Capitulo 1

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Un bebé recién nacido chillaba sin parar cuando de repente un calor y luz azuleja cubría todo el planeta, luego de varios segundos la luz y el calor se desvaneció y los llantos del bebé pararon al igual que los latidos de su madre sosteniéndolo en sus brazos.

20 años después......

La luz ligeramente morada atravesaba la ventana de un joven en su departamento.

-chuiwww!!-un sonido muy agudo y chirriante se escuchaba en toda la habitación.

-ya voy........-dijo el joven cubriéndose por completo en su sabana negra.

-chuiiiww!!-el sonido chirriante seguía escuchándose, pero aun con más intensidad.

Un bulto notable apareció dentro de la sabana, de un momento a otro el chico saltó y callo de la cama.

-te dije que ya voy Angeló!!- exclamó el joven, mientras poco a poco se levantaba- disculpa amigo no me acordaba que día era.

Miró a su alrededor, su habitación era pequeña y más aún si casi todo lo cubría libros, cientos de libros de muchos temas, muchos viejos y muchos sin abrir.

-hay mucho trabajo por hacer, prepárate- dijo el joven mientras volteaba a mirar a su pequeño amigo.

La criatura parecía un hámster....... o mejor dicho algo parecido a un hámster, la criatura apenas media como una pelota de beseball, pero sus patas delanteras y traseras parecían de alguna especie de felino regordete, no tenía cola, pero tenía dos pares de alas parecidas a la de un águila blanca como la leche, mientras su pelaje era negro y brillante, sus ojos emitían un color verde celeste que en ocasiones emitía un color azul verdoso, cada persona que lo mirase expresan un gran satisfacción de ternura y apretar los mofletes regordetes que tenía.

-chiiiww!!- expresó Ángelo cuando de repente se volvía más grande golpe a llegar a un tamaño de un sillón individual y comenzó a devorar los libros uno por uno.

Al joven no le preocupaba que lo hiciera, lo miraba como si fuera algo normal. El chico salió de la habitación y se adentró al cuarto de baño con ropa y una toalla, luego de una hora, el joven salió vestido sin su pijama.

Vestía una playera negra sin ningún estampado, sobre puesta tenía una chamarra deportiva azul fuerte, llevaba puesto un pantalón deportivo negro con rayas negras a los costados. Se miró al espejo del pasillo y se peinó a su gusto, su pelo negro como la noche pero con mechones azules, sus ojos con pupilas naranjas como un atardecer y su piel poco bronceada por las salidas recurrentes, su complexión era la de un chico normal, ni muy delgada y ni muy gorda pero daba indicios de un tipo de entrenamiento.

Entro al cuarto donde Ángelo ya estaba en su tamaño normal esperando al chico a que volviera. Guardó su ropa (apenas eran 5 cambios de ropa diferentes) y cosas de pertenecía como su laptop en una mochila mediana.

-Es hora de irnos- dijo el chico expresando una sonrisa a su amigo Ángelo a su vez que lo colocaba en su hombro y en el otro acomodó su mochila.

Solo le faltaba guardar una cosa más, se dirigió a su cama y de bajo de su almohada extrajo una foto de crees niños de aproximado de 12 años sonriendo a la cámara. Guarda la foto en su bolsillo y se dirige hacia la salida.

En muy poco tiempo salió del edificio, dejando su departamento y miró hacia fuera.

El cielo de un purpura ligero iluminaba la ciudad, los pocos rayos de luz que atravesaban la gran cantidad de árboles de color plateado y hojas carmesís daban un espectáculo de combinación de luces, lo más impresionante eran las estructuras que todas y cada una están dentro de árboles enormes y angostos que hacía que el cielo purpura pareciera un cielo rojizo, las calles eran su gran mayoría flotantes (anti gravedad o creadas como un puente normal), sus habitantes vestían como quisieran, hasta algunos no llevaban nada puesto.

-es hora de dejar esta ciudad amigo- le dijo a Ángelo.

El joven comenzó a caminar a la parada de tren que estaba al este de la ciudad, la caminata fue leve, el chico se dirigió a la taquilla a comprar un boleto para el pasaje.

-un boleto para Palestra- dijo el joven-

-aahh con que quieres ir a adentrarte a un facción- dijo el hombre de forma egocéntrica.

-sí, es lo primero que hacer, o eso leí en un libro

-eres la primera persona que consulta un libro para saber dónde ir para entrar en una facción- exclamó el hombre sin parar de reír.

-me dará el boletó o no- dijo el chico molesto.

-si si claro, no es mi culpa que no tengas amigos, dime cuál es tu nombre?

-Lero Ignis

-eemm si okey, no pierdas el boleto, son 45 créditos.

Lero se los da algo molesto.

-hasta su nombre es algo burlesco- el señor no paraba de reír.

Lero quería callarle la boca con una patada, pero se contuvo, agarró el boleto y esperó el tren. Luego de unos minutos, el tren llegó y entró en él, fue hacia su asiento y se acomodó con su mochila en sus pies y acariciando a Ángelo con su mano izquierda.

-ya casi estamos para ese momento amigo- dijo Lero sonriendo a su amigo.

-chirriiww- expresó Ángelo entusiasmado.

El recorrido era de 6 horas y fue bastante aburrido, y sus ojos empezaron a pesar y de un momento a otro estaba dormido.

Estaba en su sueño, no era raro, era como si ya estuviera allí antes, los mismos niños de las fotos jugaban en un rio que parecía que estuviera hecho de jugo de uva, un chico y una chica parecían gemelos, los dos tenían los mismos rasgos, su pelo blanco platino, su piel blanca como la leche y sus ojos grises claro, parecían de otra raza, mientras el otro chico era igual a Lero, pero más joven.

-chicos...- susurraba Lero mientras veía a los niños divirtiéndose, se sentía nostálgico pero triste al mismo tiempo, él quería volver a verlos.

De repente unas llamas azules fuertes inundaron todo y el sueño terminó.

Lero despertó de un gran susto, provocó que Ángelo se aferrara a su hombro desgarrando notoriamente su chamarra. De pronto el tren se detuvo y se escuchó un gran estruendo que sacudió todo el tren.  

La Brasa de un LegadoWhere stories live. Discover now