Capítulo 24

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-Narra Blas-

Los minutos se me hacían eternos, mientras observaba como un equipo entero de médicos la trataba sobre aquel suelo arenoso.

Le colocaban tubos por todo el cuerpo, vendas en las heridas, una mascarilla para respirar...

Esto se me estaba haciendo horrible...

De repente, uno de los médicos empezó a gritar.

Médico 1: ¡La ambulancia! ¡Traed la  ambulancia! ¡No podemos continuar aquí!

Se me cayó el alma al suelo, pero tenía que dejar que ellos hicieran su trabajo.

Trajeron una camilla, y la postraron sobre ella. Después, se la llevaron a la ambulancia.l, para subirla en ella.

Yo, por mi parte, seguía en estado de "schok". Anclado de los pies al suelo.

De repente, escuché como uno de los médicos me llamaba.

Médico 1: ¡Eh tú! ¡El que llevaba a la chica! -me quedé atónito, pensando si se refería a mi, así que me señale al pecho-. ¡Si, tu! ¡Ven!

Me acerqué corriendo a ellos.

Médico 2: ¿La conoces o eres familiar de ella?

Blas: Si. Es... -no sabía como explicarle nuestras historia-. Es mi novia...

Se quedaron un poco sorprendidos por la confesión, pero lo aceptaron.

Médico 1: Tienes que venir con noaitroa al hospital. A patir de ahora serás su... como decirlo... ¡su tutor legal! Tienes que firmar varios papeles y documentos autorizando todos los tratamientos que le vamos a hacer...

Blas: Vale, vale... No hay problema pero... ¿está bien? Dígame que si por favor...

Médico 2: Lo sentimos  pero no le podemos decir nada sobre su estado por ahora. Está grave... sólo eso...

Médico 1: ¿Tiene coche? -asentí con la cabeza-. Pues cogalo y siga a la ambulancia hasta el hospital. Allí un equipo de médicos lo atenderán y le explicarán todo el proceso que vamos a seguir.

Blas: De acuerdo

Mientras ellos cerraban las puertas de la ambulancia, empecé a correr hasta el coche de Dani, ya que tenía unas llaves del.

Dani: ¡David! ¡Vete con el! ¡Rápido! -le gritó al moreno, que estaba hablando con algunas de las niñas más pequeñas.

En pocos segundos, sentí como se acercaba a mi.

David: Deja que conduzca yo... por favor... Ahora no estás como para coger el volante...

Me pareció bien la idea así que, dentro del vehículo, le tendí las llaves.

Ahora, sólo podía rezar por que ella se curara, y por que no le quedarán secuelas de aquel horrible infierno.

Que María siguiera con vida... a mi lado...

¿Puedo confiar en mi ángel de la guarda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora