Capítulo II

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Comienzo de todo

Kagome peleaba con todo para soltarse.
De nada servía que pataleara y arañara. Él simplemente no le soltaba.

¿Cómo es posible que un niño tenga tanta fuerza?》piensa.

El chico albino la llevaba del brazo, era increíble lo fuerte que le apretaba. Incluso cuando jalaba lograba arrastrarla. Legaron hasta la cima de la torre, salieron a la azotea. Sin previo aviso, la princesa mordió la mano del niño, cuando él la soltó trató de correr pero, la pescó del cabello y la jalo haciéndola caer de pompas al suelo.

Taisho tenía la espada del soldado del norte en sus costillas, pero eso no lo detendría, ¡Jamás!, él había jurado que siempre cumpliría con su deber y ése era proteger a la princesa, le gustara o no

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Taisho tenía la espada del soldado del norte en sus costillas, pero eso no lo detendría, ¡Jamás!, él había jurado que siempre cumpliría con su deber y ése era proteger a la princesa, le gustara o no. Empuño su espada con más fuerza, dio unos pasos incrustado aquella katana aún más en su cuerpo.

-¿Qué haces?- Naraku nunca vio a alguien tan demente de ensartarse una espada él mismo, ¿Quería morir?

Aaprovechando la cercanía sesshomaru le propinó un zarpazo con su espada de doble filo en el abdomen al azabache, lo hizo con fuerza y agilidad. Naraku retrocedió sacando la espada del enemigo de su cuerpo y de paso la suya misma del hombre, que, apretando la herida y la adrenalina corriendo por su cuerpo se precipitó  en la dirección que lo llevaría a la princesa. La salvaría. Era su trabajo.

El azabache colocó su mano en la herida y rió muy divertido. Naraku hacía mucho tiempo no recibía una herida como ésa. Las gotas de sangre manchan el suelo.

-No me estás facilitando mi plan...- miró la sangre en su mano -Buen ataque- comenzó a reír más.

Salón de entrada al castillo Central

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Salón de entrada al castillo Central

El rey del norte se acercaba a paso lento al cuerpo de Tetsuya. Magatsuhi era un hombre alto y delgado de piel pálida ojos un tanto desorbitados, cabello plateado y largo cubría parte de su rostro, siempre con una extraña sonrisa y grandes ojeras.

Su dragón se plantó al lado de su rey. Tan corrupto como él. Nunca un dragón había matado al monarca de otro reino.

-¿Ahora qué señor?- pregunta el monstruo, enorme y de color rojo, ojos casi llameantes cuyo cuerpo parecía arder en infinitas llamas.

Cinco Reinos (Sesshome, Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora