CAPÍTULO 48

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Victor de Andres- La demencia de la soledad

CORREGIDO.

Me despierto sobresaltada con el sonido de la cerradura de la puerta abriéndose. Jax también se ha despertado y esta sentado al lado mía. Tres hombres, todos vestidos igual, con el uniforme de la guardia, entran a la celda y se sitúan a unos pasos de distancia.

-La reina quiere verte. -dice uno de ellos.

Tenía ella que estar molestando desde tempranito.

Se acerca a mi y me coge del brazo donde tengo el brazalete. Me levanta de un tirón, me empuja haciendo que choque contra los otros dos. Estos me cogen cada uno de un brazo y  me empujan para que salga de la celda.

Jax se ha levantado, se que le gustaría poder hacer algo, ayudarme o darle una buena paliza a los tres que me llevan a rastras a ver a la que ellos llaman reina, porque no es mi reina y nunca lo será. No se merece ese titulo.

Lo último que veo antes de que me pongan una venda en los ojos es a Jax agarrando fuerte a los barrotes, como queriendo romperlos. Yo solo dejo que me pongan la venda sin resistirme, no serviría de nada.


Me empujan y caigo de bruces en el suelo. Me quitan la venda y los tres guardias se van cerrando la gran puerta y dejándome tirada en el suelo. Joder, más raspaduras en las manos y rodillas. Me aguanto un gruñido.

Me levanto, y sin prestar atención a todos los guardias y a la reina que esta sentada en su trono, me sacudo las rodillas, los brazos y me ordeno un poco la trenza en la que llevo recogido el pelo. Todavía ni le he lanzado una simple mirada a la reina, aunque noto sus ojos clavados en mi todo el tiempo.

Un guardia su aproxima a mi y sujetándome del brazo me hace quedarme quieta. Me coge de la barbilla demasiado fuerte, eso también dejara marca, hace que mire a la reina. Si las miradas matasen, con mi mirada, ella ya estaría a tres metros bajo el suelo.

-Te he llamado para darte una buena noticia. -en su cara se implanta una sonrisa malvada- bueno...al menos para mí.

Mis manos empiezan a sudar, pero no le hago saber que estoy nerviosa. Esa noticia seguramente no sea nada buena.

-Las ramas que creaste hace 8 meses, se están debilitando... ya han cortado muchas, otras se están empezando a caer y eso nos facilitaría muchísimo el trabajo ¿no crees? -dice mirándome fijamente con la burla tatuada en su rostro.

Aprieto mis labios formando una línea, menos mal que ahora mismo no tengo ninguna herida en ellos, si no me dolería horrores.

Sabía que este momento llegaría, al menos han aguatado ocho meses. El mismo tiempo que llevo aquí encerrada, el tiempo que llevo sin una gota de magia o energía, el mismo que llevo sin ver a Niall. Mi vida se ha vuelto una pesadilla de la que no puedo escapar, nunca pensé que mi vida sería así.

-¿No es buena la noticia? Dentro de nada podre ir a hacerle un visita tu novio...¿cómo se llamaba? Niall, es verdad, Niall.

Su nombre en sus labios son como estacas clavadas directamente en mí. Pensar en ella poniéndole las manos encima, haciéndole daño, mandando a que lo torturen me pone enferma.

Por un pequeño momento, un instante, creo que noto como mi cuerpo vuelve a cobrar vida, como se llena de energía, como mis manos pican, como le lanzo llamas y ellas se vuelve cenizas lentamente. Pero tan rápido como lo siento, se va. Dejándome peor que como estaba. Totalmente vacía y sin ninguna pizca de fe a la que sujetarme. Pero en esta situación la fe muchas veces se pierde, y eso es justo lo que me ha pasado a mi. No habrá ningún milagro que nos ayude, ya lo he aceptado.

VALIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora