Más allá de la amistad

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—Mamá, ya me voy—avisó.

—Sí, hijo. Cuídate—respondió sin voltear a verlo.

El pelilila suspiró y salió de la sala. Desde que su mamá se había embarazado había perdido toda atención de su familia. Antes tenía aunque fuera un poco, se sentía demasiado solo y nadie lo notaba. Su madre, la famosa científica Bulma Brief, se encerraba muchas veces en el laboratorio a crear inventos, o se encargaba de asuntos de la Corporación Cápsula.

¿Su padre? Se la pasaba entrenando gran parte del día, y no permitía el ser molestado. Recordaba con nostalgia aquellos entrenamientos juntos, porque era el poco tiempo de calidad que le dedicaba. Pero Vegeta, en su afán de superar a Goku, no quería descuidarse y dejó de entrenar con él. A veces maldecía el haberse avergonzado cuando su padre lo quiso abrazar por primera vez antes de sacrificarse para salvarlos de Majin Buu, ahora desearía repetirlo para poder sentir el amor de su padre aunque fuera una vez más.

¿Qué había de sus abuelos? ¡Por favor! Ellos eran demasiado distraídos y no le prestaban nada de atención ni a él ni a su alrededor. Siempre estaban en el jardín con los animales o tomando el té, pero no le hacían el caso suficiente a sus problemas.

Cuando se enteró que tendría un hermanito o hermanita se había alegrado demasiado. Es decir, por fin tendría con quien jugar, enseñarle cosas nuevas, tendría alguien con quien convivir. El ser hermano mayor le daría muchos privilegios, pero sobre todo podría querer tanto al bebé como fuera posible y sería su motivo para ser más fuerte: para protegerlo.

Jamás pensó ponerse celoso al ver cómo todos dejaban lo que hacían para ver a Bra. Era injusto incluso, su padre tardó ocho años en mostrarse cariñoso con él, ¿por qué con ella lo hizo desde el primer momento en que la vio? ¿Por qué su madre con Bra sí dejó de lado la ciencia pero con él no lo hizo?

Y ahora no le importó que fuera su primera cita. Invitó a una chica de su clase al cine, pero su madre sólo le dio el permiso a salir y ya, no le preguntó nada. Ese desinterés le afectaba.

Se sentía tan solo...

Yamcha, quien en esos días era el único adulto que le preguntaba cómo estaba, le había aconsejado salir con alguien de su edad para distraerse y además así tal vez tendría una novia. Claro que no era muy buena idea seguir los consejos de alguien cuya reputación delataba que era un completo mujeriego, pero tal vez sólo por esta ocasión podría tener razón.

—¡Hola, Trunks!—lo saludó Goten que venía por el pasillo. El pelilila sonrió al verlo demasiado animado.

—Hola, Goten...

—Oye, mi mamá me dio permiso de pasar la noche aquí. ¡Jugaremos videojuegos toda la noche! Y... ¿eh? ¿Vas a salir a algún lado?—ladeó su cabeza al verlo tan bien vestido, portaba unos pantalones negros semiajustados y una camisa blanca de botones.

—Tengo una cita—dio un hondo suspiro y cerró los ojos, a simple vista no se veía muy convencido.

—¿Y qué se hace en una cita?—caminó con él hacia la salida.

—Salir al cine, ir a comer a algún lado, cosas de esas—el menor sonrió y colocó sus brazos detrás de su cabeza.

—Ay, Trunks. ¡Eso es lo que tú y yo hacemos siempre!—dijo burlón. Al mayor se le sonrosaron levemente las mejillas. Al parecer Goten era muy pequeño para entenderlo, o tal vez muy distraído, pero Trunks entendió el otro sentido de su frase: ellos parecían pareja.

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