Capítulo XXX: My Fairy King

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—¿Cómo se supone que voy a subir esto por aquí? —reflexionó Roger mirando a su batería y a la escalera del edificio alternadamente.

—Te ayudaría, pero me acabo de pintar las uñas y también tengo que subir este piano —Freddie se comprobó la manicura alzando las cejas.

—Tendrá que ser por partes —sugirió Maggie, que estaba bajando después de haber dejado a Martha y su equipaje en el apartamento nuevo.

Brian y John pasaron por su lado subiendo tan sólo con una guitarra y un bajo cada uno.

—Los baterías estamos demasiado infravalorados... —murmuró agarrando el bombo y subiendo. La chica soltó una carcajada y cogió los platillos y las baquetas para echarle una mano. Nadie le preguntó respecto a lo del día anterior, pues estaba de buen humor y no querían estropearlo recordándole lo de Jimmy. Pero ya tenían planeadas unas cuantas torturas para realizarle al pusilánime si llegaban a reencontrarse con él.

Al cabo de un rato consiguieron subir todos sus enseres, y se comenzaron a instalar en el nuevo lugar. Cuando se encontraban colocando cosas, llamaron a la puerta.

—¡Hola! —el señor Jones les saludó efusivo, acariciando a la alegre Martha que fue a recibirlo—. Espero no molestaros, veo que ya estáis acabando con la mudanza.

—Hola. Yo soy la hermana de Ethan, Maggie —la joven se aproximó y se dieron un apretón de manos.

—¡Desmond Jones, encantado! Sin duda sois hermanos, ¡os parecéis muchísimo! —comentó bonachón—. Y vosotros debéis ser los otros dos músicos.

—John, un placer —él se acercó también y se presentó.

El otro aludido hizo lo mismo— Yo soy Roger.

—¡Me alegra ver caras nuevas! —rió con fuerza y con júbilo—. Espero que todo esté en orden.

—Sí, gracias —dijo Ethan frente a la amabilidad de Desmond.

—Perfecto, no os entretengo más entonces —se giró para salir pero paró un segundo y alzó el dedo recordando algo—. ¡Oh, lo olvidaba! Arriba, en el cuarto piso, hay una última planta que lleva a la azotea comunitaria. Podéis tender la ropa allí.

—Estupendo, gracias por decírnoslo —respondió Maggie.

—No hay de qué. ¡Ya me marcho!

Con una última sonrisa afectuosa cerró la puerta. Los seis continuaron colocando todo hasta que no había tantas cajas repartidas por toda la sala.

—¡Bien! Ya no hay dragonas a la vista, así que a ensayar —Freddie dio dos palmadas como llamamiento a sus camaradas.

—Creí que no lo dirías nunca —dijo Brian colgándose la guitarra al hombro, la cual había pintado, limado y adecentado para que se pareciera más aún a su Red Special.

Volvieron a llamar a la puerta, que como no estaba cerrada con llave, fue abierta sin que nadie fuera a atender.

—Traemos pizza y buena compañía —dijo Arthur al asomarse, alzando arriba y abajo las tres cajas de pizza y sus propias cejas. Detrás venía Sammy, que les saludó a todos con la mano.

—¡Pero! ¡Pizza ahora no, que me desconcentráis! —se quejó Roger, ya sentado en el taburete tras la batería.

—Anda, pasad —instó Maggie—. Quiero pizza.

Los cuatro músicos se pusieron en sus respectivos lugares y posiciones, decidieron entre ellos qué tocar. Maggie permanecía sentada en el sofá con su teléfono fingiendo que no les prestaba mucha atención, comiendo pizza de vez en cuando, pero muerta de curiosidad. Ethan no ocultaba su interés y los observaba expectante desde un sillón al lado de Maggie. Artie y Sam, que nunca habían visto al grupo tocar, también esperaban pacientemente la actuación de ensayo.

Empezaron con un solo de guitarra agudo, seguido de la entrada de la batería y unos coros altos. Predominancia del piano. Y las voces.

In the land where horses born with eagle wings and honey bees have lost their stings, there's singing—entró Freddie—... Forever... Oh, yeah... —continuó con los coros de fondo.

Maggie estaba alucinando con aquello, al igual que los dos invitados sorpresa. No esperaban ese tipo de canción, y menos de aquellos tipos a los que se veía pelear como niños cada día desde que llegaron. La chica ya había oído antes cómo sonaban, pero esa canción había desbordado sus expectativas. Ethan esperaba algo de tal calidad, aún así estaba afectado hasta la médula.

Dragons fly like sparrows thru' the air, and baby lambs where Samson dares —continuó Freddie de nuevo con su alto rango vocal—, to go on..., on..., on..., on...

Los coros se intensificaron y Maggie tuvo una sensación extraña. No sabía si se debía a lo extraño e insólito que era el tema de la canción, o si era otra cosa. Sintió que lo había oído antes. Activó la cámara del móvil sin decir nada y comenzó a grabar aquel sorprendente ensayo.

My fairy King! Can see things... —empezaba Mercury.

He rules the air and turn the tides... —cantaba por otro lado Roger y Brian.

That are not there for you and me...! —añadía Freddie.

Oh, yeah... My fairy King! —se unían las tres voces.

—He guides the winds! —y seguían los otros dos.

... Can do right and nothing wrong...! —terminaba la estrofa Freddie.

Y entonces los coros rompieron y Freddie entró por encima. Era un espectáculo ver lo concentrados que estaban y cómo eran capaces de recrear tal obra con tanta aparente facilidad. La chica seguía intentando descifrar qué era lo que la embargaba. Y cómo podía recordar algo que se suponía que jamás había existido hasta ese momento.

KEEP YOURSELF ALIVE #4: Crossing the HOT SPACE! ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora