-         Buenos días bella durmiente.

Oí minutos después de caer rendida, despertándome inmediatamente.

-         Pensé que ya comías - se acercó Elías a la cama.

-         Mmm... - murmuré estirándome - Aún no...reacciono.

-         ¿Cómo te sientes? - preguntó sentándose al ras.

-         Cansada, molida - decía incorporándome - Como si fuese corrido toda la noche - compare.

-         ¿No te dieron nauseas o irritación en la garganta? - preguntó - Son efectos secundarios de esos procesos.

-         No - conteste y vi el desayuno - Muchas gracias por el gesto - le regale una sonrisa.

-         De nada - dijo y empecé a comer - Quería ver como habías amanecido ¿Qué tal la misión?

-         Simple - conteste comiendo de la ensalada de frutas.

-         ¿Es verdad que la esposa de Ricks estaba ahí?

Ya sabía por dónde venía, solo quería averiguar el chisme.

-         Ajá - tome jugo.

-         ¿Qué hacía ahí? Esa clínica es muy sospechosa.

-         Creo que había donado sangre - conteste - También descubrí que tiene expediente, al igual que su hijo, de la cual Santiago desconocía.

-         ¿Es paciente frecuente?

-         Según lo que vi si.

-         ¿Y no te parece extraño?

-         Mucho, además habían unos datos alterados - comentaba sin mucho intereses mientras devoraba mi desayuno.

-         ¿Qué datos?

-         Mmm - pensaba el término - Grupo sanguíneo, donantes, fechas - comenté sin mucha importancia.

-         Es decir que tu prima tiene dos expedientes con datos diferentes ¿Como si fueran 2 personas distintas?

-         Ella no - comí más fruta - Liam, el hijo de ellos.

Abrió los ojos sin mucha sorpresa y asintió.

-         Aún más extraño - comento - ¿Y le dijiste a Ricks?

-         Si, supongo que el verá la manera de enfrentarla sin levantar sospecha de cómo obtuvo toda esta información.

-         ¿Y no te interesa averiguar qué es lo que realmente significan esos documentos?

-         Posiblemente, pero hoy no será.

-         Ya - hizo una pausa - ¿Todo bien?

Lo mire sin entender la pregunta.

-         ¿Te refieres al desayuno? Todo está divino.

-         Me refiero al postre de antenoche - comentó.

-         Oh - tuve un intento de ahogo - Si - tomé jugo - Todo bien.

-         ¿Te gusto?

Era aún más raro hablarlo que hacerlo.

-         Si - comí más de la ensalada - ¿A ti? - me sonroje de incomodidad.

-         Por supuesto - sonrío.

-         ¿Qué supiste de las amenazas? - trate de desviar el tema.

MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora