Inefable

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Una joven de cortas hebras rubias, de complexión delgada y de estatura mediana se encontraba frente a las puertas de una enorme mansión. Comparada a su insignificante altura era un insecto al lado de aquéllas grandes puertas que parecían alertarle de que un gran peligro se aproximaba si se atrevia a poner tan sólo un pie dentro de la mansión. Respiró hondo y golpeó sus mejillas con la palma de sus manos en un intento de darse ánimos y no dejarse acobardar por la enorme presencia que emanaba la mansión, y más que miedo, moría de curiosidad.

Al entrar miró a su alrededor un poco extrañada, pues las puertas se encontraban sin seguro alguno como si la mansión estuviera al tanto de su llegada, y tras haber puesto sus dos pies dentro, las grandes puertas entreabiertas se cerraron bruscamente tras su espalda, provocándole a la joven rubia un pequeño sobresalto, pues el ruido resonó en toda la mansión en forma de eco. Comenzaba a preguntarse si su decisión fue una buena idea. Sacó de su bolsillo aquélla invitación que despertó su gran curiosidad, procediendo a revisarla para buscar si de por pura casualidad se encontraba el número de su habitación, y en efecto, allí estaba. Sonrió levemente, nerviosa y emocionada por una experiencia nueva y por mucha más inspiración para sus inventos, ¡quería ver aquéllos artefactos que la carta le había mencionado! Sólo tenía que ganar el juego y ya está, ¿qué tan difícil podía ser eso?

¿Qué tan difícil podía ser?

Caminó con su pequeña maleta en mano y recorrió la enorme mansión hasta encontrar la zona de las habitaciones, que realmente, eran muchas habitaciones y eso le inquietaba, pues, en todo su recorrido no encontró ni a una sola persona por allí, además, la mayoría de las puertas se encontraban cerradas e imposibles de abrir, habían muchas cosas que no cuadraban y las grandes estatuas eran mucho más perturbadoras que las puertas del inicio. Por último, había una gran mesa con aproximadamente catorce sillas, por lo que suponía que en algún momento eran llamados para comer todos juntos. Entró a su habitación y observo con atención su entorno, la habitación contaba con todo lo básico e incluso un baño, no se podía quejar. Al dejar su maleta en el suelo dirigirse hacia la cama, pudo percatarse de una libreta sobre la misma con una pequeña nota pegada en su portada, con su nombre escrito y un pequeño mensaje en la nota, indicándole que apartir de su estadía, tendría que escribir todos los acontecimientos que apreciara, básicamente, un diario obligatorio, pues, la nota decía claramente que si no cumplias con la orden, serías castigado, y era algo que Tracy Reznik no quería averiguar.

Tras instalarse en aquélla habitación se sentó sobre la cómoda cama y soltó un suspiro, tenía que admitir que era realmente mala en la actividad física y se cansaba realmente rápido, tenía que mejorar su rendimiento físico. Cerró los ojos para concentrarse y ordenar sus ideas, sin duda, se encontraba nerviosa por el mencionado "juego", le daba curiosidad en que consistía aquél juego, no le mencionaron mucho en la invitación sobre el mismo, sólo le dijieron que trajera algo de utilidad y que le fuera de mucha ayuda, por lo que optó en traer una de sus grandes creaciones. Dos golpes leves interrumpieron sus pensamientos, provocando que abriera los ojos un tanto exaltada, pues, no se esperaba para nada aquéllos golpes en la puerta de su habitación. Al mirar la puerta pudo identificar una nota en el suelo, que seguramente habían deslizado por debajo de la puerta, por lo que con suma curiosidad bajó de la cama y caminó hacia la recien mencionada para luego agacharse y tomar la nota con sus delgadas manos. Examinó la nota y abrió los ojos sorprendida, sintiendo una gran emoción y nerviosismo, ¡la estaban esperando para cenar en aquélla gran mesa! Por fin podría ver a alguien más que no sea ella.

Salió de su habitación y caminó hacia el gran comedor, esperando que su memoria no le fallara y pudiera llegar sin imprevistos. En efecto, su memoria no le falló y ya se encontraba en aquél gran comedor, pero no había nadie más que ella, por lo supuso que los demás no tardarían en llegar, por lo que sin esperar más tomó asiento y esperó con impaciencia la llegada de los demás. Pasaron los minutos y pronto comenzaban a escucharse pasos resonando por toda la mansión y el rechinido de las puertas indicando que alguien había abierto las puertas del comedor, por lo que no pudo evitar fijar su vista en aquéllas puertas y llevarse una sorpresa. Distintas personas comenzaban a entrar por las puertas; una mujer de mirada calculadora y fría, con el cabello recogido en una coleta de lado y de cabello rizado, con una vestimenta un tanto curiosa. Después de ella entró un hombre de apariencia misteriosa, pues, se encontraba cubierto con una capucha algo desgastada y de color verde oliva, su mirada parecía perdida. Poco a poco las personas comenzaban a entrar y las sillas se iban ocupando hasta dejar sólo una silla desocupada, por lo que la rubia cuestionó el dueño de la faltante, aunque tan rápido como llegó ese pensamiento a su mente, se desvaneció al ver entrar al dueño de esa silla.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2019 ⏰

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