11.- Sparkie.

925K 77.8K 50.1K
                                    

—¡Pero no puedes simplemente disponer del dinero de nuestros padres porque se te antojó enviarme un hurón, Zoe! ¿Qué rayos pasa por tu cabeza?

—Ay, topi no te enojes. Es solo un animalito. ¡Te envié todo lo necesario! Ya está vacunado y castrado, solo tienes que cuidarlo. ¡Ahora tienes un amigo!

¿Acaba de insinuar que necesitaba amigos?

Lo último que me faltaba.

—Pero, Zoe. Escucha, ya sé que lo hiciste en plan... Bien. Pero, ¿un Hurón? ¿En serio? ¿Por qué simplemente no me enviaste el número de algún amigo o algo?

—Oh, ¿quieres que lo haga? Me lo hubieras dicho antes, porque de hecho tengo un amigo llamado Aldo que...

—¡No, Zoe! No quiero, ni siquiera sé que voy a hacer con este animal. Dios, es que solo actúas, no piensas en las consecuencias.

—O sea... Topi, tienes diecinueve años, ¿sabes? La nonna se divierte más que tú. Tienes un hurón, ahora encárgate. Por cierto, no tiene nombre. Y lamentablemente no podemos llamarlo princesa como a nuestro primer perrito porq...

Y colgué, era suficiente dosis de mi hermana por ese día, y el siguiente y todos los próximos a ese.

Tenía lo suficiente para mantenerme y ahora debía mantener a un animal.

Y lo peor de todo es que era tan tierno que no quería devolverlo.

—Hola pequeñin. —lo miré por unos segundos y el animalito asomó la cabeza sobre la caja.

Me senté en el piso y sonreí.

Definitivamente me lo quedaría.

Pero no le agradecería a Zoe, no lo merecía.

En cuanto terminé de ordenar las cosas en el living, lleve al hurón al veterinario para que lo revisara y me explicara básicamente que cuidados necesitaba.

Y no tenía que comprar nada, sin contar la comida, mi hermana lo había comprado todo y empezaba a sentir que lo hacía por culpa. Conocía más que nadie a Zoe, y seguro había hecho algo y no me lo había dicho.

—No puedo creer que no pueda poner un nombre, ¿es posible, Dest? —le pregunté a mi amiga desde el teléfono, había decidido viajar con su novio a quién sabe dónde y me había dejado sola. ¡Gran amiga!— No, no le voy a poner topi, no me estás ayudando, Dest. —Gruñí para luego sonreír en cuanto oí su risa— Como sea, debo volver a entrenar a esa rata. Nos vemos.

Y colgué.

Había sido un mes lleno de tranquilidad —si tranquilidad le llamas a ser mordida por hurones— El pequeño animal había llegado al punto de hacerme perder la paciencia, y leyendo en internet, entendí que como cualquier animal doméstico debía aprender.

Tenía su propia caja de arena como un gato, su comida especial y hasta galletas para premiarlo.

Aunque también había tenido que cerrar bien las puertas y tapar cada lugar donde sería peligroso tenerlo.

Un plus, era tierno. Y por ese mismo motivo, aunque me había mordido más de cincuenta veces, quería tenerlo.

Pero me faltaba el nombre y estaba a nada de ponerle Pandolfo, o algún nombre parecido.

—¡Ya voy! —grité mientras iba corriendo hacia la puerta.

—Hola chispita. —me sonrió y rodé los ojos cerrándole la puerta.

Habíamos quedado en que el tocaría la puerta aunque tuviera la llave por el simple hecho de que podía estar desnuda cantando en el living y podía verme hacer el tonto y... No.

True ColorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora