🌷 ; d i e c i n u e v e

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El pelinegro corrió con todas sus fuerzas a su habitación, con tanto esfuerzo que en el momento que llegó frente al ascensor temblaban como si fueran dos fideos intentando estar de pie. A pesar de esto, pudo dirigirse directamente a la comodidad de su cuarto, buscando con ansias eso que haría que dejar de oler a omega de nuevo.

Sus manos espasmódicas buscaban entre sus cajones con seguro, pero no encontraba, se le habían acabado. Empezó a hiperventilar. No podía permitir que se descubriera su secreto. Había pasado mucho tiempo luchando para que su verdadera especie no fuera revelada, desde que fue presentado como un omega. Sólo su padre fue testigo de su presentación. Lamentablemente, él mismo fue quien le demostró que ser omega sólo traía tragedias y miseria. Él no quiere morir como su padre murió.

Su corazón late desbocado contra sus costillas. Siente calor y dolor en su vientre y cabeza. ¿De nuevo estaba presentando el celo? ¿Tan rápido? No podía ser así. Parecía que esta vez el celo penetraba de forma intensa su cuerpo, dejándolo inválido sin haber perdido ningún hueso. Cayó al suelo aún así, no pudiendo soportar el sufrimiento. Con las pocas fuerzas que tenía, buscó su celular, el cual yacía en el suelo después de su caída. Cuando lo tuvo entre sus manos, marcó el número de quien podía salvarle, no en poco tiempo, pero le salvaría.

Esperó unos minutos hasta que finalmente contestó.

—¿Jeon? —se escuchó al otro lado de la línea.

—P-p-por favor... necesito... necesito el -O+A, lo necesit-to ahora... ¡ahora!

Colgaron. No se habló más. De inmediato se lo llevarían.

Quedó en posición fetal en el suelo, abrazando su vientre con fuerza. Sentía sus huesos doler, puntadas arrasando con toda y cada extensión de su piel. Lloraba por culpa del dolor y el sofoco. Aquello no era cualquier otro celo que podría sufrir un omega, era algo peor. Podía jurar que incluso escuchaba a su lobo chillar junto a él, teniendo en cuenta que él estaba aprisionado en lo más profundo de su corazón.

No cabía duda de que ambos sufrían en ese preciso momento.

Jeongguk se arrastró débilmente y con las arcadas que amenazaban con expulsar la bilis, hasta los cajones de su compañero de habitación. Sacó supresores de allí, esperando que tomándolos disminuyera el dolor. Se tragó una pastilla en seco, derrumbándose en el piso de manera, sudando y jadeando, en busca de una pizca de oxígeno.

Mientras pasaban los minutos, el dolor disminuía, mas no culminaba. Ahora tenía más fuerza en los huesos y podía dejar de arrastrarse como un gusano de jardín. Se levantó y limpió su frente sudorosa con la manga de su camisa, no obstante, aún soltaba gemidos de dolor por las estocadas que sentía directo a su vientre. Caminó hacia la mesa, quería beber agua para refrescar su desgarrada garganta. Sin embargo, antes de que pudiera siquiera servirse un poco, la muy conocida voz de su mejor amigo Baekhyun se escuchó cerca. No debía verlo.

Corrió al baño de la habitación y cerró la puerta con el cerrojo, temblando. Se deslizó por la puerta hasta llegar al suelo y abrazó sus piernas, temeroso. Se sentía tan vulnerable, tan utilizable. Odiaba sentirse así.

Se escuchó como la puerta principal se abría, seguido de un jadeo sorprendido.

—¡¿Y este desorden?! —exclamó Baekhyun— Y... ¿Y ese olor?

Jeongguk tapó su boca; no quería que el contrario le escuchara quejarse de las puntadas en su cuerpo y cabeza. Estaba sufriendo, demasiado.

—Por la Luna, ¡huele a omega en celo! —dijo— Y si... ¿Y si ggukie trajo un omega...? —hubo segundos de silencio— No lo creo... bueno, ¡no importa! Cuando regrese, le voy a recordar la importancia de mantener las cosas en su-... Pero por la diosa, ¿por qué huele tan intenso?

Jeongguk lo sentía en verdad, tampoco entendía por qué su celo se desató de tal manera.

—Quizás... quizás Ggukie sí trajo un omega... —murmuró algo que no pudo ser escuchado por el más alto, después se escuchó una caja cayendo al suelo— Um... quizás... no...

Se escucharon los rápidos pasos del omega y luego la puerta principal cerrándose. Jeongguk respiró hondo de nuevo y salió del baño, observando la caja que fue dejada al lado de su cama. Se acercó a esta y revisó dentro: se trataba de su preciado antídoto.

Con ansias, rompió el plástico de la aguja y, sin pensarlo, se inyectó directo en el muslo, frunciendo el ceño por el repentino picor. Sin embargo, minutos después, todas las sensaciones de omega su esfumaron. El aroma, el dolor, la vulnerabilidad.

Era él mismo otra vez.

Antes de que pudiera disfrutar su tranquilidad, su celular sonó con un mensaje de texto, que decía:

Ahora, conversemos acerca del pago, Jeon.
Y creo que me podrás servir de mucho.
18:36

¡Tú, idiota! 🌷  namjin Where stories live. Discover now