Capítulo 24

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Me encanta mi nuevo pisito, pensé para mí. Era más bien pequeño, más que mi apartamento anterior, pero era lo que había conseguido con tan poco tiempo, y estaba preparado para empezar a vivir, ¿qué más podía pedir?

La mudanza había sido corta y no había necesitado la ayuda de nadie, tal y como mi pequeña mudanza del apartamento la vez anterior, solo que con la diferencia de que esta vez iba a vivir sola, pese a gustarme la compañía de Haley, tenía que afrontar que ella ahora vivía en pareja y muy contenta por lo que sabía.

Así que puse en mi nuevo armario mi limitada ropa, y me dejé caer en una cama sin vestir y miré hacia mi techo, que era de un blanco soso. Pensé que a mi habitación le vendría un color nuevo, algo que fuera más conmigo, tal vez tendría un gran proyecto que hacer en cuanto estuviera del todo instalada. Me tentaba vestir un  mono y liarme a brochazos contra las paredes, nunca había sentido mucha pasión hacia la pintura aun tratándose de arte, pero intuía una buena forma de descargar tensiones gracias a ella.

Tensiones que hacían que sintiera mis músculos pesados y flojos, y Dylan en mi mente dando vueltas.

 Cuatro días antes

El viaje de vuelta había sido mágico, había dormido sobre su hombro casi todo el vuelo llenando mis fosas nasales con su olor. Yo sabía que él había preferido mi compañía a la de su hermano, y sin dudarlo me senté junto a él, y sabía que mi cambio había sido un pretexto de Jordan para que pudiéramos estar juntos. Estaba claro que me encantaba estar con él, y que me había encantado su beso, pero ¿había algo más? ¿Sería tan aparente desde fuera? ¿Esa es la sensación que dábamos? Está claro que había algo, ¿pero sería capaz de saber que sentía el antes de que acabara irremediablemente enamorada? Esperaba que sí, no estaba dispuesta a que mi corazón saliera perjudicado.

Cuando salimos de la terminal, llamé a Haley desde el aseo para pedirle –o mejor dicho, suplicarle– que me prestara su sofá para dormir allí, pues había regresado de mi viaje y no había tenido la previsión de alquilar nada y tampoco había decidido todavía si quería irme de Los Ángeles buscando otra ciudad. Muy amablemente y riéndose de mi indecisión, Haley había aceptado mi proposición, al menos hasta encontrar algún otro sitio. Me sentía muy agradecida, ya que estaba viviendo con Richard –su única relación seria hasta el momento– y no quería inmiscuirme, porque veía a mi amiga ilusionada.

–¿A dónde te llevo? –me dijo Dylan cuando me lo encontré en el vestíbulo.

Me sorprendió que quisiera llevarme, al fin y al cabo, aun habiendo existido un acercamiento entre nosotros, no había hablado mucho durante el vuelo. A lo mejor no es de los que prestan su –musculado– hombro para dormir un ratito.

–Había pensado llamar a Haley o coger un taxi.

–No voy a dejar que cojas un taxi, te llevo yo –me dijo señalándome a su coche.

–Bueno, si insistes.

Me preguntaba hacia donde había ido Jordan, tal vez tuviera su propio coche estacionado en otra parte, me dije, y me monté en el asiento del acompañante –como ya había hecho antes– y le di la dirección de Haley.

*****

Había intentado quitar mi vista de ella, pero era casi imposible. Su cabeza apoyada en mi hombro y sus lentas respiraciones habían capturado toda mi atención durante las largas horas del vuelo. Hubiera podido mirarla todo el tiempo. De vez en cuando sonreía en sueños, y su cabello se desparramaba sobre la cara, ocultándole la expresión. Rápidamente se lo apartaba y volvía a tener las múltiples expresiones de Ysolde a mi alcance.

De vez en cuando le acariciaba la mejilla o intentaba tocarle los labios sin que ella apenas lo notara, pero emitía suspiros que me acariciaban el pecho y me ponían los bellos de punta.

Creí estar volviéndome loco, aquella chica me gustaba, ¡y tanto que me gustaba! La realidad es que no se parecía a ninguna chica con la que yo me había acostado. Si bien me entusiasmaban las chicas extrovertidas y de fácil acceso, Ysolde era muy tímida a veces y otras veces muy directa.

Cuando por fin el vuelo llegó a su fin e Ysolde despertó con una preciosa sonrisa, desee que no se hubiera acabado el vuelo. Todavía podía sentir el peso de su cabeza en su hombro, y el calor de ella, y que me aspen si no sentía su perfume aún cuando ella ya no estaba sentada junto a mí.

*****

Haley me recibió con los brazos abiertos, y me agradó ya que Richard también lo hizo. Sí que es verdad que no había estado muy tentada de dejarlo entrar en mi vida, pero el chico que había conquistado a mi mejor amiga, bien valía un esfuerzo por mi parte. Y no solo me recibieron con los brazos abiertos, si no que me habían organizado una fiesta de bienvenida en tiempo record.

Al entrar en casa de Haley, he de decir que me quedé asombrada, ella había llamado a toda la gente que yo conocía en Los Ángeles. Estaba Jhonathan –un chico super amable que habíamos conocido al principio de nuestra aventura en Los Ángeles– , Charlie –nuestro antiguo vecino tio buenorro, quien se había sentido defraudado al saber que yo ya no viviría allí– y Cameron, un gran tipo con el que pensé que podía haber surgido algo y solo surgió una amistad–. También estaba Marga, mi mecenas, y más gente que no conocía.

Haley se había superado, y me encantaba saber que el estar con Richard y viviendo juntos no habían acabado con sus gustos alocados, y me alegre de que Haley fuera la misma de siempre.

*****

La casa estaba solitaria, como siempre.

Dejé mi maleta en las escaleras, pero sin ganas de ponerme a sacar toda mi ropa, me metí en la sala de ensayo –que estaba aislada sonoramente – y descargué toda mi tensión y frustración sobre mi batería, dejando que mis brazos trabajaran duramente para no sentir que había algo que me estaba faltando.

Te puedes quedar [Resubido, sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora