14. Camaradas

78.3K 8.9K 9K
                                    

—¿Me estás diciendo que comenzarás a mirarme en un aspecto amoroso cuando gane The X Factor? —Inko, a mi izquierda, se inclina para poder ver a Bernardo, que se sienta a mi derecha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Me estás diciendo que comenzarás a mirarme en un aspecto amoroso cuando gane The X Factor? —Inko, a mi izquierda, se inclina para poder ver a Bernardo, que se sienta a mi derecha.

—Oh, Santas Nalgas... ¡No! —El chico de ojos azules se horroriza—. Solo dije que sería lindo salir con un cantante famoso para que me dedique canciones y sus fans sepan que las canciones son para mí. Además, los paparazzi me amarían. Dejaría que me fotografíen de todos los ángulos. —Posa haciendo boca de pato para dejar en claro su punto, haciéndome reír—. Tú y yo somos solo amigos, no empujes nuestra amistad por un precipicio. 

—O sea... ¿Me estás diciendo que cuando gane The X Factor y sea amigo de cantantes famosos me utilizarás para salir con uno de ellos? —Inko parece herido mientras se aferra al borde de su asiento en la combi de de Adrinike Cod.

—Exactamente —asiente Bernardo.

—¿Y eso implica que me botarás? —le pregunto, solo por si Bill Shepard nos está escuchando desde los asientos del copiloto.

Espero que esté algo sordo de todas formas. Ya tiene edad para perder la audición.

—Toda aventura llega a su fin, Jaden. —Aprieta mi hombro y me mira con lástima, como si en verdad romper conmigo fuera inevitable—. Por supuesto que te botaría. Te dejaría si un actor como Chris Hemsworth, su hermano o Scott Eastwoood me dieran la hora.

—Aunque salgas con un actor sigo ganando The X Factor y haciéndome un cantante famoso, ¿verdad? —Insiste Inko. Su sueño siempre ha sido ser otra estrella descubierta en televisión—. Hablando de cantar... creo que podría practicar ahora. Súbele a la radio, Rilton. Tengo ganas de hacer lo mío.

Él siempre tiene ganas de hacer lo suyo. Por la mañana y la noche, en el trabajo y fuera de él, incluso cuando murió su abuela el año pasado quiso cantar.

Ella era austríaca, así que quería cantar el himno de Austria en su honor, pero no sabía hablar alemán, húngaro ni esloveno. Cantó el himno de los Estados Unidos en su lugar, con acento alemán, mientras lloraba. Un intento de acento alemán, en realidad. Sonó como una gallina con esteroides siendo masacrada.

Pero fue hermoso, a su manera.

Luego de eso lo llevé de copas. Agnes tuvo que ir a buscarnos porque no recordábamos la dirección para regresar. Nos llevó a su departamento y preparó café.

El café de Agnes sigue siendo mi favorito.

Me pregunto qué estará haciendo ahora. Podría llamarla para ver cómo está. Tendría, porque me preocupo por ella, pero no hemos vuelto a cruzar palabra desde que se fue hace siete meses luego del incidente, salvo para su cumpleaños.

Fue esa conversación forzosa de «Feliz cumpleaños, espero que la pases genial» y de su parte un «¡Gracias!». Luego intenté escribirle algo más, y ella también trató, pero ninguno lo envió al final.

Game overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora