Capitulo uno.

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— ¿Pero saben quién fue? —susurró la joven.

Ella caminaba junto a otra de las hermanas, hoy era su turno para revisar todo el orfanato, ya que, algunos de los huerfanos solian reunirse mientras todos dormían.

— Dicen que la hermana que recogió al pequeño vió a la madre tratando de aferrarse a la vida. —susurró Dara un poco más bajo. — Pero por desgracia no pudieron hacer nada y falleció ahí mismo. —caminó mas rápido, escuchando como la otra aceleraba el paso para alcanzarla. — Desapareció casi por un año, aun creemos que fue por el embarazo.

— Pero está prohibido salir de aquí.

— Todas lo sabemos, pero puede que ella se las apañara para escapar y buscar a alguien con quien cometer actos impuros. —Dara hizo una mueca girando por uno de los anchos pasillos. — Pero el pequeño acaba de cumplir nueve años, está aquí y gracias a dios, sano y a salvo. —pocos segundos despues la miró. — Y bueno, cambiando de tema, llegaste hace poco, ¿Qué tal todo? ¿estás feliz aquí?

— Oh, sí. Aun me estoy adaptando. —sonrió mirando su propia sombra gracias a la luz de la luna que se colaba por las grandes ventanas del lugar. — Pero es muy divertido jugar con los niños.

— Si, a veces está bien. —la miró. — Últimamente ese pequeño se acerca mucho a ti.

— ¿Ese pequeño? ¡Oh! ¿hablas de JiMin? —preguntó la nueva recordando la pequeña conversación que habían tenido hace un momento.

— Si, ese chico es realmente solitario, no se acercaba a ninguna de nosotras y creemos que no tiene ningún amigo. Es un milagro que se haya acercado a ti.

— Supongo que eso es bueno. —sonrió.

Ambas se detuvieron de inmediato, un pequeño chillido salió de la boca de la nueva mientras que el candelero de Dara caía al suelo. Sus respiraciones aun eran aceleradas debido al susto.

— Dios santo. —susurró la más joven agarrando el candelero del suelo.

Dara dió unos pasos hacia delante viendo al final del pasillo al niño que sollozaba vestido con un pijama blanco.

— ¿JiMin? —dijo una vez lo vio. — Es muy tarde, deberías de estar durmiendo.

El rostro del pequeño se iluminó por la luna, sus ojos azules resplandecían y su cabello rubio despeinado tenia un brillo natural que le hacia verse realmente hermoso, ahí, las dos mujeres podrían jurar que se veia como un pequeño angel.

Una lagrima se deslizó por la mejilla del angelito y justo ahi fue cuando ambas reaccionaron.

Jisoo... —salió de la boca del niño clavando su mirada en la joven. — Quiero estar con Jisoo... —sorbió su nariz sin apartar su mirada.

— Llévale contigo. —ordenó Dara mirando a la menor. — Yo me encargaré de revisarlo todo. —dijo comenzando a caminar, pasando por al lado de JiMin, quien se quedó completamente inmóvil.

Cuando Dara finalmente desapareció de su rango de visión, JiMin corrió hacia Jisoo alzando sus brazos. La joven sonrió cargándole y limpió con su pulgar las lágrimas del niño.

— ¿Estás bien, pequeñín? —preguntó la chica dirigiéndose a una de las muchas habitaciones que habían ahí. El simplemente asintió, enredando sus brazos alrededor del cuello de Jisoo y soltando un pequeño suspiro.

Ninguno de los dos dijo nada en todo el camino hacia la habitación. El cuerpo de JiMin temblaba probablemente por el frio que hacia esa noche y cuando llegaron, Jisoo dejó al niño en el suelo para llevarle a su cama con cuidado de no despertar a los demás.

Sodomía en el Vaticano || YM [+18] {PAUSADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora