Consejos para decidir el tema IV

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5-El tema es algo libre y subjetivo.

Es... como el tuétano de los huesos. Está tan adentro que no lo vemos, aunque sin él no existiría la historia. Sin embargo, precisamente porque es una esencia abstracta que pulula por ahí pero no la vemos de forma concreta, cuando las personas lean nuestra obra, pueden interpretar lo que ellos quieran.

¿Habéis visto The end of the f***ing world? —bueno, también es un cómic, pero ha empezado a coger fama después de que Netflix le hiciera la serie—. Pues la estrategia que siguió Netflix fue cruel e inmoral pero efectiva como ella sola. ¿De qué estrategia hablo? Pues la de vender la moto con un tema pregnante e interesante para todo tipo de público, provocando que sus suscriptores esperaran con ansias el estreno.

Después, lo que se encontró la gente no se parecía a nada de lo que habían hecho creer con los tráilers. Pero a ellos, ¿qué más les da? Ya tenían sus reproducciones y ya consiguieron picar con la curiosidad. Además, si dices algo, su defensa es intachable: esto es algo subjetivo, para nosotros sí que es lo que vendemos.

Esto es una advertencia para los escritores. Porque pueden crear una historia maravillosa sobre un tema pero los lectores interpretar justo lo contrario a lo que ellos habían pretendido.

Aquí tenemos dilemas, como el que le pasa a CiruelaAcida con el tema de que haya gente gilipollas fantaseando con una relación pedófila entre dos de sus personajes principales. Es un arma de doble filo. En serio, ¿qué mierdas se os pasa por la mente? Salid de fiesta mamaros, drogaros, follad vosotros y vivid vuestra vida, ya veréis como dejaréis de joder con fantasías perversas. 

Os aliento a ser jarcores por la salud mental de los escritores.

A veces, esto es inevitable, porque en el intercambio comunicativo, cuando se trata de algo por escrito, el receptor y el emisor no están en el mismo tiempo ni lugar, así que pueden verse condicionados por la cultura y la sociedad, interpretando cosas distintas, pero otras tantas —en su mayoría, más bien— que el lector no interprete lo que nosotros queríamos se debe porque después, en la estructura, elegimos escenas desacertadas y forzadas que no encajan en el molde que hemos creado con la idea, el tema y las tramas.

Ejemplo

Million Dollar Baby —me siento culpable por admirar a un tío republicano, casi fascista, pero Clint Eastwood es un genio y lo valiente no quita lo cortés— y Mar Adentro coinciden en el tema. Ambas historias tratan la eutanasia.

Sin embargo, una está a favor y otra está en contra. Cuando el espectador ve las películas, puede detectar perfectamente cuál es la que está a favor y cuál es la que está en contra ¿y eso por qué? Porque han elegido crear unas escenas y no otras que conducen, como si fuéramos ovejitas —en el buen sentido— hasta una meta, que es la conclusión de la postura.

Si vamos a crear una historia a favor del aborto, no podemos meter una escena en la que la chica dice que no quiere abortar, a menos que se vaya a experimentar una evolución en su trama (de ahí que se diga que el tema complementa a las tramas), como pasa con Juno, porque entonces, la gente lo que va a interpretar es que estamos en contra del aborto.

Hay que ser coherentes con el tema y conducir las escenas para que el receptor interprete lo que queremos transmitir de la mejor forma. Por eso, tenemos que decidir un tema que nos resulte claro explicar.

Un tema que nosotros tenemos claro, podemos explicarlo de forma concisa para que los demás lo entiendan como nosotros lo entendemos. No dista mucho de ser un profesor en este caso. ¿Cuántos no han entendido la sintaxis o alguna operación matemática porque el profesor no sabía explicarlo? Pues esto pasa si no elegimos bien. Y tiene mucho que ver con el punto anterior.

Decidid muy bien la clase de escenas que queréis narrar, con las que os sintáis a gusto para que tengan que ver con el tema y lo expliquen a la perfección.

También podéis hacer con los señores de Netflix, en el amor, en la guerra y en la escritura de historias todo vale. Menos promover pederastia, EN SERIO. No me deis más motivos para despreciar al ser humano.

El arte de contar historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora