CAPÍTULO 23: ADIÓS GENERAL O'DONNELL

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—Activa ya ese detonador, Luna, ¡por Dios!—gritó Rasec, mientras apoyaba su dedo índice en el auricular de espía—. No importa que Nathan y yo aún estemos adentro.

—¡Actívalo, actívalo!—agregó Nathan.

Luna se mantenía indecisa. Allá abajo en la superficie plana del valle se encontraban las instalaciones de la Base-0611: la enorme planta de doce niveles en cuyo exterior se podían observar tubos gruesos de refrigeración, en medio de diversas ventanas y escaleras metálicas.

La orden era sencilla. Presionar el botón rojo del detonador para que las bombas X-56N se activaran, generando el caos en las entrañas de aquel complejo. Pero la mente de Luna naufragaba en medio de la indecisión provocada por la nefasta idea de que Rasec y Nathan se encontrarán aún en el interior.

Tal como lo habían planeado, para evitar que cualquier fragmento derivado de la explosión los impactara mientras ascendían la montaña, Trinity y Troy se encontraban ya refugiados a los pies de esta misma, justo detrás de un grupo de grandes rocas.

—¿Qué esperas?—dijo Marshall.

—Ha dicho que actives ese detonador—intervino la voz de Troy—. ¿Qué esperas Luna?

—Es ahora o nunca—insistió Trinity presionando el auricular contra su oído—. Obedezca la orden que acaban de darle, joven militar.

Luna permanecía en silencio. Nunca antes en su vida había sentido que su corazón latiera tan rápido, sometiéndola a una ansiedad que desafiaba su respiración. Una vez se activara ese detonador tendrían un máximo de tres segundos para ocultarse detrás de los árboles de aquel pequeño bosque. Entonces Monique le arrebató de las manos el detonador.

"Recuerda lo que nos dijo—le advirtió con furia—que obedeciéramos pasara lo que pasara". En un segundo, la valiente y decidida mujer levantó con su dedo pulgar el seguro de aquel dispositivo. Al levantar el seguro, el dedo pulgar quedó apuntando hacia el cielo.

Luna observó cómo dicho dedo volvió a descender para presionar con fuerza el botón rojo, en un tiempo que le pareció toda una eternidad. Pero la activación del detonador ocurrió en menos de un segundo, dada la total determinación con la que actuaba Monique en ese momento.

—Adiós General O'Donnell—dijo con rencor.

Entonces se escuchó un doloroso trueno. La Base-0611 explotó generando por un instante una oscuridad total. La predicción de que la explosión generaría una lluvia de diversos fragmentos se cumplió. Por lo que grandes trozos de metales y vidrios fueron a caer en el bosque donde permanecían las dos mujeres y Marshall.

Luego se escuchó una serie de explosiones adicionales. Ya en ese punto, tanto Marshall como Monique y Luna se dieron la oportunidad de observar el resto del desastre, asomándose con cuidado detrás de su respectivo árbol. A lo lejos pudieron apreciar cómo en medio de llamas de fuego rojo, aquella planta de estilo industrial terminaba de derrumbarse sobre sí misma.

Un minuto después se escuchó la voz de Troy, quien se encontraba de pie sobre una de las rocas.

—¡Lo conseguimos!—gritó, con tanta emoción que las mujeres sintieron que el sonido replicado por los auriculares dio un punzón a sus tímpanos—. ¡Adiós para siempre general!

—¿Qué tal se ve el espectáculo allá abajo?—preguntó Marshall.

—Ojala tuviera mi teléfono a la mano para registrar este momento histórico—indicó Trinity—. ¿Cómo esta Luna?

En ese momento, Monique se fijó en Luna, quien se había quitado el auricular para que no la escucharan llorar. Recostó su espalda contra el árbol que le sirvió de protección, donde se mantendría en silencio durante los siguientes diez minutos, mientras dejaba que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.

La Guerra Solar - 1. El Maestro del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora