¿Dónde estás?

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Narra Tn

- Te lo prometo.- 

Sus manos estaban tocándome como si fuera el objeto más preciado del mundo, la delicadeza con la que sus yemas entraban en contacto con mi piel, me hacían sentirme tranquila, que todo estaría bien. No pude evitar cerrar mis ojos para sentir aquella sensación tan relajante. 

- No confíes tanto en mí, podría atacarte.- expresó tras unos segundos. Se levantó de la cama y me miró.

- Confío en ti. Siempre has estado a mi lado.- respondí mientras que lo miraba, parecía nervioso, más de lo que le había acostumbrado a ver.

- Pues no deberías. No soy el bueno de la historia. Soy alguien que hace lo que le da la gana cuando quiere, es cruel...

- ¿A quién estás describiendo?- me levanté hacia él y agarré su mano.- Para mí, eres mi amigo, una persona cercana, alguien que siempre me apoya y siempre tienes en cuenta mis sentimientos. ¿Por qué quieres que te considere un monstruo?- pregunté.

- Por que así no tendría que tener culpa alguna.- en aquel momento sus ojos ardía, sin embargo no retrocedí ante aquello.

- La culpa es algo que debe tenerse después de hacer algo malo.- pronuncié tras sonreír.- Gracias, por consolarme.- lo solté y después caminé hacia la puerta.

- ¿Y si no quiero que te vayas?- fui abrir la puerta cuando su mano se posó en la misma puerta.

- Vendré a la noche. Recuerda, tenemos que buscar que alguien.- no quería girarme hacia él, solo quería que me dejará libre. 

Sabía que estaba pegado a mí, podía sentir su cuerpo presionando el mío ligeramente, pero lo que más podía sentir era su aliento en mi nuca. Si me giraba en ese momento, tal vez podría perderme a mi misma. 

Al instante, dejó de presionar la puerta por lo que me marché de allí. Comencé a caminar por los pasillos sin rumbo fijo, ya que lo último que quería era encontrarme con mi madre. Sin pensarlo acabé de nuevo en la sala del trono.

- Encuentrame.- al escuchar aquello, me giré hacia la puerta, la cual se cerró al instante.

- Solo estoy cansada.- expresé antes de sentarme en aquel trono. Inconscientemente mi mano se introdujo en aquella cosa viscosa.

Visión.

De nuevo me estaba mostrando algo, pero a diferencia de aquel momento, podía distinguir que eso estaba ocurriendo ahora. 

Un hermoso hombre estaba colgado de la pared, con cadenas en sus brazos, que permitían que se sujetara a la misma. Parecía dormido, como si estuviera en estado de hibernación. Su cabeza estaba agachada mirando al suelo.

- ¿Quién eres?- me sorprendí cuando mi voz sonó en aquel lugar.

- Encuentrame.- levantó su cabeza y me miró con desesperación. 

Sus ojos eran marrones como el café, su pelo negro como la noche, cubría su frente y un poco de sus ojos. Su piel pálida y demacrada, por el cansancio, por no ver el sol o tal vez por no tener alimento. Sus ropa se veían un poco vieja y roída, con agujeros, con cortes

- ¿Dónde estás?- pregunté tras dar un paso hacia él. No tenía miedo, no sentía que él me haría daño. No obstante, algo me decía que él tenía respuestas que yo necesitaba. Volví a acercarme y después levanté mi mano hacia aquel rostro.

Fin de la visión.

Gracias por leer💜💜

La verdadera identidad del infierno (2 parte de enamorada del Diablo)Место, где живут истории. Откройте их для себя