Acaricié sus cabellos rubios empapados, mientras él frotaba mis piernas acuclillado frente a mí, y él levantó el rostro, para dedicarme una de esas sonrisas preciosas que conseguían hacerme sonreír todo el tiempo, pero que ahora provocó un vuelco en mi corazón.

Lo amaba tanto. Tanto que dolía.

Tanto que nunca podría soportar el verlo muerto.

Y por eso necesitaba irme.

.

Cuatro horas más tarde, a las cinco de la mañana, me separé de Draco con suavidad, y me levanté de la cama, caminando hacia la habitación de Rose.

Tomé el bolso que había escondido bajo la cama de mi hija, ese que había preparado hace unas horas, mientras Draco me preparaba un café, y volví a caminar a nuestra habitación.

Deposité el bolso en la puerta, y me acerqué a Draco una vez más.

Por última vez.

Mi rubio dormía boca abajo, con el rostro vuelto hacia un lado, y todos los cabellos revueltos.

Draco Malfoy, tan peligroso despierto. Tan dulce como un niño dormido.

Inspirando hondo, deposité la carta que había escrito sobre la mesa de noche, y acaricié su rostro por última vez antes de partir.

Logré salir sin ser interceptada. Sabía que los guardias tenían órdenes estrictas de no molestarme, pero en cuánto pudieran, le avisarían a Draco que había partido.

Debía ser rápida.

Tomé la carretera hacia la casa de mi padre, y conduje con rapidez y determinación.

Sin mirar atrás.

Era extraño, porque pensé que dolería. Pensé que mi corazón se rompería en mil pedazos.

Pero no fue así. En lugar de eso, no sentía nada.

No sentía absolutamente nada, lo cual era peor, porque sabía que cuando la realidad me golpeara de golpe, y ya no encontrara a Draco a mi lado, el dolor sería insoportable.

.

Draco

Resoplé, molesto con aquel maldito rayo de sol que no paraba de caer directo sobre mis ojos.

Intenté volver a dormir durante unos cuantos segundos, y cuando por fin me di por vencido, estiré un brazo, buscando a Hermione por la cama, extrañado de no tenerla durmiendo justo encima de mi pecho, como siempre.

Frunciendo el ceño, miré a mi lado.

Hermione no estaba en la cama.

Quizás había madrugado, y había decidido preparar el desayuno, lo cual era extraño pues Hermione nunca madrugaba.

No, ella dormía hasta que alguna fuerza mayor la obligara a separarse de la cama.

Me estaba poniendo de pie cuando divisé la carta, allí, doblada justo al lado del reloj despertador.

Extrañado, volví a sentarme en la cama y la desdoblé.

Una página completa escrita con la desaliñada y apresurada letra de Hermione me esperaba allí.

"Draco:

Siento estar haciendo esto. No sabes cuánto. Draco yo... te amo. Te amo demasiado, y espero que nunca olvides eso.

Intenté hacerte entrar en razón, Draco, pero no quieres escucharme. No puedo seguir con esto. No puedo seguir viviendo con miedo. Sabiendo que algún día de estos algo podría ocurrirnos. A mí, a Rose, o a ti.

Draco, sí algún día te sucediera algo, no podría soportarlo.

No tengo un plan. No sé cómo haré para vivir sin ti de ahora en más. No sé si pueda hacerlo siquiera.

Pero debo intentarlo. Por Rose y por mí.

Es demasiado peligroso Draco, y nuestra niña no merece eso.

Te amo tanto que duele. Pero la idea de perderte, de verte muerto...me pone enferma.

Ayer hice algo que nunca creí poder hacer, Draco. Asesiné a alguien. Y realmente no me importa cuáles fueron los motivos. Lo hice.

No puedo vivir con eso.

Necesito terminar con todo... Empezar de nuevo.

Te imploro que no nos busques, no ahora.

Quizás luego, cuando todo haya amainado un poco.

Lo siento tanto, cariño.

Siempre tuya.

Hermione."

No. No. No. ¡Mierda, Hermione, no!

Arrojé la carta al otro extremo de la habitación, y echando chispas, me puse de pie para revisar nuestro vestidor.

No se había llevado toda su ropa, sólo un poco. Igual que la de Rose.

Se había ido.

Se había llevado a nuestra hija con ella.

Y me había dejado.

Y a pesar de que intenté no hacerlo, supe que la culpa era mía.

Ella lo había dicho. Me había pedido por favor que parara con todo esto, y yo no la había oído.

Y ella se había marchado.

Mi Hermione me había dejado.

Caí sentado contra la pared de la habitación de Rose, frente a su cama.

Faltaban algunos de sus muñecos de felpa.

Y amargas lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas.

¿Hacía cuánto que no lloraba?

¿Por qué me dolía tanto el pecho?

'Te imploro que no nos busques, no ahora'.

Si Hermione de verdad pensaba que no la buscaría hasta el fin de la tierra, y no la traería de vuelta así fuera a la fuerza, era porque no me conocía en nada.

Mío-DramioneWhere stories live. Discover now