—Jimin, el portero acaba de tocar el timbre y dice que el coche ya está abajo esperándote —anunció Jungkook a voces desde la otra habitación. Jimin respiró con dificultad y cogió el contrato que había a su lado sobre la cama, donde permanecía sentado. Estaba ligeramente arrugado y mostraba signos de deterioro de tantas veces como lo había leído. Había memorizado cada una de las palabras, y estas se le repetían una y otra vez en su mente. Junto a ellas también imágenes que su imaginación se había encargado de enviarle Imágenes de él y Yoongi juntos. Controlándolo y poseyéndolo. Haciéndolo suyo. Lo metió en el bolso mientras se levantaba y se precipitaba hacia el vestidor para mirarse en el espejo una última vez. Su rostro mostraba signos de fatiga. Dos manchas oscuras, que el maquillaje no había podido disimular, rodeaban los párpados inferiores. Además, tampoco tenía buen color de cara. Incluso el cabello se había negado a hacerle caso y estaba más bien revuelto. Poco podía hacer ya más que irse. Tras respirar hondo una vez más, salió del dormitorio y caminó a través del salón hasta llegar a la puerta. —¡Jimin, espera! —dijo Jungkook mientras corría hacia donde estaba él. Jungkook lo abrazó fuerte y luego retrocedió. Alzó la mano y le colocó el mechón detrás de la oreja. —Buena suerte, ¿de acuerdo? Has estado raro durante todo el fin de semana. Si te está estresando tanto, no lo hagas. Jimin sonrió. —Gracias, Kookie. Te quiero. Jungkook imitó exageradamente el sonido de un beso con los labios a la vez que Jimin se daba la vuelta y se iba. Cuando dejó el edificio, el portero le abrió la puerta del coche y la escoltó hasta dentro. Jimin se acomodó en el asiento de piel y cerró los ojos mientras el coche se desplazaba desde el departamento, el noreste de Seul, en dirección al centro de la ciudad, donde se encontraba el edificio MYG. Su hermano, Hoseok, lo había llamado el día anterior y él se había sentido terriblemente mal por estar ocultándole la situación. Él se había disculpado por haberse perdido la gran inauguración y le dijo que si hubiera sabido que el iba a estar ahí, habría acudido sin falta. Hablaron durante media hora. Hoseok le preguntó cómo le iban las cosas y le dijo que iba a estar los próximos días con Taehyung en California. Habían planeado pasar una tarde juntos cuando regresara y luego él había colgado. La melancolía lo había atrapado por completo porque él y Hoseok estaban muy unidos. Jimin nunca había dudado en compartirlo todo con él. Él siempre había estado ahí, dispuesto a escuchar y a reconfortarlo incluso en sus días de crisis adolescente. No podría desear un hermano mayor mejor, y ahora le estaba ocultando secretos. Enormes secretos. Jimin, más allá del tráfico algo denso pero fluido, no le prestó apenas atención al trayecto hasta que el coche se detuvo un rato más tarde. —Hemos llegado, señorito Park. Abrió los ojos y seguidamente los entornó debido a la brillante luz del sol de otoño. Estaban justo a las puertas del edificio MYG. El conductor ya había salido del coche para dar la vuelta y abrirle la puerta. Jimin se frotó el rostro con las manos en un intento de reanimar sus embotados sentidos y después salió, dejando que la fría brisa le alborotara la melena. Una vez más se encontró entrando en el edificio y subiendo en el ascensor hasta el piso cuarenta y dos. La sensación de deja vu era muy intensa. Tenía las mismas mariposas, las manos igual de sudorosas y el mismo ataque de nervios, solo que esta vez sentía mucho más pánico porque ya sabía lo que él quería. Y él sabía exactamente en lo que se estaría metiendo si aceptaba. Cuando accedió a la zona de recepción, Jin alzó la mirada y sonrió. Luego dijo: —El señor Min dice que vayas directamente a su despacho. —Gracias, Jin —murmuró Jimin mientras continuaba, dejando atrás la mesa de Jin. La puerta del despacho de Yoongi estaba abierta cuando llegó. Vaciló en la entrada y clavó la mirada justo donde él se encontraba, de pie y con las manos en los bolsillos, observando la ciudad a través del ventanal. Era guapísimo, de un atractivo evidente. Incluso relajado, una fuerza salvaje emanaba de él. De repente, Jimin se quedó pensando en todos los motivos por los que se sentía tan atraído hacia él, y especialmente en uno de ellos. Se sentía seguro a su lado. El simple hecho de estar cerca de él lo confortaba. Se sentía seguro y protegido.
Básicamente, la relación que Yoongi le había propuesto le daría todas esas cosas. Seguridad. Confort. Protección. Él le había asegurado todas esas cosas. Lo único que tenía que hacer era aceptar cederle el máximo poder. Toda reticencia se esfumó, dejándolo más ligero y casi eufórico. De ninguna de las maneras iba a meterse en ese acuerdo tal y como estaba, asustado hasta las cejas. Esa no era forma de comenzar una relación. Actuaría seguro de sí mismo y acogería con agrado todo lo que Yoongi le había prometido. A cambio, él se lo daría todo y tendría fe en que él mayor valorara el regalo que significaba su sumisión. Yoongi se dio la vuelta al verlo de pie en la puerta y Jimin se sorprendió al percibir cierto alivio en sus ojos. ¿Había temido que no volviera? Se acercó a él y lo arrastró al interior de la oficina para cerrar la puerta con firmeza a su espalda. Antes de que Jimin pudiera decir ni una palabra, él lo atrajo a sus brazos y estampó su boca contra la del menor. Jimin soltó un ligero gemido cuando las manos de Yoongi recorrieron sus brazos posesivamente hasta apoyarlas en sus hombros. Luego siguió subiendo hasta llegar al cuello y finalmente acunó su rostro. Lo besó como si estuviera hambriento de él, como si lo hubieran mantenido separado de él y, por fin, se hubiera liberado. Era la clase de beso que ocurría solo en sus fantasías. Nadie le había hecho sentirse tan devorado. No era simplemente una muestra de dominación. Era una súplica para que se rindiera. Él lo quería, y le estaba demostrando exactamente cuánto. Si antes había alguna duda respecto a si realmente la deseaba o si solamente estaba aburrido y por eso buscaba nuevos retos, ahora no. Ahora estaba plenamente convencido. Una mano se apartó de su rostro y su brazo se enroscó a él, lo envolvió con determinación y lo estrechó con fuerza contra él. Su brazo parecía una banda de acero adherida a su espalda. Jimin podía sentir su erección contra su vientre. Estaba rígido y duro como una roca, presionando contra los caros pantalones que llevaba puestos. La respiración de Yoongi le golpeó en la cara cuando este rompió el contacto con sus labios y ambos jadearon en busca de aire. Sus ojos brillaban mientras la miraba fijamente. —No pensé que fueras a venir.
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PRIVATE CONTRACT |YOONMIN|
FanfictionUn hombre exitoso, capaz de conseguir todo lo que quiere, no se quedará con los brazos cruzados, al tratar de tener en sus manos a su mayor ambicion. Las clausulas del contrato son específicas. Solo queda firmarlo. Adaptación de la novela "Éxtasis"
