✦ DÍA 1 - CAPÍTULO 1 ✦

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La muerte sorprendió a Anahí cuando ella menos lo esperaba. Como una ráfaga de viento salvaje, en tan solo un instante la muchacha dejó de ser, de estar. Abandonó Buenos Aires sin despedidas ni equipaje. Solo se fue, se marchó en algún momento de la madrugada entre las calles del barrio de Caballito. El hecho fue fugaz, tan veloz que la chica ni siquiera sintió su partida. Efímero hasta el punto de que, al despertar, no comprendió que algo había cambiado en ella.

Anahí tenía un terrible dolor de cabeza, una punzada aguda y constante similar a las que dominaban sus mañanas de resaca. Reconocía el tipo de jaqueca a pesar de que la ebriedad no era usual para ella. Podía contar con los dedos de una mano cuántas veces se había sentido de esta forma. Lo extraño, sin embargo, era que no recordaba haber consumido alcohol la noche previa.

Estaba incómoda, contracturada, adolorida y quería dormir un rato más. Además, tenía frío. Mucho frío.

Todavía adormilada y con los ojos cerrados, estiró un brazo en busca de sábanas o de frazadas, pero sus dedos no encontraron abrigo. Dio media vuelta sin pensarlo y cayó al piso.

«¡¿No estoy en mi cama?!»

Abrió por fin los ojos, confundida. Aunque su entorno todavía le resultaba borroso, podía reconocer el verde que la rodeaba y que le hacía cosquillas en la nariz: pasto. Eso significaba que no había regresado a su casa antes del amanecer. Si tenía en cuenta su recorrido, debería estar en Parque Rivadavia o en Parque Centenario.

«¿Qué me ocurrió?», se preguntó. Una corazonada le decía que algo andaba terriblemente mal, que la noche anterior no había sido la mejor de su vida y que un percance la había obligado a cambiar sus planes.

Sin embargo, no recordaba los detalles.

Su consciencia yacía estancada en el limbo de las mañanas: ni dormida ni despierta; ella siempre decía que, cuando recién se levantaba, era casi un zombi. Una vez incluso le gruñó a su hermana a modo de saludo porque no podía articular palabras coherentes. Lo sabía porque la habían filmado. Fue todo un papelón, el video se subió a redes sociales sin su permiso y, aunque logró darlo de baja algunas horas más tarde, muchos conocidos habían llegado a verlo.

Anahí se sentó, se frotó el rostro con ambas manos para despabilarse y observó el paisaje con más atención. Su mirada se encontró con árboles, con edificios y con piernas que pasaban frente a ella a gran velocidad, con el apuro típico de las mañanas laborales.

Desorientada, alzó la vista y notó que acababa de caerse de un banquito de piedra, de esos que todavía quedan en alguna que otra plaza que no ha sido remodelada en las últimas décadas. Se llevó una mano a la adolorida cabeza mientras que con la otra se frotaba los ojos por segunda vez.

Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora