Hanna: Tres años antes del inicio de "Geckos y Vikingos".

111 21 4
                                    

—Basta, hablo en serio, ¿qué haces aquí?

El atractivo rubio levantó una ceja, sumamente divertido.

—¿Qué te resulta tan difícil de creer? —Bufó, comenzando a irritarse—. ¿Te importaría darte prisa?, no tengo mucho tiempo.

A pesar de que mis padres no lo hubieran notado, yo no podía pasar por alto que mi hermana había desaparecido la noche anterior con la pobre excusa de un grave malestar, y el que de la nada apareciera este chico frente a mi puerta preguntando por ella era simplemente una casualidad demasiado grande para pasarla por alto.

Kahli nunca hubiera perdido la oportunidad de celebrar su cumpleaños en la compañía de Alissa y Tommy, y estaba segura de que su berrinche se debía a la aparición de Lyschko.

Por supuesto, ella jamás hubiera aceptado dejar de ser el centro de atención ni por un segundo.

Recordarlo me hizo enfurecer, así que insistí nuevamente.

—¿Por qué habría de permitirte hablar con ella? No te conozco. —Mis cejas se hundieron hasta su nacimiento, y sentí mis uñas clavarse en la palma de mis manos.

—¿Tienes que conocer a todas las personas que hablan con ella? —Se burló—. No tengo por qué darte explicaciones, rubia, sólo déjame pasar, dile que estoy aquí, o quítate de mi maldito camino. —Pidió con cansancio.

—¿Disculpa? —Me horroricé—. ¿Quién te has creído? ¡Ni siquiera sé quién demonios eres!

—Es mi jodido novio, Hanna, ¿a ti qué más te da?

La crueldad de esas palabras me extrañó, y me giré para verla de pie detrás de mí. Mi furia desapareció al instante, porque aquella chica que me miraba con odio puro no era mi hermana.

Iba descalza, vestía un par de shorts de mezclilla, y me di cuenta de que no llevaba sujetador porque la ligera playera de tirantes blanca que llevaba dejaba perfectamente a la vista el contorno de sus senos, aquello me sorprendió porque usualmente Kahli era bastante cuidadosa en ese aspecto, pero lo que me hizo colapsar internamente fue su rostro.

Sus mejillas lucían marcas oscuras de maquillaje corrido, parecía que no hubiera dormido en siglos, y sus ojos eran enormes lagos de hielo, fríos y rotos.

Vacíos.

—¿Kahli? —Balbuceé estúpidamente. Ella rió con sarcasmo.

—Vaya, al fin recuerdas quién soy. —Su voz estaba cargada de veneno, y llevó una de sus manos hasta su cuello, donde pude ver numerosas sombras de besos marcados descender hasta la parte de su escote.

Sentí como si me hubieran abofeteado.

Mi pulcra y perfecta hermana luciendo así.

Me quedé paralizada en mi lugar, sin saber qué hacer ni qué decir.

—Comenzaba a pensar que me habías dado una dirección falsa. —Bufó el rubio—. Si no hubiera notado el parecido entre tu hermana y tú, me hubiera ido hace quince minutos. —Se quejó, pero se apresuró hacia la morena al tiempo que se despojaba de la chaqueta que llevaba y cubría sus hombros con la prenda.

—No vuelvas a decir que me parezco a ella. —Siseó con asco, y lo arrastró al interior de la casa, dejándome sola afuera.

Tardé un segundo en reaccionar, y la seguí hasta las escaleras. Obstruí su paso y la tomé por la muñeca, esperando que se detuviera.

—Kahli, ¿¡qué demonios te pasó!? ¿Quién es este chico?

—Ya te lo dije, es mi novio. —Escupió, intentando liberarse de mi agarre—. ¡No me toques! —Chilló furibunda.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 12, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Historias en el ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora