Capítulo 5

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Abro la puerta de Dreamless y entro, al final he acabado aquí de nuevo, miro a mi alrededor y percibo que hoy hay más ambiente, vuelvo a dirigirme hacia la barra como hice la noche anterior y el camarero me sonríe, parece que me ha reconocido, o lo más probable es que esté siendo amable. Pido de nuevo un ron con cola y ahogo is penas bebiendo rápidamente mi primera copa.

Cuando dejo el vaso de nuevo sobre la barra, el camarero saca un vaso de chupito de debajo y me sirve tequila, le miro interrogante y él me señala un grupo de chavales que están separados de mí solo por un hombre de unos cuarenta que está a mi lado, ellos me miran y no puedo evitar soltar una mueca de asco, apenas tendrán diecisiete, si los tienen. Aparto lo que me han ofrecido con la mano derecha y el camarero suelta una carcajada mientras hace que el vasito se deslice hacia ellos, luego me sirve otro ron con cola y me río dado que ya sabe lo que pido siempre, pero él me señala hacia el otro lado del local y veo una cabellera oscura moverse hacia mí.

Calum se queda mirando al hombre a mi lado, que acaba su bebida y se levanta de su asiento, él se deja caer a mi lado mientras el camarero le sirve algo que no puedo identificar mientras se ríe, parece que somos un chiste o que la situación fuese muy graciosa, pero cuando me giro hacia Cal veo que los chavales se mueven y se colocan a mi otro lado, genial.

Centro mi atención en el vaso y me lo acabo, me levanto y me dirijo a los baños, ¿a caso ahora unos cuantos adolescente hormonados van a empezar a seguirme? Como si mi vida no fuese ya bastante complicada. Apoyo mis manos en el lavabo mientras hago tamborilear a mis uñas sobre la piedra. La puerta se abre y entra una rubia que se me queda mirando extrañada un rato y luego se mete a uno de los cubículos, cojo de nuevo mi bolso y salgo, vuelvo a sentarme al lado de Calum y pido lo más fuerte que tengan. Hoy quiero olvidarme de todo.

Calum me pregunta si he estado bien en este tiempo y aprovecho para desahogarme, normalmente no lo haría pero parece que el alcohol me está afectando demasiado, sus contestaciones se basan en insultos hacia Albert y decir que siempre lo odió. Quiero dejar de hablar de mí pero parece que mi boca tuviese vida propia ya que acabo contándole la discusión con mi madre. Los idiotas que tenía al lado parecen darse por vencidos y se van.

Cuando la vista se me empieza a nublar decido que es hora de volver y tirarme sobre mi cama. Calum me acompaña y la verdad es que vernos debe ser gracioso, dos borrachos, o al menos yo lo estoy, por la calle probablemente diciendo las tonterías más grandes nunca dichas. Hacemos un par de paradas en el camino, una en el parque esperando que el aire fresco nos quite un poco del efecto del alcohol, aunque sé perfectamente que eso no va a funcionar conmigo, he bebido demasiado. Media hora después él se levanta y me sujeta la mano para que lo siga, se para delante de un BMW negro y entra, me abre la puerta desde dentro y me meto, gracias a Dios que no voy a tener que caminar hasta el motel. El coche se apaga cuando llegamos y me bajo, él sale para despedirse pero una idea cruza mi cabeza aún nublada por tanto ron y le agarro del brazo. Él camina detrás de mí y cruzamos las puertas del motel, el ascensor parece no bajar nunca así que acabo subiendo por las escaleras casi obligándolo a él a venir también. Saco las llaves de mi bolsillo trasero y las meto en la cerradura, cierro la puerta con el pie izquierdo después de entrar y casi le tiro sobre la cama.

Me quedo hipnotizada un rato mirando sus ojos, debo de parecer una idiota con las hormonas demasiado revolucionadas pero me importa una mierda. Ataco su cuello y él suelta un gemido de sorpresa, sus manos se dirigen a mi cintura y se instalan allí. Deslizo una mano bajo su camiseta, acariciándole. Con un rápido movimiento se aleja un poco y consigue darle la vuelta a la situación, quedando encima de mí. Ahora es él quien ataca la piel sensible entre mi oreja y mi mandíbula, bajando lentamente en una especie de tortura. Con su mano derecha me desabrocha la camisa mientras la izquierda sigue en mi cintura. Dejo escapar un suspiro que llevo mucho tiempo conteniendo cuando sus dientes dan un pequeño pellizco sobre una de mis clavículas. Su mano se mueve entre la tela blanca y mi piel, me levanta un poco la espalda y se deshace de esa pieza de mi ropa. Decido que no estamos a partes iguales y deslizo mis manos desde su pelo hasta el borde de su camiseta para subirla y luego sacársela. Él se separa y me mira a los ojos mientras se muerde el labio.

64th Street [c.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora