-Ahí estaba yo, en mi cama, cómoda. Soñando con Orlando Bloom, cosas... no exactamente tiernas. Todo muy lindo, hasta que...
*RING... RING... RIIIIIIIIING*
Aquí empezaba la guerra, el despertador contra mí. Ese maldito aparato estaba dispuesto a joderme la vida, y yo no lo permitiría.
Con un movimiento ninja, lo tome con mi mano y lo lance con todo el odio del mundo, finalmente, ahhh, a dormir.
5 minutos después.
-Janeeeeeeeeee -gritaba como si de vida o muerte se tratara, mi hermano, Jonathan.-
Yo seguía dormida.
-Jane!!! -De nuevo ese maldito Hulk.-
Dormida.
-Maldita sea, Jane!!!!!! -Grito luego de abrir mi puerta de golpe.-
-Que. Mierda. Quieres? -Dije exasperada.-
-Tengo hambre. -replico "inocente". Nótese el puto sarcasmo.-
-... -Pestañe incrédula.- ¡¡¡¿Y POR ESO ME LEVANTAS UN MALDITO SABADO, A LAS 10 DE LA MAÑANA?!!! ¿¡POR QUE TENIAS HAMBRE?!! -Grite eufórica.-
-Sí, supongo. -se encogió los hombros-
-Te juro que si pudiera, te metería un palo por el culo. -dije seria.-
-Eso significa que no me harás el desayuno? -dijo como niño pequeño, zarandándose.-
-...AJAM!, vete.- finalizo, y por un milagro del cielo, se fue.-
Luego de 30 minutos, me di cuenta que por algo había sonado ese aparato infernal. ¡MALDITA SEA, LA PRESENTACION!!, me levante de un salto de mi amada cama, y me dirigí al baño. Luego de hacer mi rutina diaria, apurada, baje las escaleras.
-Jonathan!!!! -grite adentrándome a la cocina.-
-Si? -pregunto con la boca llena, diugh.-
-Mama, presentación, trabajo. -me miraba sin entender.- CORRE!!
-Cierto! -se fue corriendo por las escaleras, y del intento de subir las escaleras de a tres, rodo por ellas.-
-OH POR DIOS!!! -todos creerán que correría a auxiliar a mi hermano, pero no, me reí a carcajadas. Soy tan buena.-
-Maldita... -mascullo levantándose y subiendo normalmente las escaleras.-
En cuestión de unos minutos, ya estabas en el auto, a medio camino. Una hora tarde, pero lo importante era llegar. Una vuelta a la izquierda y llegamos, estaciono y bajamos. Llegamos a una hermosa mansión, donde se festejaba el evento, les contare mi madre es diseñadora de modas, no es muy reconocida, pero de a poco lo va logrando. Nos adentramos y nos encontramos con mucha, muchiiiiisima gente de status social bastante alto, todos mayores de 20 años. Mi hermano y yo éramos los únicos pequeñajos de 17 y 18. Buscamos con la mirada a mi madre, en cuanto la encontramos, ya sabíamos en que dirección ir, contraria a ella.
Toda la tarde fue... ¿agradable?, no sé si esa era la palabra para describirlo, digamos, a quien le agrada pasar todo el día con ancianas criticonas que juzgaban tu atuendo como "rebelde" y no "apropiado".
Llegamos a mi casa con mi madre, y nos comentó que una familia amiga vendría a cenar, los Roberts.
Santa
Mierda.
Me obligaron a vestirme bonita, pff, eso significaba vestidos, y tacones, y no hablo de mis amadas botas con tacón fino.
Llegaron, comimos, hablamos y todo eso, pero raramente me sentí incomoda, no por nada malo, solo sentía una mirada fija en mi desde que nos sentamos en la mesa. Me di vuelta dispuesta a encarar a esa persona, pero nunca lo había visto. Los Roberts vienen siempre a cenar, ellos tienen 2 hijos: Clark y Maddie.
-Quién eres? –Trate de sonar amable, pero creo que no lo logre, porque de repente todas las miradas estaban puestas en mí.-
-Oh, cariño, él es Adam, mi hijo mayor, estuvo fuera mucho tiempo por estudios. -me sonrió dulcemente Linda.-
-Oh, lo siento, no quise decirlo así. Un gusto, Adam. -dije con una sonrisa.-
-No importa, igualmente.- y eso fue todo.-
Luego de esa larga cena conseguí entablar una pequeña conversación con Adam, solo eso, ni más ni menos. Deje de pensar en tantas boberías y me fui a dormir.