Capítulo 46.

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46. Mi protección. 

Harry's  POV

Pisaba el acelerador del coche tan fuerte como mis pies me permitían. Mi mente estaba completamente bloqueada gracias al momento que acababa de vivir.

La imagen de Abbie llorando en el salón de mi casa se repetía como un eco constante en las paredes de mi cerebro, y mi desesperación llegaba a tal extremo que iba directo al casi suicido.

Tras diez minutos más conduciendo, aparqué el coche en frente de la caseta. Salí tan rápido como pude y comencé a andar hacia la puerta.

Era de las pocas veces que mis ojos lloraban desde la muerte de mi padre. Y en ese justo momento solo sentía como si todos mis sentimientos hubiesen colapsado. Como si la única cosa buena que tenía en mi vida desde hacía mucho tiempo, solo hubiese sido una imaginación mía.

Como si lo único que yo creía tener, tan solo fuese una farsa, pues Abbie me había fallado.

Me puse frente la puerta de madera y la abrí de mala gana.

Entré en la sala y las risas y voceos que se escuchaban en el exterior se callaron en ese mismo instante.

Solo podía mirar a Brad completamente desesperado y decepcionado, pues puede que todo lo que Abbie me había contado fuese mentira, como todo lo que me había hecho vivir hasta el momento, pero yo necesitaba saberlo.

—Vaya, vaya... ¿A quién tenemos aquí? – Dijo la voz profunda y rota de Brad.

—¿Podemos hablar?  - Contesté, exigente.

—¿Crees que mereces que te escuche después de todo, Stewart?

—No creo que quieras que te lo diga delante de todos ellos. Quizás también tengas que darle explicaciones. Y, quizás contra mí puedas, pero contra todos no.

El hombre sonrió sarcástico, cosa que me despistó.

—No tengo miedo a nada. – Añadió.

—Entonces, ¿Puedes hablarme de Oliver Franklin? 

La sonrisa desapareció por completo y se levantó rápidamente de la silla donde estaba sentado. Rápidamente, apagó el cigarro en el cenicero y esquivó los objetos que le separaban de mí en ese salón.

No tardó ni medio minuto en estar a mi lado.

Acto seguido tomó el pomo de la puerta y me señaló el exterior con su cabeza.

Ambos salimos de la caseta y nos encontrábamos en el porche de ésta.

—¿Y bien? ¿A qué viene esta absurdez? – Dijo.

—¿Por qué has salido, Brad? ¿Acaso te da miedo que hable de algo que pueda jugar en tu contra?

—No tengo tiempo para otra de tus estupideces, Harry.

—Sé que no está muerto. ¡Os juré fidelidad! Pensé que os debía la vida por hacer lo que más deseaba en ese momento. El asesino de mi padre sigue vivo y yo tengo que seguir mirándote a la cara y sirviéndote. Arriesgué mi vida por vosotros, he perdido miles de oportunidades y sin embargo nunca tuviste el valor de decirme que Oliver sigue vivo.

—¡¿Quién diablos te ha dicho todo esto?!

—¿Qué más da eso?

—Ha sido ella, ¿Verdad? Esa mosquita muerta sabe más de lo que creíamos.

—Ni se te ocurra tocarla, Brad.

—No creo que puedas hacer mucho contra mí si lo hago.

—Te sorprendería ver de lo que soy capaz.

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