Capítulo 30:

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{Narra Rubius (nunca calla) }

Estabamos hablando animadamente. Ella me contaba sobre su familia. Sus padres eran participantes de esta empresa y los mandaron a la misión de los ángeles. Murieron, se creía que los mataron la organización contra quien luchaban ahí. Pero descubrieron que fue Mangel. Ella al enterarse, quería matar a Mangel y se unió a la agencia junto a Alexby, su hermano de 15 años.

Por eso su reacción al enterarse que mandaron a Alex a esa misión. Sabe que no volverá. Pero todavía tiene esperanzas.

Nuestra conversación cesó con el chirrido de la puerta al abrirse. Miramos hacia el lugar del sonido para ver a Vegetta con una sonrisa finjida. Algo iba mal.

—Veo que han despertado. Rubén, sientaté en la silla de ruedas, te caerás en esa posición—le hice caso y me senté en la silla. Hice que rodara hasta el lado izquierdo de la camilla— _______…  me temo que tengo una mala noticia. Sé que no debería decirtelo en estas circunstancias pero creo que es mejor contartelo.

—Sueltalo—dijo firme, pero en su voz se notaba pesadez, cansancio y… miedo, mucho miedo.

—Alex…han asesinado a AlexBY11… —mis ojos se abrieron cómo platos y me levanté de la silla para abrazar a _____. Que estaba llorando a mares—. Murió en un ataque al enemigo. Fue un héroe, pero su cuerpo no fue hallado— ella lloró más fuerte sobre mi pecho—. Lo siento… —Samuel empezó a llorar.

—Basta—ordené, me miraron sorprendidos—. Sabemos que ha sido asesinado por los lazo rojo, y creo que él también lo sabía. ¿No dejo nada?

Vegetta sacó una tarjeta y me la dió.

—Dijo que se las diera si moría. Os dejo solos, cuidense—y salió por donde entró.

Abrí la nota y leí con voz seca cada palabra escrita por la ilegible letra de Alex:

Querida hermanita:

Sí te dan esto, es que he muerto. No quiero que llores por mí, morí haciendo lo que quería.

Pero sé que los lazo rojo me persiguen, y que me matarán ellos y no los que se suponen que me deben matar.

Sólo quiero que mires bajo tu corazón. Hallarás la respuesta que buscas.

Te ama. Tu hermano pequeño, Alex.

Aparté la mirada de la carta pensativo. ¿A qué se refería con lo de que mirara bajo su corazón?

Mi cabeza daba vueltas a esa frase. Cuando miré a _______, el poco brillo que tenían sus ojos se había ido. Miraba a un punto fijo y no lloraba, ni reía, sólo miraba a ese punto cómo si fuera lo más hermoso del planeta.

—Sé a que se refiere—dijo por fín. Sacó un colgante medio partido de un corazón de minecraft y fruncí el ceño—. Me lo dió Alex antes de irse—aclaró y relajé mi rostro. Miró detrás del colgante entrecerrando sus ojos—. Pone que debo ir a donde llorabamos juntos, reíamos a carcajadas y cantabamos nanas.

—¿Tenían algún lugar especial?

—¡Claro! —exclamó trás minutos pensando—. El cerezo de MonteCarlo, en ese lugan enterramos a nuestros padres. Solíamos ir de pequeños y una vez llebamos a nuestro primo de un año, al que le cantabamos canciones de cuna. Hay debe de haber algo—me miró—. Y vamos a averiguarlo.

• {#1} Rubén y la búsqueda de los "Lazo rojo"•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora