Capítulo 4: El plan (parte II)

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—Si tu... tuviera —le costaba hablar después de ese gran golpe—. Mi espada, no serías tan rudo -ocasionando que él grite con toda su furia y siga golpeándola en el suelo.

—La próxima vez —mientras abría la puerta—. Meteré mi espada por tu vagina hasta que hables -emitía unos ruidos toscos que simulaban la risa de los Ghetar.

«Bueno Oriana» se decía al escuchar que Gena se retiraba, «un día más viva». «Espero que el plan de Rigal valga la pena».

Esta antigua raza había logrado la dominación y la esclavitud de todos en Etel y Enal. Esa fue la primer y única batalla que llevaron a cabo juntos Taniel y Rigal, una guerra contra el poderío que habían formado los Ghetar. Pero esto había sucedido hacía mucho ya y sólo pocas personas conocían la historia. Al finalizar esa misión y por el resultado que la misma conllevó, los creadores exiliaron a los humanos al otro mundo, donde ellos suponían que podrían vivir en paz.

 Al finalizar esa misión y por el resultado que la misma conllevó, los creadores exiliaron a los humanos al otro mundo, donde ellos suponían que podrían vivir en paz

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En la sala de entrenamiento se encontraba Kinta y Milton practicando algunos agarres y dominaciones; aunque claro, al joven no le salían. -Estoy muerto si tengo que defenderme -decía frustrado el joven.

—Nunca vas a tener que defenderte —se acercaba la muchacha algo agitada y lo besaba—. Siempre que estés conmigo —reían juntos y lo ayudaba a levantarse.
Lo incitaba a golpearla, tirarle puños y ver como ella se defendía. Le costaba mucho hacer eso, si bien sabía que casi no había posibilidad de lastimarla igual sentía que debía medirse.

—Más rápido —decía Kinta mientras esquivaba—. No lo estas intentando —la joven se hizo a un costado y arremetió contra su estomago lo que generó que éste caiga al suelo a intentar desesperadamente respirar—. Estarías muerto ya.

—Y vos —se incorporaba una voz—. Estarías incinerada, descuartizada, aplastada y más si él controlaría sus poderes —la joven se inclinó al escuchar a Taniel—. Te dije que lo entrenaras, no que lo golpearas.

—Perdón, sólo que no estaba poniendo su potencial y quise darle una lección —la joven se retiró de la sala de entrenamiento dejando a los dos solos como el rey había pedido. Ayudó a Milton a levantarse mientras se disculpaba por el accionar de la joven. En el momento en el que el adolescente tocó la mano de Taniel su cabeza fue invadida por imágenes, por una escena.

La guerrera de Rigal no hablará, la golpee tan fuerte que pude sentir algunos huesos rompersedisfrutaba lo que estaba contando.

Entonces no nos sirve decía mientras miraba por las ventanas que estaban al costado del trono. Dejá pasar unos días y si sigue sin hablar ya sabés que hacer.

La escena había sido tan nítida que lograba que el joven confunda el pasado con el presente. No era capaz de distinguir hacía cuanto había sucedido lo que acababa de ver y eso le generaba aún más incertidumbre.
Taniel quien seguía sosteniendo su brazo ahora quería obtener respuestas, «¿qué fue lo que viste?». Pero sabía que no debía atacarlo con preguntas.

—¿Estás bien? —preguntó mientras el joven se terminaba de incorporar.

—Sí —creo que me mareé —era muy fácil darse cuenta cuando Milton mentía, lo hacía muy mal; pero de todas formas el rey simuló creerle y le aconsejo ir a dormir.
También le prometió que a la mañana siguiente entrenarían juntos excusándose en que los días anteriores había tenido mucho que hacer. Eso sí que no era mentira, la aparición de Oriana y el intento fallido de los rebeldes por penetrar el muro le habían generado unos cuantos dolores de cabeza y discusiones con soldados.

Al llegar a su habitación Milton se sorprendió, Kinta no estaba, «raro». Se recostó sobre su cama, que ahora parecía más grande y empezó a intentar unir sus sueños y lo que acababa de ver. Todo parecía tener sentido, pero no una conexión lineal o por lo menos no la encontraba en ese momento. De repente, su cuerpo se tensiono sobre la cama y sus ojos se abrieron por completo con la mirada puesta en el techo. Nuevamente Milton estaba teniendo una visión, ahora, se podía ver a el mismo caminando por los pasillos del castillo, no había nadie solo él caminando. Se veía ahora saliendo del castillo y atravesando un subsuelo en el que podía observar algunas celdas, en una de ellas, Oriana. Las escenas a veces se entrecortaban pero le estaban dando un claro señal. Le estaban dando la ubicación de la muchacha.
Sin suspiros ni sustos, parpadeó unas cuantas veces y supo darse cuenta que había tenido una visión. Si antes tenía dudas, ahora ya sólo quería averiguar encontrar alguna certeza. «¿Quién es esa muchacha?».
Después de meditarlo unos momentos se dispuso a salir de su habitación, la noche era el mejor momento para llegar a la celda de la guerrera presa, no sabía cómo pero intentaría llegar. «Si me agarran, diré que soy de la familia real. Después de todo porque no podría estar recorriendo las afueras del castillo».
Con las excusas ya preparadas y esperando tener algo de suerte abrió la puerta y empezó a caminar, estaba algo nervioso e intentaba no hacer demasiado ruido. Sólo estando a unos metros de su habitación escucho esa voz.

—Amor... ¿Te vas? —el joven tuvo que girar y con una sonrisa disimular sus verdaderas intenciones, intentaba calmarse para que no denotar su grado de ansiedad elevado. Al lado suyo, estaba el Ghetar, ahora podía verlo de frente y confirmar el temo que le había generado sólo verle la espalda—. Él es Gena no me acuerdo si te lo presenté y estará cuidándonos para que nadie —mientras se le acercaba —. Nadie nos haga daño.

—Solamente quería caminar un rato.

—Pero, caminar a esta hora no es recomendable. Mejor vamos a dormir y mañana te llevaré a donde quieras.

Sin mucho que decir y con el terror que le generaba la presencia de quien ahora era su guardián besó a la muchacha y volvieron a su habitación. Milton había perdido una oportunidad, pero ahora estaba más seguro que nunca que debía ir a ver a la guerrera. Algo estaban ocultado y el joven quería saber que era.


NicoAGarcia

NicoAGarcia

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Fhender: La rebelión de los Vahianer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora