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—¡Eres un idiota! —soltó el joven México, con el ceño fruncido y la voz llena de desprecio—. Siempre con esas manías raras... eres demasiado extraño. Por eso no me agradas, y nunca lo harás.

Estados Unidos, más alto y de presencia imponente, se irguió lentamente. Sin previo aviso, lo acorraló contra la pared y lo sujetó del cuello con una mano firme. México jadeó, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y furia mientras intentaba respirar.

—¿Y qué? —murmuró el estadounidense con voz grave y gélida—. A nadie le importa. Ni siquiera a ti.

Sus palabras cayeron como una sentencia. No había enojo en su tono, solo una indiferencia pesada, como si el mundo entero fuera insignificante.

ᴜsᴀᴍᴇx (ᴅᴀʀᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora