ASCENSO DEL MIÉRCOLES

30K 4.7K 791
                                    

Como siempre, a algo más de las 21 h me encuentro rumbo a la segunda planta. Hoy intento reunir el valor necesario para pedir una cita a Rebeca, y no solo porque haya hecho una apuesta, sino porque es lo que quiero. Llevo pensando en ello todo el día.

Cuando las puertas se abren en el segundo piso, aparece Rebeca. Trago saliva y la saludo:

—¡Hola!

Mi especial vecina ni siquiera me mira a la cara. Avanza con la cabeza gacha, pulsa el botón y me da la espalda. ¿Ha pasado de mí? Sí. Al igual que el día que la conocí, ¡me está ignorando!

69"

—¿Qué tal? —pregunto, pero el interés no es recíproco.

Intranquilo, traslado el peso del cuerpo de un pie al otro. ¿Qué bicho le ha picado? No lo entiendo. Cada vez estoy más confuso y, siendo sincero, también molesto.

60"

Presionado por la cuenta atrás, no tardo en volver a romper el silencio:

—Rebeca, ¿te pasa algo?

Tampoco me contesta, aunque siento que me acaba de pegar una patada en el estómago.

50"

Mi orgullo me dice que no insista más, pero hace tiempo que tengo el orgullo silenciado:

—Oye, ¿es que he hecho algo mal?

Nada. No obtengo respuesta alguna.

40"

El tiempo corre, y con cada segundo que pasa me siento más impotente. Y no merezco sentirme así. No. Lo que merezco es una explicación.

—¡Oye! ¿Qué narices te ocurre?

Ni se inmuta, y exploto:

—No te hagas la interesante. Sé que quieres hablar conmigo, o no hubieses subido a este maldito ascensor.

30"

Esta última frase consigue llamar su atención. Con lentitud, se vuelve hacia mí, alza el mentón y me descubre su rostro. Lo observo como si se tratara del mapa de un tesoro, y recorro sus pecas como si fuesen las pistas que debo seguir. Pero me acabo perdiendo. Ella es tan difícil de interpretar...

Me topo con mi cara reflejada en sus lentes y, a diferencia de la suya, la mía es demasiado transparente, en ella se puede leer la palabra COLADO escrita en mayúsculas.

20"

—¿Cuándo he metido la pata? —susurro, desesperado.

El rostro de Rebeca continúa inexpresivo, pero reparo en sus ojos y me doy cuenta de lo enrojecidos que están. O ha llorado o se ha fumado algo. Me decanto por la primera opción, pero me sigue resultando inescrutable. ¿Está triste? ¿Enfadada? ¿Ambas cosas?

10"

Por fin, sus labios se separan y celebro ir a salir de dudas. Ignoro que las palabras pueden hacer más daño que el silencio.

—Andrés.

—¡Dime!

—Te costará creerlo. Pero no todo gira en torno a ti.

0"

Las puertas se abren, y ella se va.

—¿Qué narices...? —mascullo—. Pues igual sí que estaba fumada.



----------

----------

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora