Capítulo 14

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CAPITULO XIV

Blanca no daba crédito a lo que estaba viendo. Pablo en su casa. No sabía que supiera dónde vivía actualmente. ¿Qué pasaba? ¿Por qué se presentaba allí?.

-       ¿Qué pasa Pablo?- preguntó Blanca preocupada sin dejarle pasar al interior de la casa.

-       Perdona, perdona… - dijo el compungido- no quería asustarte.

-       ¿Entonces qué haces aquí?- preguntó un poco tajante.

-       ¿Puedo pasar?- preguntó el con cara de pena.

-       Pasa, entra.

Blanca le dejó pasar. No entendía muy bien qué hacía allí pero había sido su pareja y no quería ser descortés con él. La presencia de Pablo todavía la inquietaba un poco. Al fin y al cabo había estado enamorada de él, o eso creía. La sensación que había descubierto con Marc era tan diferente a la que había sentido con Pablo que ya no sabía distinguir muy bien. Pero aún así al principio de su relación con Pablo le había querido. Eran dos personas que se compenetraban mucho, disfrutaban mucho juntos porque sus gustos eran muy afines.

Pablo no poseía la belleza y masculinidad arrebatadora de Marc, pero era también un hombre guapo. Era alto, delgado y con el pelo castaño claro y los ojos azules. Era todo lo contrario a Marc, con aquellos ojos enormes, oscuros, penetrantes… Marc también era alto, pero además tenía la espalda ancha, con lo que parecía más alto, más hombre. Pero aun recordaba que cuando conoció a Pablo pensó que era muy guapo y así se lo debió parecer a la recepcionista de su empresa que fue con la que Blanca descubrió la infidelidad.

Miró a Pablo allí de pie en el salón de su casa y no pudo ya ni sentir rencor hacía él. Por una parte le había hecho mucho daño, pero ella tenía que reconocer que la última época que estaban juntos no le prestaba casi atención. Estaba tan centrada en su trabajo que no existía nada más. No hacían planes justos, no se iban de vacaciones y apenas tenían sexo, Aunque aquello no justificaba la infidelidad, tenía que haberla dejado antes de llegar a aquel extremo.

-       ¿Quieres una copa de vino?- dijo Blanca para romper el hielo

-       Si, gracias- aceptó el mientras se sentaba en el sofá del salón- tienes una casa muy bonita

-       Casi acabo de terminar de colocar todo. Si hubieras venido hace una semana todavía tenía las cajas que me enviaste- le contestó ella.

Una vez roto el hielo la conversación entre ellos era fácil. Todo lo que había pasado no significaba que fueran dos personas que se conocían muy bien y que se sentían a gusto juntas.

-       Pablo, ¿me vas a decir para que has venido?- dijo dándole la copa y posando la suya en la mesa, mientras se sentaba de frente a él.

-       Te echo de menos- le dijo mientras la miraba fijamente a los ojos.

Blanca no podía creer lo que estaba escuchando. Después de tantos meses, ahora que estaba reponiéndose gracias a Marc, venía Pablo a remover sentimientos del pasado.

-       No me diste la oportunidad de darte una explicación tranquilamente- continuo él.

-       ¿Qué explicación podrías darme a lo que pasó?- respondió ella calmada, ya no le afectaba aquel tema.

-       No se… dejarme hablar contigo tranquilamente como estamos haciendo ahora. Contarte mi versión de los hechos.

-       En estas ocasiones, siento decirte Pablo, hay una sola versión de los hechos.

-       Pero yo quiero que sepas que pasó, como me sentía yo, como me siento ahora- dijo con intensidad.

-       Te escucho. ¿quieres hablar? Perfecto- volvió la Blanca fría, práctica.

-       ¿Cuánto tiempo me das?- pregunto él.

-       Pablo! ¿Cuánto tiempo vas a estar contándome cosas?- contestó ella riendo

-       ¡El que me dejes!- rio el también.

-       Vale, pero estaba preparando la cena- dijo ella- ¿quieres quedarte a cenar?

-       Por supuesto, nada me gustaría más- contestó con un atisbo de esperanza.

-       Porque me parece que si no me quedo sin cenar- dijo levantándose y sirviendo otra copa de vino.

Cenaron y estuvieron charlando un buen rato. Las explicaciones que Pablo le dio no fueron nada que no esperase. Ella lo sabía, sabía que se había alejado de él, pero le dijo que no podía olvidar algo así. La confianza era algo que sabía que no podría volver a recuperar y Blanca no era una persona que asumiera aquella clase de riesgos personales. Salvo con Marc. Lo pensó en aquel momento. ¿Por qué aquel hombre conseguía que se saltara todas sus reglas?. Sonrió para sí misma.

-       ¿De qué te ríes?- le preguntó Pablo. Ya habían acabado de cenar y estaban terminando el vino en el sofá del salón.

-       De mi misma- contestó sonriendo- si me vieras últimamente no me reconocerías.

-       Me gustaría verte. Compartirlo contigo- se puso serio y la miró.

-       No, Pablo. Me ha encantado cenar aquí contigo. Que me des las explicaciones que creas convenientes, para quedarnos en paz los dos. Pero no, lo siento- dijo muy segura de sí misma.

-       Te veo diferente… no se… te veo cambiada

-       Creo que estoy en la época más alocada de  mi vida

-       ¿Si?- aquella contestación no le gustó a Pablo- tanto como aquella vez que salimos bailando de aquella pizzería en Paris.

Blanca comenzó a reír. Habían estado en Paris poco después de conocerse, y habían comido en una pizzería en los Campos Elíseos, se habían bebido dos botellas de Lambrusco y Pablo le pidió bailar mientras salían de restaurante en medio de las mesas abarrotadas de gente. “ a que no te atreves?- le dijo Blanca” Pablo la cogió y la sacó bailando un vals de aquel restaurante. Los dos rieron al recordar aquella escena. El alboroto se oía fuera de la casa de Blanca. En ese momento sonó el timbre. Blanca se levantó todavía riéndose.

-       ¿Quién será a estas horas?- dijo sin pensar y abrió la puerta.

Y allí estaba Marc.  

ROMPIENDO REGLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora