Capítulo 20

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Elián se había vuelto demasiado evasivo con Alexander

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Elián se había vuelto demasiado evasivo con Alexander. Y no solamente con él. Desde que le conoció, tenía momentos así, en los que se volvía autista, y ajeno a las pláticas con Leopold y André. Era como si desapareciera. Solo sus ojos seguían abiertos y paranoicos, como si vieran a través de lo invisible cosas que nadie más podía mirar. Con el correr de los días, volvería a ser la misma persona de siempre. Intentó una vez en vano acercarse a él, pero inmediatamente, Elián sin siquiera mirarlo se marchó de allí. ¿Acaso estaba enojado con Alexander? ¿Cómo llegaría a decirle la verdad? Aunque aspirara a ello, no podía hacerlo, se reconoció a sí misma, cobardemente.

André había notado cierta distancia entre ambos, y Leopold, ajeno e imperturbable, seguía impartiendo su tutoría sin dejar que aquello le afectara. Pero su alumno no conseguía concentrarse lo suficiente, pues su mirada estaba deambulando de a un punto a otro dentro de la biblioteca. Elián se había apartado de ellos. Al joven rubio no le extrañó, ya que su amigo solía tener ese tipo de actitudes. Para él, era lo más normal del mundo.

Alena estaba tan concentrada en la lejanía que Elián estaba estableciendo, que había olvidado decirle a Leopold sobre Giovanna. Le comentó que trataría de verla y ver cómo estaban las cosas de su parte para con él.

—Te conviene que me digas la verdad, novato.

—¿Por qué mentiría?

—Pues para quedarte con ella.

Alexander se sacudió temblequeando su cuerpo, con aquella idea tan desagradable. Como si aquello fuese posible alguna vez en su vida. Admiraba el efecto completamente ciego que tenía Leopold sobre Alex. No era capaz de sospechar nada.

Mientras los alumnos almorzaban, la Directora se puso de pie, y al momento las voces se acallaron, pues no era común que se levantara a menos que quisiera hacer algún tipo de anuncio. Como el baile.

Se escuchó un leve dejo de cubiertos sobre la vajilla. Y reinó el silencio cual emperador.

—Aquellos alumnos que se han eximido de sus exámenes, podrán bajar al pueblo este fin de semana —exclamó con una sonrisa.

Los alumnos la aplaudieron entre vítores. Y Alexander se removió en su asiento inquieto, pues obviamente, no estaba entre los aprobados. André le dio una palmadita de consuelo. Luego, todos marcharon a sus clases en tropel.

Giovanna le había dicho que bajara en cuanto pudiera, que tenía novedades. Sus notas no le permitirían cumplirlo. Pensó entonces, en lo más recóndito de su cerebro, en una forma en la cual pudiera escapar de noche, como lo hacía Leopold, saltando los muros y usando sus piernas para bajar los escasos kilómetros que los separaban del pequeño poblado.

Faltaba aún todo un interminable día para que la orden se cumpliera dentro de los húmedos muros de Storm. Los alumnos estaban casi todos expectantes y ansiosos. Hacía bastante que no se les permitía una salida. Entre corredores y patios, el único tema de conversación de los muchachos era solamente ése y lo que harían.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora