No morí. Sobreviví. Maté al resto.
Entré en una especie de trance. Mi alma había salido de mi cuerpo y flotaba junto con los fantasmas de mi pasado. Todavía respiraba, me movía, y hablaba con naturalidad mientras me emperifollaba, me perfumaba con el aroma de las flores, y me vestía con la ayuda de mis damas luego de tomar un segundo baño. Aun así, la sangre que derramé era como un vino poderoso que bebí sin medida y en la actualidad sufría las consecuencias de ello con una gran resaca.
Si bien ya me quité las manchas rojas, siempre tendría las manos manchadas de sangre y no cualquier sangre, sino sangre real. Actué en contra de todo lo que me inculcaron desde pequeña. La familia Black, todo giraba alrededor de su poder. Ellos decían ser dioses dignos de adorar y yo había asesinado a una de ellos con sus propias armas.
El término asesina no cubría ni la mitad de las cosas que me vociferarían si se enteraran de que empuñé el cuchillo que acabó con la vida de la persona que dirigió la academia en la que vivía. En una noche, diablos, en cuestión de horas me convertí en algo que nunca planeé ser. No parecía ser yo misma. Esa persona que hizo no se parecía a mí y al mismo tiempo nunca fui tan honesta conmigo misma como en el presente.
No estaba segura de si algo había cambiado dentro de mí o no. Repasé dentro de mi cabeza cada cosa que hice para asegurarme de que no había cometido ningún error de novata. Tampoco podía dejar de recordar todo, así que dejé que las aguas de la perdición me arrastraran. Los recuerdos masticaron mi cerebro y lo escupieron igual que tabaco.
Fui calculadora, como siempre. Estudié las jugadas que realicé, yendo paso por paso. Ingresé al despacho de la directora, la enfrenté, ella me arrastró en secreto al laboratorio, trató de hacer experimentos conmigo, la maté junto con sus guardias, y ella dijo algo más que se impregnó en mis cavilaciones.
«Tú nos destruirás a todos»
¿Fui demasiado lejos?
Sí.
¿Cuándo me volví tan insensible?
No lo sabía.
¿En qué momento desarrollé un gusto por el derramamiento de sangre?
Clanes, no deseaba saberlo.
No había pensado que podía llegar tan lejos, pero ya no existía nada en el reino que pudiera detenerme.
No necesité a nadie. Lo hice todo por mi cuenta. No estaba orgullosa de eso. Tampoco me arrepentía. Redimirme no figuraba en mi itinerario. Tomé una decisión, la llevé a cabo, y viviría con los resultados de la misma. La peor parte era que no me preocupaba el hecho de que asesiné a alguien, sino que me atraparan.
Si resumía cada acto que cometí, resultaba aterrador. Quizás yo era alguien que la gente debía temer. Me había convertido en el monstruo de mis pesadillas y no me sentía tan mal.
Culpar a alguien carecía de propósito. En un inicio fue en defensa propia y luego la situación se bifurcó, retorciéndose, y mutó, modificando la esencia que residía dentro de mi espíritu. Por más que quise evitarlo, mi menté divagó por las fronteras del bien y el mal.
Me criaron en una mansión donde los planes siniestros, las matanzas violentas, y los secretos peligrosos formaban tan parte de ella como las paredes y las puertas. Presencié ejecuciones, vi masacres, y escuché cómo la gente se traicionaba una a la otra desde que era una bebé. Jamás tuve una infancia o fui una adolescente, siempre me trataron como a una aristócrata y espía en progreso. Había sido entrenada para todo eso y lo hice.
Jugué mi papel en la sociedad, manipulé los hilos de los clanes, y cobré varias vidas. Sin embargo, sabía que no era lo correcto. Aunque la corrupción me sedujo, no permitiría que usurpara la rutina de nadie más.

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Construidos
Teen FictionDinastía Decapitada #1 Tras prohibir cualquier tipo de sentimiento, el reino Idrysa se ha consolidado en el 2084 y está dividido por los clanes dirigidos por las familias de élite con la suprema frialdad que ordenan las leyes. Siendo fiel a la tradi...