar la basura y es un desastre porque tengo que ir a la otra punta del parque—. Dije riéndome y ella también se rió.

—Vaya que vida más interesante, ¿Qué tal la mudanza ya lo has puesto todo en su sitio?—Ahora sí que solté una carcajada.

—¡Ni de coña! Pero estoy trabajando en ello y créeme que es muy agobiante ¿Qué tal Grace?—. Pregunté por su hija.

—Esta genial, ya sabes. En el parque es la reina de sus amigos.

—Tiene que ser encantador verla, habrá crecido un montón.

—No te pases Kelly, la última vez que la viste fue hace una semana... en el aeropuerto.

—Lo sé, pero la quiero con locura.

—Y ella a ti—Se hizo el silencio, mientras que yo había llegado a los contenedores para depositar mi bolsa de basura en ellos—. Kelly, sé lo que lo estáis intentando y que no quieres hablar del tema, pero me gustaría que supieras que aquí estaré siempre que necesites hablar con alguien. No estás sola— Di un respiro mientras giraba sobre mis talones y emprendía el camino de vuelta a casa, por un momento me quede callada y agache la mirada para poder restregarme las lágrimas que se habían formado en mis ojos. Aún así, seguí caminando.

—Gracias, Mónica—Le agradecí con la voz algo rota—. Esta llamada te saldrá carísima.

—Vale la pena cada euro que me gaste, todo por saber cómo estas.

—Lo intento...

Y de repente sin quererlo, me di de bruces contra alguien. El impacto fue tan fuerte que caí al suelo de espaldas. Pude oír como mi móvil reboto sobre una piedra. Cerré un segundo los ojos y volví a abrirlos, no sabía muy bien que había pasado.

Me incorporé sobre mis codos, para mirar a la cara a la persona con la que había chocado. Un hombre alto y bastante arrepentido me devolvía la mirada.

Always in my mind- Siempre en mi mente 1/3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora