El camino y sus cosas

3 0 0
                                    


Saerys observa por un momento el cascabel y lo guarda en el bolsillo. Viendo cómo sus compañeros se alejan a la aventura, se da media vuelta y les sigue, aligerando el paso para llegar hasta ellos.

La brújula les guia a través de un camino que poco a poco se va introduciendo en un espeso bosque, donde cada vez la vegetación se vuelve más y más frondosa. Sería un lugar agradable si no fuese porque todo está demasiado silencioso y la intranquilidad empieza a hacer mella en el grupo.

- No bajen la guardia – susurra Saerys mientras lleva su mano a la empuñadura de su espada

El resto imitan su acción, inquietos y recordando la última salida del templo y el ataque de las arpías. Miran a su alrededor atentamente y se tensan al escuchar unos ruidos tras los arbustos en un recodo del camino, como si alguna bestia se acercara.

- ¿Habéis oído eso? – dice Yin mientras tensa el arco

El resto asienten y se paran, ocupando posiciones defensivas, mientras los arbustos se agitan cada vez con más fuerza mientras ellos desenvainan las armas.

De pronto, del arbusto saltan una serie de manchas blancas y marrones. Una mamá conejo y sus pequeños les miran antes de seguir su camino hacia el interior del bosque, por una zona sin senda.

- Vaya... no era eso lo que esperaba – murmura Ayaki mientras guarda el arma, levemente avergonzada por su forma de actuar, al igual que el resto.

- Este lugar me pone los pelos de punta – le responde Arius – mejor terminemos y salgamos de aquí cuanto antes.

Todos asienten, todavía con los nervios a flor de piel hasta que se introducen en una garganta de la montaña, donde un enorme tronco les impide el paso. Miran a su alrededor buscando una manera de rodearlo, pero el árbol ha quedado encallado en las paredes rocosas. Cuando se acercan para intentar escalar y sobrepasarlo, notan como las raices del mismo empiezan a retorcerse, creando una muralla elevada que impide que pasen.

Asustados ante la repentina capacidad de movimiento del árbol, retroceden, volviendo a empuñar sus armas.

- ¿Será agresivo? – pregunta Yin, poniendo voz a los pensamientos de todos.

- Ni idea... – responde Ayaki encogiéndose de hombros

- ¿Alguna idea? – comenta Saerys sin perder su posición de ataque, mirando a sus compañeros.

- ¿Y si lo cortamos? ¿o igual habla? – pregunta Yin.

- ¿Hablarle a un árbol? – pregunta Saerys alzando la ceja, ligeramente escéptico

- Bueno, hemos visto a un gato convertirse en mujer y a una chica transformarse en un charco...

- Supongo que en este lugar todo es posible – comenta el tifling todavía escéptico. – Saludos – dice levantando ligeramente la voz

Como es normal, el árbol permanece en completo silencio pero, para sorpresa de los escépticos, empieza a emitir una tenue luz como respuesta.

- Espera ¿tenía razón? – se sorprende el propio Yin

Todos se miran entre ellos. Ha quedado claro que el árbol posee consciencia y que responde ante estímulos, incluyendo una conversación. Viendo que nadie hace nada, Ayaki recoge una pequeña piedra del suelo y se la lanza al tronco. La zona en la que impacta la piedra se ilumina ligeramente, para rebotar y volver hacia ellos, con la misma fuerza, pero de un salto consiguen apartarse, evitando la trayectoria del pequeño proyectil.

- Uoh, quizás estás haciendo enfadar a la madre naturaleza – dice Saerys mirando a la kitsune con el cejo fruncido por su imprudencia.

El resto se miran, intentando averiguar qué hacer cuando escuchan pasos acercarse por el camino. Al girarse ven a una figura humanoide, completamente cubierto con una capucha que le tapa el rostro, quien sin fijarse en el variopinto grupo se acerca al árbol y murmura:

- Buenos días.... Por favor, podrías dejarme pasar al otro lado.

El resto observan cómo el tronco reacciona ante las palabras de la pequeña figura, iluminándose y abriendo un pequeño espacio para permitirle pasar. Cuando la misteriosa encapuchada lo atraviesa, el paso vuelve a cerrarse completamente, dejando ojipláticos a todos los presentes.

- Árbol, déjanos pasar – exclama Sarys, esperando la misma reacción.

- Arbolito, ¿nos dejarías pasar al otro lado? – pregunta Ayaki a su vez.

Pero el árbol parece no reaccionar. Yin repasa mentalmente todas y cada una de las palabras con las que se ha abierto el paso antes, para llegar a una simple conclusión.

- Por favor árbol ¿nos dejarías pasar? – pregunta elevando levemente el tono.

Ante la pregunta, el árbol se ilumina y, como ha ocurrido con anterioridad, muestra un hueco por el que pasar a través, permitiendo el paso al grupo, quienes se miran un segundo antes de correr, aprovechando la oportunidad, para cruzar al otro lado.

- Al final resultará que las palabras "por favor" sí que son mágicas – comenta Yin, divertido ante la situación, viendo cómo el tronco vuelve a cerrar completamente el paso a sus espaldas.

El resto se encogen de hombros, este lugar es extraño piensan la mayoría, para acto seguido continuar su camino, guiados por la brújula, que poco a poco les va llevando hacia la entrada de una cueva que, desemboca en varias bifurcaciones y cada una de estas a su vez en una sala con más bifurcaciones, simulando un laberinto.

Todos caminan en grupo, sin alejarse y mirando el artefacto antes de escoger cualquiera de los caminos, cuando, tras llegar a una sala, la brújula empieza a brillar levemente, indicándoles el camino.

Nadie sabe cuánto tiempo están caminando, perdidos en el laberinto del sistema de cuevas, hasta que la luz del artefacto brilla como una antorcha, alumbrando una gran grieta en la cual hay un pequeño y maltrecho puente de madera.

- Voy a ver si se puede pasar – comenta Yin todavía con el artefacto entre sus manos.

El resto se quedan mirando como el pelinegro atraviesa el puente pero, cuando está cerca de la mitad, el puente empieza a quebrarse, haciendo que los tablones caigan a su alrededor. Sin apenas tiempo para pensar, empieza a correr notando como el puente se deshace tras sus pies. El resto observan, con el alma en vilo cómo Yin corre hasta llegar al otro lado, sin posibilidad de volver atrás o ellos de reunirse.

- Voy a seguir, volved al templo, seguro que con la brújula llegaré más tarde – les grita desde el otro lado de la garganta, antes de internarse en el último túnel.

El resto se miran entre ellos, decididos a esperarle, hasta que, pasadas las horas y viendo que no parece volver, salen del laberíntico lugar, volviendo al Templo sobre sus pasos sin ningún problema, con sus pensamientos todavía en el pelinegro que han dejado en la cueva.

Este, siguiendo el camino marcado por la brújula, llega hasta una sala a cielo abierto donde hay un pequeño cofre cerrado. Sabiendo que se trata de lo que venía buscando, se acerca e intenta abrirlo para descubrir que tiene un extraño sello que no se abe cuando lo toca o interactúa con él. Incapaz de abrirlo, lo agarra entre sus manos y le da vueltas, dándose cuenta que el cofre está repleto de símbolos en algún idioma desconocido.

Al poco empieza a oscurecer y, con la única luz del artefacto, curiosea por la zona, hasta encontrar una solitaria construcción al fondo.

- Supongo que tendré que pasar la noche aquí, no me apetece volver a solas y de noche.

Lo que encierra AdalariWhere stories live. Discover now