EL MONSTRUO DE LA PLAYA

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                                                                EL MONSTRUO DE LA PLAYA

Había una vez una linda playa, cuya arena resplandecía de limpia, sus olas eran monumentales y espumosas, toda una playa paradisiaca, pero cierto día algo sucedió. Las personas empezaron a llegar allí y comenzaron a disfrutar de ella, pero además empezaron a ensuciarla.

—  ¡Rosquitas! ¡Compre su rica rosquita! — Gritó un hábil vendedor de roscas.

— ¡Helados, lleve su rico helado a sol! — pregonaba otro aún más hábil heladero.

Señor, deme un helado exclamó un niño.

Claro hijito. Aquí lo tienes, disfrútalo.

— ¡Tamales! ¡Tamales! Gritaba un entusiasta vendedor.

Fue en ese momento que decenas de personas se acercaron a comprarle.

Hey tamalero, deme cinco tamales que no he comido nada en el desayuno.

— Aquí tienes, son de chancho.

— ¿Acaso me has dicho que soy un chancho? — preguntò el comprador.

No, he dicho que son de chancho, pero también tengo de pollo.

Qué bueno...Humm que rico, están estos tamales decía el comprador mientras arrojaba los desperdicios al suelo.

Hey heladero, ¡tres helados!

— Aquí tiene, cómaselo antes que se derritan por el calor.

—¡ Humm que sabroso! — dijo el jovencito mientras tiraba la envoltura del helado a la arena.

Unos jóvenes bebían refrescos de cola, arrojando luego las botellas a la arena.

Unos niños ceca a ellos dejaban cáscaras de fruta enterradas en la playa.

Al empezar a oscurecer las personas se retiraban de la playa muy felices de haber pasado un día de diversión, pero dejando la playa toda sucia, llena de envolturas de helados, gaseosas, galletas y platitos descartables de teknopor.

Por la noche algo extraño sucedió, toda la basura acumulada se fue uniendo cada vez más, hasta hacerse grande, fuerte y cobrar vida. Esta basura media más de dos metros y caminaba a pasos lentos.

Al día siguiente las personas llegaron a la playa muy felices con la intención de divertirse y ensuciarla más, pero vieron a la criatura y se preguntaron:

— ¿Qué es eso, acaso un zombie?

—- No, no soy un zombie, contestó la basura acumulada.

— Entonces un extraterrestre.— Dijo un niño.

— Tampoco soy un extraterrestre.

— Seguro es una criatura del futuro. —Dijo un jovencito.

— Tampoco soy una criatura del futuro.— dijo la criatura rièndose.

— entonces, ¿quién eres? — preguntaron todos.

— Soy la basura acumulada.

— O sea, ¡eres una basura!

Sí, soy una basura, pero los cochinos son ustedes, porque estoy así de grande y fuerte gracias a ustedes.

— ¿A nosotros? — Se preguntaron los playeros.

— sí, a ustedes, porque ustedes me crearon, porque ustedes han acumulado todos estos desperdicios, y yo me he formado de latas de gaseosas, tecnopor de pollo a la brasa, envolturas de chizitos, bolsitas de marcianos y helados.

No sabía que era tan peligroso botar las envolturas al piso. — dijo un niño.

— ¿Y qué quieres ahora monstruo de la basura? — Preguntó un surfista.

— Quiero abrazarlos para agradecerles.

El monstruo persigue a todos que huían de él por ser gigante y apestoso.

— Corramos que ese monstruo podría hacernos enfermar, porque debe ser portador de muchos virus y bacterias — exclamó un joven universitario.

No corran jóvenes, soy la creación de ustedes, ¡ustedes me crearon! — decía el monstruo mientras los perseguía.

— ¡Auxilio, llamen a la policía! Gritó una jovencita.

— ¡mejor a los bomberos! — anuncio un surfista.

— ¡llamemos a los vengadores! — dijo un niño.

A quien sea, pero que se deshaga de este monstruo.

Una señora de nombre Virginia dijo: No, no necesitamos a los bomberos ni a la policía, ni a los vengadores ni a ningún otro superhéroe.

— ¿Sino a quién? —preguntó el tamalero.

¡A NOSOTROS MISMOS, NOSOTROS CREAMOS A ESTE MONSTRUO Y NOSOTROS LO DESAPARECEREMOS! — Exclamó la señora Virginia.

Todos absolutamente todos recogeremos los desperdicios que por sucios tiramos a la playa, solo así el monstruo desaparecerá, —sentencio la señora Virginia.

Fue así que mientras el monstruo dormía, cada uno se le acercaba e iba despegando de él lo que había botado.

El que boto la cáscara de plátano, recogió la cascara de plátano.

El que botó la envoltura de helados, recogió la envoltura de helados.

El que boto la envoltura de tamal, recogió su envoltura.

— Muy bien chicos lo hicimos, la playa está limpia y el monstruo desapareció.

¿Pero cómo lograremos que el monstruo no aparezca nunca más? —Preguntó el heladero.

-Cuidaremos que nadie más bote basura aquí, pondremos unos tachos aquí cerca, y crearemos conciencia del daño que haríamos a esta playa y al planeta si lo ensuciamos. — dijo la señora Virginia.

— Bien dicho, a cuidar nuestras playas, que si seguimos así, pronto todas las playas del mundo estarán bellas nuevamente. Dijo el vendedor de roscas.

Todos se abrazaron al ver la playa tan linda y al monstruo desaparecido, pero sobre todo, aprendieron la lección y prometieron contar esta experiencia a todos sus amigos y vecinos para que no haya cerca de sus casas MÁS MONSTRUOS DE BASURA.

AUTOR: RAFAEL DI NATALE

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⏰ Last updated: May 16, 2019 ⏰

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