Extraño presentimiento

Comenzar desde el principio
                                    

La joven liberó un tierno suspiro y le dedicó una mirada soñadora a su interlocutor. El amor por lo que hacía se le notaba a leguas de distancia.

—¡Qué maravilla! ¡Eso me hace sentir muy feliz! Tanto Matilde como yo queremos que te sintás a gusto y que tengás éxito.

—Y estoy muy a gusto, en serio te lo digo, más aún después de la noticia excelente que me dieron hace poco.

—¿Ah sí? ¿Qué te dijeron?

—¡Seré Alex Owens!

El varón arqueó la ceja izquierda al tiempo que apretaba los labios, como si intentara traer a su memoria un recuerdo demasiado antiguo.

—Me perdí un poco, ¿podrías decirme quién es ella?

—Es la protagonista de Flashdance, una película de los ochenta. ¿Nunca la viste? ¡Es un clásico!

—¡Ah, creo que ya sé cuál es! Hace un siglo que no la escuchaba mencionar, ni siquiera me acuerdo bien de toda la trama. La vi solo porque la mina que bailaba estaba re fuerte.

—¡Espero que Matilde no te haya escuchado decir esas cosas! —La chica lo señaló con el dedo índice derecho, al tiempo que una risilla juguetona escapaba de su garganta—. Pero sí, tenés toda la razón, la actriz es preciosa.

—Entonces, ¿vas a bailar como ella? ¡Impresionante!

—¡Sí, estoy re contenta! ¡Me dieron el papel principal de la obra! Con varios compañeros, nos vamos a presentar ante otros estudiantes de mi universidad.

—¡Te felicito! ¡Estoy seguro de que te lo merecés! Desde la primera vez que te vi sobre un escenario, no me cupo duda alguna de que ibas a llegar muy lejos. Ese día, me dejaste con la boca abierta, me veía como un tremendo pelotudo. ¡Hacés magia pura!

El lozano semblante de la muchacha se tiñó de un suave rubor. Su sonrisa brillaba como si Campanita misma le hubiese esparcido polvo de hadas sobre la dentadura. El inconfundible resplandor del agradecimiento ante un elogio sincero emanaba de sus grandes ojos de chocolate, pero la gratitud de Fiorella hacia Matías iba mucho más allá de ese efímero momento. Su vida entera había dado un giro radical gracias a que él había decidido extenderle una mano amiga justo cuando ella más la necesitaba. Sin embargo, todavía no se imaginaba cuántos cambios más vendrían a raíz de su vínculo con el señor Escalante.

♪ ♫ ♩ ♬

La joven Portela quería relajarse en algún sitio desde donde pudiera disfrutar de una vista agradable. Cada vez que pensaba en espacios tranquilos, una de las primeras imágenes que acudía a su mente era la del azulado océano. Siempre le había gustado contemplar el suave baile del agua marina que la arrullaba con su canto. Cuando era niña, se cubría las orejas con caracolas para escuchar más de cerca el melodioso rumor de las olas. Al recordar los hermosos días de su infancia junto al mar, quiso revivir esas inolvidables experiencias con Mauricio.

Había una pregunta para ella en uno de los más recientes mensajes del varón. Aunque no era algo difícil de responder, a la chica se le hizo difícil hallar la respuesta. "¿Adónde querés que vayamos mañana?" Un asunto tan trivial como escoger un sitio para salir se había convertido en un motivo para morderse las uñas por un buen rato. Quería que todo fuera perfecto y eso solo sería posible si hacía una elección apropiada del lugar para la cita. En cuanto las memorias del mar acudieron a ella, la contestación que buscaba se hizo evidente.

—¿Qué te parece si viajamos en el crucero Happy Hour? Son dos horas de viaje pasando por todo el puerto de Nueva York. Hay comida, bebida y música. ¿Suena bien para vos? —declaró la chica en la grabación de audio.

Fiorella a cappella [De claroscuros y polifonías #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora