2º Dolorosa enfermedad

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Nota autora: Antes de nada, quiero avisar de que este capítulo es bastante duro, tiene escenas muy duras de leer, a mi me ha costado escribirlas. 

2º Dolorosa enfermedad

El carruaje arribó a Pemberley a media mañana, nada más llegar, Georgiana fue al interior con los pequeños enfermos, y pidió a una sirvienta que se hiciera un caldo y trajera algunas mantas junto a la chimenea. Mientras, el matrimonio Darcy acompañó a la señora Thorton a visitar una de las casas más próximas, las que tenían destinadas a los sirvientes de confianza.

La señora Thorton no podía creer que aquello fuera posible, aquella casita era maravillosa, tenía cuatro habitaciones amplias, un salón bastante espacioso, la cocina tenía una mesa donde poder comer, y tenía en la parte trasera un jardín espléndido donde podrían jugar sus pequeños.

-¿Esto es para nosotros?

-Así es, señora- Le aseguró Darcy, conmovido por el rostro de felicidad de la mujer- Creo que aquí podrán vivir cómodamente.

-¿Es de su agrado?

-¡Por supuesto, señora!- Con premura le tomó las manos a su nueva patrona y se las besó- Jamás imaginé poder vivir en un lugar así, es más de lo que jamás esperé- La mujer no dejaba de besar las manos de Elizabeth mientras lloraba de emoción- ¡Gracias señora! ¡Bendita sea!- Entonces miró al señor Darcy, sin soltar las manos de su señora- ¡Gracias señor! ¡No se arrepentirá de habernos traído, se lo prometo!

-Estoy seguro de ello- Le aseguró el caballero- Pediré que la ayuden a instalarse, y cuando esté todo en orden, venga a la casa a cenar y a por sus hijos, mañana ya hablaremos de sus funciones.

-Bienvenida a Pemberley- Añadió Lizzy antes de tomar el brazo de su marido y caminar hacia el exterior.

Esa noche, Elizabeth se acostó feliz, sabiendo que habían ayudado a una familia a mejorar su vida, y convencida de que aquella mujer sería una gran amiga, y de que sus hijos iban a alegrar sus días.

Desde el momento en el que Megan Thorton empezó a trabajar como dama de compañía de Elizabeth su estado de ánimo mejoró considerablemente. Estar con ella y sus hijos hacía que se olvidara de sus preocupaciones. Darcy pudo notar el cambio desde el primer instante, pues su Lizzy volvía a sonreír, volvía a desprender felicidad y energía.

Además, Elizabeth había cogido mucho cariño a los pequeños de la señora Thorton, Agatha era la mayor, de unos siete años de edad, y era una pequeña muy risueña y curiosa, siempre dispuesta a aprender cosas nuevas. El mediano se llamaba Michael, que tenía cinco años, y era un niño muy tranquilo y despierto, al que le encantaba dibujar y contar historias. El más pequeño se llamaba Jordan, de tan solo tres años, y era el más travieso e inquieto de los tres niños, muy cariñoso, pero todo un terremoto.

Durante la primera semana después de su vuelta, tanto Georgiana como Lizzy estaban tan encantadas con aquella mujer y sus hijos que ambas decidieron empezar a darles lecciones a los pequeños, y que fueran bien educados. Lizzy se dedicaba de enseñarles a leer y escribir, y Georgiana les enseñaba música y arte.

Tras esa primera semana, arribo a Pemberley una carta de Rosings, anunciando que la salud de Anne había mejorado considerablemente, y que todo había quedado en un susto. Para después añadir que a pesar de lo sucedido, los hermanos Darcy eran bien recibidos siempre que quisieran.

Aquella carta que Su Señoría se había molestado en escribir, solo consiguió que Fitzwilliam, e incluso Georgiana, se enfadaran con su autora, pues parecía decidida a ningunear a Elizabeth. Y después de lo descubierto en su última visita, no pensaban aparecer por allí salvo que fuera estrictamente necesario.

Por ti vale la penaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora