Capítulo XXVI

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—¿Quieres dejar de mirarme así? —pregunto el pelirrojo tragándose de una el líquido de raro color en el vaso.

Al terminar hizo una mueca de asco, demostrando que aquel líquido de dudoso origen era no exactamente una maravilla.

—¿Así, cómo? —Suga dijo alzando una ceja, sus ojos nunca dejaron el pequeño cuerpo cubierto solamente con un bóxer mientras se desplazaba por toda su habitación como si fuera el dueño de esta.

—Como si cualquier cosa que hiciera estuviera mal o me lastimaría.

—Yo no te observo así —negó.

—Sí... Me miras... ¿Preocupado?

—Yo no estoy preocupado —volvió a negar más firme.

Jimin junto sus cejas ante la negatividad del contrario. Se giró dispuesto a discutir con él, chocando con la orilla de unos sofás.

Antes, probablemente aquello no le abría dolido, pero ahora...

—¡Agh! —chillo llevando su mano hacia su pierna, justo donde estaba su herida y dónde justamente había chocado contra el sofá.

En un segundo Suga estuvo a su lado.

—Eres un idiota, tienes que tener más cuidado —regaño retirando su mano para ver unas pequeñas manchas de sangre sobre la venda que rodeaba su muslo.

—¿Quién no está preocupado? —pregunto burlesco, apretando sus labios ante el dolor.

—Idiota —lo tomó entre sus brazos y lo dejó sobre su cama, acariciando la suave piel expuestas de las moldeadas piernas.

—Ya, estoy bien —respondió observando esas manos viajar por su pierna.

—Me quiero asegurar de ello antes de llamarlo —el pelirrojo gimió con disgusto al saber de quién hablaba.

—No quiero a ese hombre lobo con complejo de sadomasoquista y obsesionado con la sangre otra vez cerca de mí.

—Tal vez ese perro si sea eso, pero las cosas extrañas que te dio a probar más los ungüentos esos, en verdad te han ayudado —le recordó.

—Ni me lo recuerdes, esa cosa sabe horrible —volvió a hacer una mueca de asco de solo pensar en aquel sabor otra vez.

—¿Y? ¿Has recordado algo más? —pregunto sentándose en la orilla de la cama, comenzando a sacar la venda ya no blanca producto de la sangre.

Observó la herida que aún no cerraba, recordándole que a pesar de que había luchado contra él, el cuerpo de su manzana seguía siendo el de un débil humano.

—Recuerdo haberme encontrado con ese imbécil en varia ocaciones, ahora recuerdo de que hablaban de algo extraño cuando hicieron esa cosa con mi mente —pronunció observando como el demonio limpiaba la poca sangre que brotó para seguido colocar ese extraño ungüento.

—Que era —pregunta interesado.

—Es extraño. Se burlaba de mí respecto a un tema que no me quería decir, era como... Si hubiese olvidado algo importante que él sabía y se burlaba de ello —juntó sus cejas enojado de solo recordarlo—. Me repetía que si tenía que culpar a alguien, era a ti. También que tenía que seguir su orden para que todo saliera bien.

—Qué orden —preguntó imaginándoselo.

—No tiene sentido —se quejo—. La vez que me encontraba con él, me susurraba algo extraño, y después me dijo que te matara pero, soy un simple humano, ¿cómo podría yo matarte?

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora